Aplaza a junio la decisión sobre su futuro, asegura que no se arrepiente del burofax, insiste en que Bartomeu le engañó «varias veces» y subraya que «el club está realmente mal»
28 dic 2020 . Actualizado a las 09:11 h.«Que pasen las elecciones, que gane quien tenga que ganar, y después, veremos. En junio se verá». A la hora de entrevista, Leo Messi le hizo a Jordi Évole su gran regate para conseguir no moverse del sitio. Dejar en el aire la gran cuestión: la de qué pasará con el jugador argentino cuando concluya el curso actual. El momento cumbre llegó al final y no despejó la incertidumbre en torno al futuro del crac.
El encuentro en sí ya se había hecho esperar. La primera solicitud llegó con el inicio de la pandemia, pero el futbolista decidió declinarla, eludiendo tener que hablar de la crisis sanitaria, aunque apalabró una cita futura. «No soy de opinar de cosas tan graves en público. Prefiero hacerlo en mi círculo privado. Pero soy un hombre de palabra, y dije que te iba a dar una entrevista», le recordó al presentador antes de ir al grano.
Arrancó con una concesión a quien fue su antagonista en la Liga. «Admiro a los deportistas que destacan y que lo dejan todo por dar el máximo», apuntó. Citó el argentino a Nadal, a Federer y a LeBron antes de dejar el ejemplo más llamativo: «Cristiano en el fútbol».
Y de ahí, al primer acercamiento al gran punto de interés. Évole preguntó a Messi por su sentimiento acerca de la camiseta azulgrana. «Siento todo. El Barcelona es mi vida. Crecí tanto en el club como en la ciudad. El club me lo dio todo, y yo siempre dejé todo por el Barcelona», recalcó.
Entonces se refirió a lo sucedido antes del arranque de la temporada y su repercusión: «Hoy por hoy estoy bien. Lo pasé muy mal desde el verano y desde antes del verano, y luego lo arrastré durante el comienzo. Ahora me encuentro bien, con ganas de pelear en serio por todo lo que tenemos por delante». «Por temas deportivos sufrí muchísimo», admitiría después.
«El club está pasando por un momento muy complicado. Se hace difícil todo lo que rodea al Barcelona. El club está realmente mal. Está muy mal y va a ser difícil volver a estar donde estábamos», reflexionó el argentino.
La entrevista consumió 45 minutos, todo un primer tiempo, hasta entrar al tema del burofax, del que Messi dijo no arrepentirse: «Fue una manera de hacerlo oficial. Durante seis meses, le dije muchas veces al presidente que me quería ir, y él siempre que no. Era una manera de decirle que me quería ir en serio». «Pensaba que había cumplido un ciclo y necesitaba un cambio. Quería seguir luchando por títulos y quería irme y hacerlo bien», explicó. Detalló en el recuento de motivos para irse que Josep María Bartomeu, actual presidente culé le engañó «varias veces».
De ahí, a otro asunto espinoso, el de Hacienda y la multa que le impuso: «Me quejo del trato que recibí, pienso que fue desmesurado lo que me tocó vivir, cómo se me trató por parte de la prensa madrileña sobre todo. Me dolió».
También como en cualquier partido, tras ese momento llegó un tiempo muerto. Momento para hablar de Guardiola. «Es el mejor. Te hace ver las cosas de una manera... Te decía exactamente cómo había que atacar para ganar los partidos. Él y Luis Enrique me hicieron que creciera en cuanto a sabiduría táctica. Son los dos mejores». «Con Ronald Koeman se ha dado una seriedad. Una idea de lo que pretende para su equipo y para el club. Fue un gran acierto», concedió.
De ahí, al meollo. «No sé si me voy a ir o no», insistió para concluir. Y sonó como un adiós.