El torneo español sigue perdiendo crédito entre las grandes competiciones europeas
22 sep 2020 . Actualizado a las 08:52 h.Perdido el rumbo en Anoeta, con la Real rehabilitada tras un primer tiempo a merced del campeón, Zidane quiso agitar el frente de ataque y empleó en ello casi todo el arsenal a su disposición. Retiró a Rodrygo (19 años y diversos cameos el curso pasado) y lo reemplazó por Marvin (20 años y experiencia exclusiva en el filial). Ya en el descuento, sustituyó a Vinicius —cuya prematura condición de estrella a los 20, sustentada en varios quiebros elegantes y nueve dianas en dos temporadas, sirve de muestra concentrada de la situación— y apostó por Arribas, otro producto de la fábrica que estaba por estrenar. Al Madrid le faltaba gol, pero el único plan B para los días grises de Benzema es un Jovic de quien desconfía su entrenador. Nada ha recibido el técnico para mejorar unos mimbres que no bastaron en julio para llegar hasta Lisboa con lo más selecto del fútbol europeo.
Tampoco estuvo en la capital portuguesa el Liverpool, defensor del título de Champions y absoluto dominador de la Premier. Para tratar de revalidar el trofeo doméstico y reconquistar el continental, a Klopp le han retenido sus mejores piezas acompañadas ahora por Diogo Jota (16 tantos para los Wolves en la campaña 2019-2020, 45 millones de traspaso) y por Thiago, debutante el domingo, a los dos días de llegar desde el Bayern convertido en uno de los traspasos del verano.
Abandona el internacional español un Bayern recién coronado en el Estadio da Luz, dominador absoluto de las últimas ocho ediciones de la Bundesliga, en la que este año ha arrancado con un 8-0 al Schalke. La séptima diana subió además a la cuenta particular de Leroy Sané, incorporado desde el Manchester City por algo menos de cincuenta millones. Su fichaje se hizo oficial casi al tiempo de otro menos sonado: Tanguy Nianzou. «Era un jugador clave para nosotros. No lo puedo comprender, estoy triste, pero esto es así», lamentaba Thomas Tuchel, su penúltimo entrenador, al saber que perdía al joven central, de 18 años.
Para consolar al técnico del otro equipo que alcanzó la final de la Champions ese PSG que se ha llevado los últimos tres campeonatos franceses retuvo de forma definitiva a Mauro Icardi. Mantener al delantero, que había jugado a préstamo en el PSG, costó sesenta millones a un club en el que ya militan otros dos de los puntas más cotizados: Neymar y MBappé.
El dinero fue a parar a las arcas del Inter para sufragar los gastos nerazzurri en su batalla por desbancar a la Juve. La escuadra turinesa recuperó en el 2011 el rodillo que en el 2006 le arrebató el escándalo de amaños arbitrales, y no lo ha soltado desde entonces. En busca de hilar su décimo título consecutivo en el campeonato italiano, el equipo que ahora dirige Andrea Pirlo firmó un curioso trueque con el Barça que les reportó a Arthur (24 años) y una decena de millones a cambio de Pjanic (30). Además, tratando de encontrar un atacante que haga los coros a Cristiano y Dybala han llegado hasta Morata, a quien pretenden reincorporar prestado para luego contratar de forma definitiva, al modo habitual de compra en tramos que ahora se impone para salvar balances y exigencias del control financiero.
Odegaard, de vuelta
Tirando de argucias o sin ellas, cada vigente campeón de las ligas más importantes de Europa ha sido capaz de retocar el plantel para aspirar a revalidar éxito y pasearse por la Champions con ciertas garantías. Solo el Real Madrid ha perdido recursos en un grupo que ya se demostró escaso para la batalla continental. Bale se ha llevado su intrascendencia de vuelta al Tottenham, donde se ha instalado también Reguilón, por treinta millones de euros. No muy lejos ha ido a parar James, adquirido gratis por el Everton, cuarenta millones más barato de lo que le costó Achraf al Inter. Saturación en la lista de bajas solo contrarrestadas por el retorno de Odegaard desde San Sebastián.
El noruego pisó el domingo Anoeta para ser titular de nuevo. En esta ocasión lo hizo en el bando visitante, flanqueado por Vinicius y Rodrygo, que luego (ya sin el 21 en pista) se convirtieron en Marvin y Arribas. Está Zidane como para rodajes, dirigiendo el exponente más obvio de la depauperación de la Liga frente al resto de campeonatos de enjundia. La merma ha alcanzado a cada escaño del torneo, independientemente de las aspiraciones de sus ocupantes. Puede que Messi haya concedido una prórroga, pero el que aún pretende venderse como la mejor competición doméstica del planeta ya no es capaz de llenar de estrellas ni sus carteles promocionales.
Las diferencias se acentúan en el segundo peldaño
Esa contención forzosa de la que en ocasiones emergen excelentes productos de cantera se ha propagado por toda la tabla liguera. El Atlético trata de convencer a sus jugadores de los beneficios de una rebaja salarial, mientras el Valencia y el Barcelona se deshacen directamente de aquellos con las retribuciones más altas (un lote de prescindibles en el que no entra Messi, por supuesto). Si Parejo y Coquelín recorrieron de saldo los sesenta kilómetros que median entre Mestalla y el Estadio de la Cerámica otros como Vidal, Rakitic o Suárez han ido a parar algo más lejos.
El éxodo de vacas sagradas apenas ha sido disimulado. En el Camp Nou, aparte del trueque Arthur-Pjanic, la incorporación estrella es la de Trincão, extremo portugués solo probado en el Braga. A Valencia no ha llegado nadie. Tampoco al Atlético, centrado de momento (Suárez asoma) en prolongar la estancia de Carrasco. El Sevilla, campeón de la Liga Europa y cuarto en la de andar por casa en el curso 2019-2020, es la excepción al ahorro con 50 millones ya gastados.
A un potosí de distancia, aun así, de quien ocupó la última plaza Champions de la Premier. Desoyendo las reglas más básicas del consumo, el Chelsea salió a comprar con hambre atrasada tras haberse perdido por sanción el mercado estival hace un curso. 230 millones invertidos en sumar a Havertz, Werner, Chilwell y Ziyech —Thiago Silva llegó gratis— a la causa por apuntarse a la pelea entre el Liverpool y el City.
En Stamford Bridge han escapado a la austeridad generalizada, que incluso ha limitado a 90 millones lo gastado en refuerzos por Guardiola, diez menos de lo pagado por el Tottenham para satisfacer a Mourinho.
Casi la misma cantidad que convierte al Inter en el conjunto más derrochador del Calcio, por delante de la Juve y del Nápoles, que pagó por el delantero nigeriano Osimhen (18 goles en el Lille) 70 de los 110 millones ingresados tras colocar a la mitad del plantel con el que naufragó la pasada campaña. Excepciones a una contención financiera que en Alemania rompe el Dortmund (50 millones invertidos).
La significativa brecha entre los recién ascendidos
El ascenso le costó al Cádiz algo más que 42 jornadas de esfuerzo. Nueve millones ha tenido que desembolsar el conjunto andaluz para hacer frente a las compras forzosas de jugadores tras recalar en Primera. Obligaciones que han consumido los recursos económicos del conjunto amarillo, centrado ahora en aligerar fichas para atender de urgencia las peticiones de Cervera. El Elche ha invertido la mitad, y casi todo se lo ha llevado el pase de Raúl Guti desde el Zaragoza, mientras que el Huesca, campeón de Segunda, solo ha dispuesto de tres millones para refuerzos. Entre todos suman lo que le ha costado al Leeds hacerse con el exdeportivista Hélder Costa, y la cuarta parte de cuanto ha gastado el recién ascendido para satisfacer a Bielsa —más de 70 millones, con Rodrigo (ese que era jugador franquicia del Valencia) como adquisición estrella—. Los otros dos recién llegados a la Premier (West Brom y Fulham) han invertido casi 25 millones por cabeza.
Enorme brecha esclarecedora, que no se recorta demasiado en Francia, donde el Lorient y el Lens se han reforzado por valor de 20 millones por barba. En Alemania el Stuttgart se ha gastado once. No parece una locura el dispendio de un conjunto convertido últimamente en equipo ascensor de la Bundesliga, pero en la máxima categoría española hay trece escuadras que no han alcanzado esa cifra.
Futbolistas con solera como recurso
Mientras los clubes que aún conservan cierto potencial económico se abrazan para la remodelación a exóticos proyectos de estrella, aquellos que no pueden permitirse el lujo de arriesgar su patrimonio recurren a dos vías: la recuperación de viejas glorias y los productos de cantera.
En el primer caso no hay mejor exponente cercano que el de Cazorla, autor de una inmensa campaña con el Villarreal antes de abandonar de nuevo la Liga. Espejo al que ahora se asoma la Real Sociedad con Silva, quien redebutó a los 34 el pasado domingo en Anoeta. La misma edad con la que Negredo abrió la cuenta del Cádiz en el Alcoraz. El punta retornó desde Dubái para convertirse en uno de los fichajes más llamativos del verano. Otro fue el de Claudio Bravo, indiscutible para Pellegrini en la portería de un Betis al que mantiene líder de este austero campeonato.