Es un sueño hecho realidad. Suena a tópico, pero adquiere un significado exacto. Hemos hablado de ello, pero no imaginábamos hace muy poco tener otro jugador español número 1 del mundo. Soy sincero al decir que si me lo hubieran preguntado hace pocos años mi contestación sería que yo no lo iba a ver. Así que la felicidad se multiplica. Y la ilusión es doble. Primero por lo que se le pudo ayudar en su formación cuando estuvo en la residencia Joaquín Blume. Y además porque es de agradecer lo que nos ha hecho vibrar. Como muy pocos. Su valentía, determinación, la mirada matadora que tanto nos recuerda a Severiano Ballesteros, de killer, de jugador que solo quiere ganar.
A nivel de golf español seguro que este éxito de Rahm va a suponer un empujón que nos vendrá de maravilla, como el que antes nos dieron Seve, Olazábal, Jiménez o Sergio García. Porque Jon, además, tiene un atractivo sin límite jugando al golf.
Hay jugadores muy buenos que no transmiten, y él es puro imán para el aficionado. Seguiremos encontrando semejanzas entre él y Severiano. Me encanta el respeto que siempre le ha profesado. Jon respeta los legados, se inspira en ellos y en esta caso es innegable que muestra su ambición, la del jugador que quiere hacer uno en un par cuatro.
Lo siguiente que nos espera con Jon es un major. Lo tiene muy claro. Lástima que el coronavirus le haya impedido defender el título en el Open de España como número 1 del mundo.
Gonzaga Escauriaza, presidente de la Federación Española de Golf
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