En su segundo título mundial, España volvió a disfrutar de una final plácida. Llegó a China sin sitio entre los favoritos; ese club de grandes lo integraban EEUU, Serbia, Australia, y a casi todos se los fue cargando la selección hasta llegar a la gran final. Enfrente, Argentina, que tampoco contaba en las apuestas. La albiceleste, una sucursal de la ACB, había basado su éxito en Scola, Campazzo y la explosión de Deck. Su problema empezó en la rotaciones, en esa unidad a partir del sexto hombre. Siempre se habla de las figuras, pero qué difícil es ganar sin una rotación sólida. España la tuvo siempre. Reducido el equipo a nueve jugadores, Llull, Pau Ribas, Willy y Oriola estuvieron espléndidos cada vez que se les llamó a filas. Y qué decir de Rudy, impecable asumiendo su rol sin egoísmos, descomunal haciendo su trabajo.
Esta segunda unidad ha sido decisiva para ganar algún partido en el que las estrellas no andaban muy finas.
Repito que la final fue plácida. Oriola le daba la razón a Scariolo con un comienzo espectacular. La primera brecha. Argentina se acercó: los primeros minutos de un partido de baloncesto nunca deciden nada. En el segundo arreón España cobró ventaja y ya navegó siempre por encima de los diez puntos. Oliendo la derrota, Sergio Hernández mandó a sus hombres endurecer el partido. La selección, que anotaba con fluidez llegando al aro sin problemas, de pronto se paró por aquello de jugar largo. Los árbitros, decía Antúnez, van a dejar jugar. No. Lo que dejaron es de pitar. Se perdieron balones y el marcador se estrechó, pero nada importante. Rápidamente todo volvió a la casilla de salida.
Campeones del mundo, casi nada. Detrás de la generación de oro no está el vacío. Cada verano en las categorías de los más jóvenes España es una potencia. Tardarán siglos en salir un Navarro o un Pau Gasol, pero siempre tendremos un buen equipo. Ahora que se ha impuesto el tiro de tres, ha quedado claro, si no lo estaba para algunos, que la defensa es el punto de partida para luchar por la victoria. España le ha hecho un homenaje a la defensa y a la pasión. Defensa y pasión, entrega, conceptos imprescindibles, luego hablaremos del resto.
Lo malo, que dentro de un par de días se habrá disipado el ruido, y el deporte quedará reducido a lo que todos sabemos, fútbol y fútbol.
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