Ansu Fati evita a Bartomeu reabrir el «caso Suárez»

L. Balado

DEPORTES

ALBERT GEA | REUTERS

Los goles del extremo ante el Villarreal eclipsan el debut goleador del uruguayo

29 sep 2020 . Actualizado a las 08:46 h.

En 20 minutos escasos, la afición del Atlético tuvo un amor e hizo un amigo. El flechazo fue sobre el campo, porque goles son amores. Suárez hizo dos dianas en su debut con la rojiblanca y dio una asistencia tras entrar al campo en el minuto 69. Si la estancia del uruguayo bajo las órdenes del Cholo ya prometía antes de empezar, con el corte de cinta se descorchó el champán. Simeone, mientras le llovían las preguntas sobre el exazulgrana, trató en rueda de prensa de dejar el espumoso en el cubo. «Partido a partido».

El nuevo amigo de los atléticos estaba en Barcelona. En el controvertido paseo de la fama del Metropolitano, ese en el que los hinchas escupen sobre los nombres de Hugo Sánchez, Griezmann o Courtois, la placa de Bartomeu sería respetada. La última vez que el Atlético repescó a un delantero del Camp Nou en anunciada decadencia —en aquella ocasión David Villa—, el club rojiblanco acabó campeón. Es solo una dato, castillos en el aire, pero los seis goles marcados, el reencuentro de Costa con el gol o la explosión de Joao Félix —sumado a todo lo demás— proyectan cimientos sólidos.

Con el doblete de Suárez, evidentemente, el cabreo subía en Barcelona. Al equipo de Koeman todavía le quedaban tres horas para su puesta de largo, pero muchos de los que creyeron que el ciclo de Suárez en club catalán estaba agotado empezaron a dudar. E Ivan Rakitic ponía todavía más nerviosa a la parroquia con su primer gol como sevillista.

El Barcelona necesitaba un estreno sólido ante el Villarreal. Ante todo, necesitaba ganar. Cualquier otra cosa, con Suárez goleando a 600 kilómetros tras darle la carta de libertad, hubiese sido imposible de justificar. Pero a largo plazo necesitaba convencer, una actuación que alejase de una vez por todas lo ocurrido en Lisboa ante el Bayern.

Para una tarea así, el club se acomodó en los últimos años a dar la responsabilidad a Leo Messi. Pero el argentino es, últimamente, más pirómano que bombero. No parecía un aliado para los intereses culés cuando Luis Suárez estaba en la ecuación. Por suerte para el Barcelona, estaba Ansu Fati en el césped.

Un nuevo fenómeno

Presumir del legado de Cruyff, es jugar al fútbol con extremos. Pese a su reciente exhibición con la selección española, pocos predecían que un chaval de 17 años pudiese lavar la imagen del Barcelona en el primer partido de competición tras la debacle ante el Bayern. Ansu Fati destrozó al Villarreal con dos goles y regalándole un penalti a Messi, en una exhibición de desborde y técnica. Al cuarto de hora de partido en el Camp Nou, los aficionados ya miraban más al futuro que al pasado, vestido de corto en el Wanda.

Tras el incendio, el joven jugador brota entre la tierra arrasada por las llamas. Su inscripción como jugador del primer equipo para esta campaña ha hecho que su cláusula de rescisión ante posibles compradores suba hasta los 400 millones de euros. Un talento blindado al que Bartomeu se aferrará como legado.