Un reto al Ineos en el Tour de la pandemia

DEPORTES

La carrera francesa, desplazada al mes de septiembre por el covid-19, comienza hoy en Niza con Roglic y Dumoulin como grandes esperanzas para finalizar con la tiranía de los ingleses

29 ago 2020 . Actualizado a las 12:22 h.

A estas alturas del año, en un mundo ideal o, al menos, sin pandemia, el pelotón debería estar atravesando los polígonos industriales tan característicos de la Vuelta a España. En cambio, los corredores se preparan para tomar salida desde Niza en el 108.º Tour de Francia (14 horas, Teledeporte). La carrera más importante del calendario ciclista mundial se ha comido las fechas destinadas a la ronda española para tratar de garantizar los ingresos de buena parte del mundo de las dos ruedas. Porque ya sea en julio, agosto o septiembre, el Tour es el Tour.

La excepcionalidad de este año tiene tantas aristas que es difícil interpretarlas todas. Partiendo desde lo más básico, que es que en Francia manda el Ineos, con siete amarillos en París en los últimos ocho años. El conjunto inglés quiere seguir haciéndolo, repitiendo apuesta con Bernal —ganador en el 2019 y que se retiró por molestias del Dauphiné—, pero ha descartado para la Grande Boucle a Froome (cuatro veces ganador) y Thomas (vencedor en el 2018). Entienden en el equipo que con Carapaz, Amador, Kwiatkowski y compañía debería ser suficiente. El Ineos ha dado sobradas muestras de saber calcular sus apuestas, pero este año hay, por fin, un rival con posibilidades reales de impedirles encadenar un nuevo triunfo.

La amenaza del Jumbo-Visma

El equipo holandés, heredero del Rabobank, parte con una alineación de lujo encabezada, en teoría, por Primoz Roglic. Pero el esloveno se cayó en el Criterium del Dauphiné y hay dudas sobre su estado físico. La segunda bala es Tom Dumoulin, flamante fichaje para este curso. Brillante contrarrelojista y vencedor del Giro en el 2017, parece totalmente recuperado de esa lesión que le hizo parar un año. El fenómeno Van Aert, Bennett, Gesink o Tony Martin completan una alineación obligada —por inversión y calidad— a aspirar al amarillo.

Del monopolio al duopolio

Si Bernal, Roglic, Dumoulin o, quizás, Carapaz, no acaban ganando la carrera será una sorpresa. Pero la carretera no es una ciencia exacta, y en el pelotón sobran aspirantes. Empezando por los franceses. Alaphilippe quiso hacer creer a la hinchada local que podía aspirar a un trono al que no se aúpa ningún galo desde Hinault. El año pasado, el del Quickstep sacó la bandera blanca en los Alpes. La cordillera vuelve a erigirse como jueza del Tour en la última semana de carrera con la inédita subida al Col de la Loze, en la cumbre de la estación de esquí de Méribel, como primera gran prueba. Thibaut Pinot, un escalador privilegiado pero muy desgraciado durante su trayectoria, llega tras ser segundo en el Dauphiné, en un estado de forma inmejorable y con un equipo que trabajará para hacerle grande en la montaña.

Solo «media» contrarreloj

Los especialistas contra el reloj viven una era triste en las grandes vueltas, con una especialidad que se ha reducido a la mínima expresión en las carreras de tres semanas. Una única crono presenta el recorrido de este año, que además será medio cronoescalada con cambio de bicicleta en la ascensión final. Un recorrido que favorece a Mikel Landa. Fuera del Movistar ha logrado afianzar un liderazgo sin discusiones ni tricefalias en el Bahrain. No se le presentará una ocasión mejor.

Por su lado, los telefónicos, afrontan por primera vez en los últimos años la carrera sin esperanzas de victoria. Valverde con 40 años, Enric Mas y Marc Soler son, a falta de echarse a pedalear, una pobre baza para Francia.