El base español le ha cambiado la cara a los Phoenix Suns, que ocupan este año puestos de «play-off» tras ser últimos el año pasado
08 dic 2019 . Actualizado a las 10:36 h.Hace ya una década que a Phoenix Suns les venía saliendo todo mal. El actual equipo de Ricky Rubio fue el peor equipo de toda la conferencia Oeste de la NBA el año pasado (con un récord de 19-63). También el anterior (21-61). Y el anterior del anterior (24-58). En la 2015-2016 lograron ser penúltimos, su mejor registro en cuatro temporadas. Desde que Amare Stoudamire primero, y Steve Nash después, dejaron la franquicia de Arizona, las malas decisiones en los drafts y en los mercados de fichajes se han acumulado campaña tras campaña. La decadencia culminó con una racha de 17 derrotas consecutivas el pasado curso, la peor de su historia. Llevan 10 años sin lograr clasificarse para las eliminatorias por el título.
La trayectoria de Ricky Rubio en la NBA tampoco ha sido sencilla. Llegó en el verano del 2011 con la pesada etiqueta de redentor de una franquicia, los Timberwolves de Minnesota, que no levantaba cabeza desde que Kevin Garnett cambió Mineápolis por Boston. En seis años promedió 10,3 puntos y 8,4 asistencias por partido, pero el equipo decidió traspasarlo.
Llegó a Utah y con su baloncesto inteligente y su irregularidad en los porcentajes de cara a canasta, lideró desde el puesto de base a un equipo que brilló y alcanzó los play-off las dos temporadas que el catalán defendió la camiseta de los Jazz. Pero la dirección de la franquicia quiso dar un salto de calidad en el equipo y la cuerda se rompió por el puesto de base. Utah logró hacerse con Mike Conley, un base de primer nivel y con una larga experiencia en la Liga, mandando a Ricky a Arizona donde le esperaba un desierto físico y también de resultados.
Tras cuatro meses de competición, Ricky Rubio y los Phoenix Suns son los séptimos clasificados en la conferencia Oeste, juegan un baloncesto alegre y apuntan al play-off. Un cambio radical en el que el español tiene mucho que ver.
Baño de oro en verano
«Es momento para simplemente ser feliz. Estar enfadado, triste o darle más vueltas no merece la pena. Que las cosas fluyan. Ser positivo», escribió Ricky en Twitter tras enterarse de que le tocaba hacer las maletas rumbo a Phoenix. Su carrera proseguiría en los Suns, un equipo sin aspiraciones e inmerso en una reconstrucción crónica.
Ricky alivió sus penas en China, ganando el Mundial con España y siendo elegido MVP de la competición. Borrón y cuenta nueva antes de iniciar el curso en Arizona.
Y tanto. El del Masnou promedia esta campaña 12,6 puntos, 8,7 asistencias y un robo y medio por partido. No son sus mejores números, pero su influencia en el equipo es total y fácilmente medible.
Los Suns son esta temporada el segundo equipo que más logra tirar desde posiciones exteriores libres de marca. El año pasado, en este mismo ránking, ocupaban el puesto 28. Phoenix es también el segundo equipo que más asistencias reparte por partido. La anterior fueron vigésimos. Hay más. Devin Booker, estrella del equipo y uno de los mejores tiradores de la NBA, ha incrementado en un 20 % sus canastas que llegan tras una asistencia. El 64 % de los tiros que intentaba el curso pasado no llegaban precedidos de pase.
Otro dato que evidencia esta mejora y la influencia que un creador de juego como Ricky Rubio ha tenido en el equipo es fijarse en las estadísticas de sus compañeros. Los hombres importantes de los Suns están alcanzando este curso números similares a las mejores marcas que habían firmado en sus carreras, pero es que además, jugadores de trayectorias discretas como Aron Baynes o Frank Kaminsky superan los dos dígitos en sus promedios anotadores. O lo que es lo mismo. Su mejor baloncesto se desarrolla recibiendo pases de Ricky.