Parece que siempre gana el mismo en la Champions: haciendo o concediendo, como en toda la eliminatoria. Y eso que hablamos del equipo que mejores jugadores aglutina en el centro del campo. En la vuelta el Bayern generó muchísimo peligro de tres maneras: gracias a la fijación del perfil derecho, la dualidad de Ribery y Alaba en la izquierda y la recarga en esa segunda línea de remate para aprovechar lo que ocurría antes de la finalización. El Madrid tuvo muchísimos problemas para defender todo ese volumen de llegadas del rival. La forma de saltar de Kovacic facilitaba recepciones interiores al Bayern, y Lucas y Modric sufrían ante Alaba y Ribery. Los conceptos más interesantes los aportó el Bayern y el hábito ganador lo aprovechó el Madrid.
No hubo estabilidad defensiva en ningún equipo. En la primera parte cualquier acción podía acabar en una situación clara para marcar. Sin balón, ni el Madrid ni el Bayern controlaban. La segunda mitad viene condicionada por el error del portero alemán en el 2-1. Pero luego creo que el Madrid se ajusta con la entrada de Casemiro en el espacio de delante de los centrales. Por otro lado la sustitución de Benzema, curiosamente, le impide correr al Madrid. Y, en tercer lugar, la entrada de Javi Martínez en lugar de James podía pensarse que establecería una ruta por fuera para que el Bayern se hiciese fuerte con envíos desde el exterior y eso se vio más bien poco.
La Champions es la competición del Madrid e independientemente de lo que suceda, está hecha para él. El escudo tiene un peso enorme en esta competición. En el cómputo de la semifinal debió haber sido superado por el rival, pero hay cosas que cuesta explicar con palabras y eliminar a rivales como el PSG, la Juve y el Bayern tiene mérito.
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