Teresa Portela: «Si me tienen en cuenta a mí para las medallas de Tokio, eso es bueno»
DEPORTES
La canguesa se declara feliz de haber podido conseguir su anhelo, con la ayuda de los suyos muy presente
26 ago 2019 . Actualizado a las 15:29 h.Descansar, y desconectar de los entrenamientos durante un mes. A ello se apresta a entregarse María Teresa Portela Rivas (Cangas, 1982) tras haber redoblado la admiración de todo un país y sus rivales, grabando su nombre en el listado de oro de las referencias del deporte español como su primera mujer capaz de alcanzar sus sextos Juegos Olímpicos. Si ningún percance o maniobra incomprensible de la Real Federación Española de Piragüismo la priva de defender la plaza en el K1 200 de Tokio 2020 que en la mañana del sábado agenciaba para España con su bronce en la final del Mundial de Szeged. Un sueño, define Teri, que cumplirá con 38 años, y tras el que, reivindica, se esconde no solo su trabajo, su ilusión, y su fe en sí misma; también el del entorno que la arropa.
-Acaba de ganar la plaza para sus sextos Juegos Olímpicos. Sabrá desde hace tiempo que ninguna otra española lo había hecho antes. Ya es usted una leyenda del deporte hispano.
-Sí. La verdad es que... ¡Bufff...! Estoy súper contenta. Venía con idea de conseguir la plaza olímpica, siendo consciente de que iba a ser muy complicado, por como está el K1 200. ¡Tan, tan igualado! En la final se vio. Está Lisa -Carrington- por delante, y el resto muy igualadas. En el campeonato me encontré muy bien, y a partir de ahí empiezas a sacar conclusiones. Me vi con opciones de sacar la plaza; y con opciones de sacar la plaza, sabía que tenía opciones de medalla. Las cinco primeras estábamos muy igualadas. Estuve súper centrada. Sabiendo que llevaba en la calle 4 a Lisa, que iba a ser su regata, y yo me tenía que centrar en la mía. Es una chica que nos quita un barco, y te puede descentrar si la tomas como referencia. Al otro lado tenía a la polaca -Marta Walczykiewicz, plata-, había coincidido con ella en la eliminatoria, y fue una buena referencia para mí.
-Nos cuenta el cómo. ¿Qué hay del qué? Nadie ha sido capaz de llegar a donde lo acaba de hacer usted. Lo dicho, es leyenda.
-La verdad es que no lo pensé mucho [Risa]. Contenta. Yo conseguí la plaza para España, pero no sé como estará la cosa el año que viene -la Real Federación Española de Piragüismo debe fijar todavía los criterios de selección, o de elección-. Al final hay mucho trabajo detrás, mucha gente en mi entorno ayudándome para que pueda cumplir mi sueño, estar en mis sextos Juegos. Es muy complicado mantenerse 20 años o más en la élite de un deporte. Estoy feliz.
-«No sé lo que he hecho», se le escuchó nada más pisar tierra tras su nueva proeza. Lloraba y temblaba mientras buscaba a su hija, Naira. ¿Es Naira y su presencia en cada gran evento su poción mágica?
-Sí, sí, sí. Yo llegué, y no sabía cómo había entrado en meta. ¡Fue tan igualado! Llegué, imagínate, con toda la tensión de la final; la polaca miraba para mí, yo miraba para ella. No sabíamos qué había pasado. ¿Tengo que llorar, tengo que reír, o tengo que gritar? No sabía cómo habíamos entrado. No sabía cómo había quedado. ¿Que Naira es mi poción mágica? [Risa] Pues, puede ser. No lo sé.
-Ha paleado con 37 años. La kayakista más veterana tras usted en la final de Szeged tiene cuatro años menos; la siguiente medallista, siete. Y no solo ha logrado uno de los cinco billetes para Tokio. Lo ha hecho colgándose un bronce, a 1 centésima de la plata, su primera medalla en un Mundial tras la del 2015 con la que conseguía el pase a Río. Con usted se rompió el molde.
-Sí… Bueno. A veces la gente dice: «Tienes 37 años». Sí, es verdad. Los estudios dicen que pierdes velocidad con los años. Pero yo siento, sé, que estoy ahí. Entrenando sigo en los tiempos. Yo confío en mí, y estoy centrada en esta prueba -el K1 200-. He aprendido muchísimo estos años sobre mi cuerpo, cómo compito. Y a seguir peleando y mejorando.
-A los hechos me remito. A un año de los Juegos Olímpicos, usted es una de las favoritas al podio. Esa maldita espina clavada en su brillante hoja de servicios.
-Sí. Sí. Evidentemente, a todo el mundo le gustaría ganar una medalla olímpica. Igual que aquí -el Mundial de Szeged- venía con idea de acabar entre las cinco primeras y con una medalla. Pero para conseguirlo tiene que salir todo perfecto: No tener ninguna molestia, ningún problema muscular, no desequilibrarte en ningún momento... En la final podía haber sido segunda, como octava, o no haber entrado siquiera. La representante sueca venía de ser bronce en el anterior Mundial, este año ganó medallas en las copas del mundo, y no se metió en la final. Eso significa que está todo igualado. En los Juegos, igual, tiene que darse todo perfecto, no descentrarte, no perder palada… Me gustaría la medalla olímpica, claro que sí. ¿Favorita? Sí, pero las cosas pueden cambiar mucho en un año. La polaca acabó segunda en este Mundial, y el año pasado fue quinta. Hay muchas favoritas. Igual que Lisa es la favorita al oro, la plata y el bronce están muy reñidas. Y se me tienen a mí en cuenta para ello, eso es bueno.
-Y una vez más, con un año entero para preparar a conciencia y sin la presión de escalas intermedias el asalto a la medalla olímpica.
-Ahora toca descansar, que también es fundamental. Descansar, desconectar un mes. Y el año que viene, intentar volver a encontrarme como hoy. En buena forma. Y sobre todo, con ganas e ilusión. La plaza es de España, y va a criterio de la Federación.
-Parece ilógica la necesidad de un selectivo en el 2020 para decidir la ocupante del K1 200 español en Tokio.
-Pues no lo sé. No lo sé. No sé si ya están decididas las bases. No sé si tendré que hacer un selectivo. Ni siquiera he hablado con mi entrenador de ello. Hasta hoy solo pensé en quiero la plaza, quiero la plaza.
A una medalla de sumar tantos grandes podios internacionales como años tiene
Teresa Portela hacía su gran puesta de largo internacional nada menos que en 1999. Al año siguiente de su cuarto puesto en el K1 500 del último Mundial del Siglo XX, la de Cangas debutaba en los Juegos Olímpicos, cerrando en Sídney su participación en las semifinales del K1 500, en la única de las cinco ediciones a las que ha acudido que saldó sin al menos un diploma. En esos mismos año 2000 y K1 500 conseguía el subcampeonato europeo júnior, su primer gran podio internacional. A partir de ahí, hasta 36 medallas entre Campeonatos del Mundo, Europeos y Juegos del Mediterráneo, a una de sumar el mismo número de años con los que Portela ha obtenido la última presea, en Szeged.
El palmarés de la leyenda del deporte español incluye dos títulos, media docena de subcampeonatos y siete bronces en Mundiales de Esprint, un total de 15. Tres más, 18, acumula en Campeonatos de Europa, en los que sobresalen sus siete oros, por cinco platas y seis bronces. Una cuenta que se completa con los subcampeonatos de los Juegos del Mediterráneo del 2005 y 2009 en K1 500, y el título que conquistaba en la edición del año pasado en su barco fetiche, el K1 200.
Solo el podio de los Juegos Olímpicos se le resiste, hasta hoy, a Teri Portela, con cinco diplomas en su currículo. En Atenas 2004 firmó sendos quintos puestos en el K2 y K4 500, plaza que repetiría en este último barco en Pekín 2008, siendo además semifinalista en el K1 500. Dos punzantes décimas de segundo privaron a la gallega del bronce en el K1 200 en Londres 2012, cuarta, finalizando sexta en la edición de Río 2016. En Tokio debe poder desquitarse.