La cicatriz de Roma y el oro de Old Trafford

DEPORTES

El Barça, favorito para levantar la Copa frente a un Sevilla sin triunfos desde que doblegó al United

20 abr 2018 . Actualizado a las 23:55 h.

La Copa rejuvenece en la final de esta noche. Tildada de competición menor en función de las conveniencias de unos y otros, esta vez el título en juego en el Metropolitano determinará el éxito o el fracaso de un Barcelona y un Sevilla sin margen para volver a equivocarse.

Afirman que hay poco ambiente azulgrana. Nada mitigará el desencanto de la eliminación en la Champions a manos de un Roma inferior, mientras el eterno rival blanco sigue en pugna por su tercer entorchado seguido. Esa cicatriz latente es la que Valverde debe apresurarse a cerrar para que este proyecto de fichajes cienmillonarios no se lo lleve por delante. Pero malo será que a los azulgrana no les alegre un puchero en el que esta temporada podrían reunir esta Copa, la trigésima que está en disposición de guardar en sus vitrinas, y la Liga virtualmente conquistada, con el aliño de su condición de invicto en el campeonato doméstico.

Al Sevilla no le va menos en juego. La primera temporada después de Monchi, la de la reinvención de un club acostumbrado al jamón de ganar finales, no simplemente a jugarlas, se encuentra en entredicho por una irregularidad marcada por las dudas en el motor: a Berizzo le ha seguido un Montella que tampoco convence. El oro conquistado en Old Trafford, cuando eliminó al Manchester United en octavos de final de la Champions con un fútbol atrevido y brillante, se convirtió en plomo en los bolsillos sevillistas. Estos no han vuelto a ganar ninguno de los siete partidos que disputaron desde entonces. Ni al Bayern de Múnich, que los apeó del sueño de la máxima competición europea, ni en Riazor, donde vieron cómo la sexta plaza liguera se les escapa.

Unos y otros reeditan la final del 2016 jugada en el estadio Calderón y que cayó del lado azulgrana por 2-0 tras la prórroga gracias a la magia de Messi y los goles de Alba y Neymar. El Barça persigue su cuarta Copa seguida, al tiempo que el buen juego exhibido en algunas fases de la temporada, pero que apenas ha encontrado últimamente. Al margen de aquella ocasión, los contendientes de hoy también se habían visto las caras en la Supercopa europea del 2015, que se decantó también en el tiempo extra con un espectacular 5-4 a favor de los azulgrana.

Otro de los protagonistas del choque será Iniesta, ante una de sus últimas ocasiones de levantar un título como culé, mientras en el bando sevillista Jesús Navas aspira a recuperar el tiempo perdido. Ausente en los tres últimos entorchados europeos de su club, pero campeón en las Ligas Europa del 2006 y 2007, el duende de Nervión, de 32 años, pretende recuperar aquello siempre presente en su equipo: espíritu competitivo.

Valverde, que rotó prácticamente por completo en Balaídos, recupera piezas básicas, como Busquets y Rakitic, mientras podría reforzar el mediocampo con Coutinho en lugar de Dembélé. Por su parte, Montella dispone de la plantilla al completo, aunque parece que volverá a inclinarse por Soria bajo palos en lugar de Sergio Rico. La única duda sería la presencia de Muriel o Ben Yedder en la delantera.

Un partido convertido de nuevo en arma política

La final de Copa estará de nuevo marcada por el crispado ambiente derivado de la situación política en Cataluña. Hasta que ruede al balón, la vertiente política protagonizará el choque, con la más que cantada pitada al himno (una acción considerada «violencia verbal» por parte del ministro del Interior), mientras todas las miradas se dirigirán a un palco que presidirá el rey Felipe VI junto a varios ministros y dirigentes territoriales, pero que también contará con notables ausencias como la de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, quien sí había acudido en anteriores ocasiones. No será la única reivindicación política. A la exhibición de banderas esteladas o el llamamiento para vestir prendas amarillas por parte de la afición culé (finalmente el Barça jugará con su color tradicional, de azulgrana) se unirá una gran pancarta en la que se podrá ver la bandera catalana, los colores azulgrana y el mensaje: «Barça! Barça! Barça!».