Bernal, el niño prodigio que volaba por los senderos de Zipaquirá

Iván Antelo REDACCIÓN

DEPORTES

YOAN VALAT

Fue tutelado desde los 8 años por Fabio Rodríguez, el gregario de Rominger en el equipo Class, y hasta el 2016 competía en el ciclismo de montaña

27 jul 2019 . Actualizado a las 19:55 h.

 No lo consiguió Lucho Herrera. Tampoco Fabio Parra, ni mucho menos Gustavo Rincón, Víctor Hugo Peña, Santiago Botero, Fernando Gaviria, Martín Farfán o el Cacaíto Rodríguez. Han tenido que pasar 116 años para que Colombia celebre su primer Tour de Francia. Un país de grandísimos escaladores, que vive con pasión este deporte, pero que quizás nunca había logrado tener un corredor de la consistencia de Egan Bernal. El ciclista del Ineos logró en Val Thorens asegurar el triunfo en su primera grande, con apenas 22 años (el cuarto campeón más joven en la historia del Tour), demostrando ser el más fuerte en las etapas alpinas.

 Nacido en el seno de una familia humilde (su padre era vigilante de seguridad y su madre cultivaba flores) y criado en una pequeña población (Zipaquirá) a 42 kilómetros de Bogotá, Bernal tuvo la fortuna de que una vieja gloria de su país lo tutelase desde los 8 años, cautivado por cómo ascendía y descendía por los senderos montañosos de la comarca. Aquel hombre era Fabio Rodríguez, gregario de lujo en la montaña de Tony Rominger en el equipo Class, que tuvo su momento de gloria con la victoria en la Vuelta de los Valles de 1993, superando a todo un icono de la historia del ciclismo como Robert Millar.

Beso lindo, como se le conocía a Fabio Rodríguez por la hendidura que mantiene en el labio superior, guio a Egan hasta que este cumplió los 16 años (en el 2013). En aquel momento Colombia ya se le quedaba pequeña y debía volar solo. En el 2014, se proclamó en Hafjell (Noruega) subcampeón del mundo júnior de ciclismo de montaña y en el 2016 se pasó a la disciplina de ruta, después de superar una prueba con el equipo profesional continental del Androni Giocattoli-Sidermec. En el 2017 participó en sus primeras carreras World Tour, destacando en la Tirreno Adriático y el Tour de los Alpes. Fue ahí cuando el Sky (el equipo que ahora es el Ineos) pagó un traspaso para hacerse con sus servicios a partir del 2018, aunque antes tuvo tiempo de alzarse con el Tour del Porvenir.

Con el Sky y el Ineos ha ganado el Tour de California, la París-Niza y la Vuelta a Suiza, lo que le valió para ganarse el respeto dentro del equipo de cara a este Tour, una vez conocida la baja por lesión de Froome.

Victoria incontestable

Y en el presente Tour, Bernal dejó lo mejor para el final. Aguantó agazapado en las cronos y en los Pirineos, evitó las caídas y los abanicos, y dio el hachazo final en los Alpes. Tan solo la adversa meteorología deslució un poco la gesta del viernes, en la que volaba hacia Tignes en solitario, con sus rivales incapaces de seguirlo. Al menos consiguió el amarillo que en la última etapa alpina mantuvo casi sin despeinarse.

La jornada sabatina estuvo a punto de neutralizarse por el nefasto estado de las carreteras alpinas, pero al final se salvó los muebles acortando la etapa a apenas 50 kilómetros, en los que únicamente se realizó la ascensión final a Val Thorens, saltándose las otras montañas del recorrido oficial (Roseland, de 1ª; y Longefoy, de 2ª).

Nibali atacó de salida, cogió una ventaja de dos minutos junto a otros escapados de calidad, y el italiano impuso su talento. Por detrás, el Jumbo fue a por el podio con Kruijswijk y lo consiguió. Entre Castroviejo y Laurens De Plus, con la ayuda improvisada de Marc Soler, reventaron a Alaphilippe, que acabó quinto en la general. El francés fue el único de los favoritos que no entró de la mano del justo campeón, un Bernal que amenaza con marcar época.