Marc Márquez alcanza otro imposible

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TORU HANAI | EFE

El piloto inclina su moto por encima de los 70 grados, un límite jamás visto en motociclismo

26 oct 2019 . Actualizado a las 21:40 h.

«Me ha superado, me ha superado. Lo he visto repetido 50 veces y no me canso de verlo. Estas cosas pasan una vez en la vida», decía Marc Márquez, el especialista en salvar caídas de la parrilla de motoGP, cuando el fin de semana pasado su hermano Álex lograba, mágicamente, evitar una caída inevitable bajo la lluvia de Motegi. El pequeño de los hermanos de Cervera se agarró al manillar después de ser escupido por su moto y no lo soltó hasta domarla tras una exhibición de patinaje acuático.

Una maniobra espectacular, similar a la firmada por Randy Mamola en Misano en 1985 en el mundial de 500 centímetros cúbicos. Pero aquel día, en San Marino, no llovía.

Las similitudes entre el vuelo con final feliz de Mamola y Álex Márquez son evidentes. Al parecer, salvadas de este tipo ocurren, quizás, una vez cada 35 años. Marc Márquez se equivocó. Lo que nunca había ocurrido —hasta ayer— era que un motociclista inclinase su moto hasta los 70,8 grados. Un récord histórico que sucedió en Australia.

Fue en la décima curva durante el test de neumáticos posterior a la segunda sesión de entrenamientos libres en el circuito de Phillip Island cuando Marc superó la Lukey Heights —nombre que recibe la novena curva del trazado—. Es un giro de izquierdas, de escasa visibilidad y cuesta arriba que da acceso al segundo y último viraje lento del recorrido. En esa novena curva, Márquez colocó su Honda en tercera y trazó el giro a una inclinación de 57 grados a más de 130 kilómetros por hora. Salió airoso y redujo a primera. Comenzaba la fantasía.

Tres segundos para la historia

Curva hacia la derecha muy cerrada. Después de la frenada y de reducir hasta la marcha más corta Marc Márquez, que circula a 67 kilómetros por hora, mantiene el equilibrio de manera hipnótica con su máquina trazando un ángulo de 70,8 grados. Es la tecnología la que realiza la medición, porque desde la cámara trasera, y a simple vista, la moto y el piloto parecen dibujar un ángulo prácticamente recto. Es en ese momento cuando la rodilla se engancha en el piano. Un ligero brinco sobre el sillín inicia los síntomas de la pérdida de equilibrio. Márquez comienza a abrir la trazada, va directo hacia la tierra pero aún en pie. Y entonces, en un movimiento difícilmente perceptible para el espectador de no ser por un giro de cabeza de Márquez que hace intuir algo, vuelve la armonía. ¿Es la rodilla, el codo o todo a la vez lo que logra cambiar la trayectoria? La Honda se revuelve bruscamente antes de enderezarse.

El español superaba así su propio récord de inclinación con su montura. Aquel que dejó en Brno en el año 2014 de 68,3 grados antes de rectificar y dejar la marca de su rueda sobre el asfalto checo.

Ayer el catalán firmó otro imposible en las antípodas. Márquez levantó el brazo y dedicó al público australiano la salvada y el récord ante un ejército de comisarios que seguían su estela con la vista. Testigos de historia del motociclismo. Todo sucedió en tres segundos escasos. Así de breves son los grandes acontecimientos de este deporte.