Crítico con la actitud de los pilotos más jóvenes, el asturiano cree que han perdido la capacidad de correr limpiamente
23 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Es probable que McLaren no tenga muchos motivos para levantar la voz ni Fernando Alonso -al volante de un monoplaza que no es capaz de pasar de la Q1 desde hace varias carreras- para sacar pecho, pero después de abandonar en el GP de Estados Unidos el español señaló uno de los males endémicos que sufren los pilotos más veteranos: los jóvenes. Aunque suene a rabieta, destacó el bajo nivel y la falta de cuidado a la hora de encarar las carreras. Este año se las ha tenido que ver con hombres como Lance Stroll, cuyo mérito para estar en fórmula 1 es tener un padre rico, o Kevin Magnussen, que en Estados Unidos fue excluido por exceso de consumo de combustible.
Lo que desvelan los comentarios de Alonso es que en los últimos tiempos han aterrizado en la formula 1 pilotos con un grado de conocimiento de la agresividad directamente proporcional al de su juventud. «Igual hay que poner protecciones como en los karts de alquiler», ironizó el español, sobre algo que ya se ha visto en muchas carreras este año: accidentes en los que el exceso de optimismo de un piloto se ha convertido en inconsciencia y ha provocado algún accidente.
Alonso aseguraba que esto no ocurre en el Mundial de resistencia, o al menos él no lo ha sufrido aún. El problema en la fórmula 1 es que están llegando corredores que aún tienen la sangre demasiado caliente como para refrenar sus impulsos. De entre todos los jóvenes que han llegado y llegarán en un futuro próximo -el año que viene dan el salto Lando Norris a McLaren y George Russell a Williams, dos grandes promesas-, hay uno que brilla y que es capaz de lo peor y de lo mejor: Max Verstappen. Su actuación en el circuito de las Américas le granjeó otra vez el premio a mejor piloto del día, algo que ya se ha convertido en costumbre. Verle en pista es un espectáculo, sobre todo cuando en ese caminar por el filo de la navaja no se cae. Verstappen apenas ha pasado los 20 años y ya tiene en su haber cuatro victorias y 19 podios. El último lo marcó el domingo, con una memorable remontada, por delante del mismísimo Lewis Hamilton.
Hamilton y Verstappen
El británico, aunque más joven que Alonso, comparte con el español sus valores generacionales con respecto al automovilismo. La frialdad que demostró en esas últimas vueltas del GP de Estados Unidos, cuando se asomó al abismo del abandono en su lucha con el propio Verstappen, es un síntoma de lo que criticaba Alonso: hay pilotos que se pasan de agresivos, ante la permisividad de la FIA. Es más que probable que si en lugar de Verstappen hubiera sido otro corredor (Bottas no cuenta), Hamilton hubiera sacado el colmillo. Con Mad Max no se atrevió: Verstappen camina o revienta, pero nunca cede, una agresividad que ya le ha costado alguna reprimenda de su propio equipo, pero también la admiración mayoritaria de la afición.
A diferencia de hombres como Magnussen, Stroll o antes Maldonado, Verstappen suele saber medir (no siempre) hasta qué punto puede encender las calderas. Por eso, gracias a él y a un inconmensurable (e inesperado) Kimi Räikkönen, la resolución del campeonato se ha ido una semana más. Pero también por eso, Alonso se siente más a gusto fuera de la fórmula 1, cuando cree que las nuevas generaciones han perdido la capacidad de correr limpiamente.