Si hacemos caso al perfilado tópico entre los técnicos de que aquello que funciona es mejor no tocarlo, o removerlo poco, parece claro que Luis Enrique está ante algo que no le convence. De su última lista, se han diluido hasta nueve jugadores. No tiene pinta de retoque. Desde que tomó las riendas de la selección, ha llamado a 41 futbolistas diferentes. Entre sus 23 citados para el duelo de esta noche, solo siete formaron parte de los reclamados por Lopetegui para el Mundial de Rusia hace apenas nueve meses. Mucho más que un plan renove.
Sus convocatorias, hasta en la propia puesta en escena, se han convertido en una especie de cásting que mezcla: una cada vez más reducida nómina de fijos, peloteros que atraviesan un momento dulce, apuestas muy particulares ?difíciles de explicar? que responden al marcado carácter del asturiano y una serie de veteranos de entreguerras, que siempre han estado ahí fuera, pero que nunca han acabado de forjarse plaza dentro.
Lo que la coctelera prueba, amén de que sea el momento de agitarla cuando el margen hasta la Eurocopa es amplio, es que Lucho no tiene claro todavía a qué jugar ni con quién. Un ejemplo basta. Tras la renuncia de Piqué, han desfilado por la plaza de central acompañante de Sergio Ramos hasta seis futbolistas diferentes: Nacho, Albiol, Íñigo Martínez, Mario Hermoso, Diego Llorente y Bartra. Sergi Gómez aspira ahora a convertirse en el séptimo. Una línea defensiva en la que, por cierto, el técnico asturiano ha tenido ya que merendarse el orgullo con Jordi Alba. Y, si avanzamos, no es difícil dilucidar lo atrevido que resultar recitar un equipo. Por ahora, lo del cásting y las pistolas láser resulta hasta entretenido. Pero, en el fútbol, se hace tarde demasiado pronto.
Comentarios