Los porteros de Real Madrid y Barça llegan al clásico con estados anímicos muy distintos: el costarricense sabe que le buscan sustituto y el alemán vive su mejor momento
20 dic 2017 . Actualizado a las 08:03 h.Desde que coinciden en la Liga española (2009), todos los ojos están puestos en Cristiano Ronaldo y Leo Messi antes de un Real Madrid-Barcelona, aunque quizás la misma atención debería prestarse a los porteros encargados de frenarles. Víctor Valdés (hasta 2014) e Iker Casillas (hasta 2015) fueron dignos rivales del delantero portugués y del argentino, respectivamente. Aunque también les sufrieron (ellos y algunos sustitutos temporales como Pinto o Diego López), hubo pánico en ambos clubs cuando los dos guardametas cambiaron de aires. El Barça lo solucionó con éxito con una pareja como el chileno Claudio Bravo, que rindió a un gran nivel en las dos primeras Ligas de Luis Enrique, y el alemán Ter Stegen, que tras disputar Liga de Campeones y Copa en aquellos dos primeros cursos, menos expuesto a la gran presión, ya lleva dos campañas jugándolo todo menos la Copa (competición que queda para el holandés Cillessen). Su crecimiento ha sido extraordinario y hoy atraviesa su mejor momento hasta el punto de que, en clave Mundial de Rusia 2018, hasta tiembla la titularidad en Alemania de Neuer cuando se recupere de su lesión. Por el contrario, pese a los títulos conquistados por el Madrid en las dos últimas temporadas, Keylor Navas no acaba de convencer ni al club blanco ni a su entorno. El culé llega al clásico como Zamora de la Liga (siete goles encajados, empatado con Oblak) y de la Liga de Campeones (uno). El merengue lo afronta sabiendo que puede llegar otro portero en el mercado de invierno.
Lo sucedido en el reciente Mundial de Clubes refleja la incógnita permanente que vive el Real Madrid en lo referente a su portería. El equipo de Zinedine Zidane conquistó otro título sin pasar apuros defensivos. Ni un tiro entre palos del Gremio de Porto Alegre para tranquilidad de Keylor Navas, como en la Liga de Campeones 2015-16, cuando levantó el trofeo sin apenas recibir disparos en las rondas decisivas. El Manchester City ni se le acercó en aquella semifinal e incluso el costarricense no tuvo que parar penaltis en el desempate de la final ante el Atlético porque Juanfran envió al poste el decisivo. Sí ayudó más en la Liga de Campeones 2016-17, aunque el 4-1 de la final ante la Juventus también le apartó del foco de los protagonistas. Y en la última Liga ganada al Barça tampoco se puede decir que se le considerara como un factor determinante.
Kepa, en el horizonte En definitiva, la sensación es que el Real Madrid ha sido una máquina en estos dos últimos años por juego, físico, acierto en los fichajes y puntería de Cristiano Ronaldo. No importaba quién era el portero. El problema ha llegado esta temporada cuando el conjunto merengue ha perdido consistencia defensiva, permitiendo más llegadas de los rivales, especialmente en esta Liga. Y entonces todo el mundo espera que el portero evite los descalabros colectivos. Y no, Keylor Navas, sin fallar tampoco en exceso, para algunas ocasiones y otras no, como un guardameta normal, sin lujos, como lo que siempre ha sido. Y lo mismo se puede decir de Kiko Casilla, su sustituto cuando el costarricense ha estado lesionado. Ninguno de los dos se merecen grandes críticas, pero tampoco elogios desmedidos. Y eso puede que en el Real Madrid sea poco.
En ese contexto aparece el nombre de Kepa (Athletic) para aterrizar ya de forma inmediata en el Santiago Bernabéu en este mercado de invierno, como en su día surgió el de David de Gea (Manchester United), un fichaje frustrado en agosto de 2015 por culpa del famoso fax. Han pasado dos años y medio, pero la evidencia es que Florentino Pérez nunca ha confiado del todo en Keylor Navas, en el club desde 2014. Y el clásico del sábado puede ser su último examen.
En el caso de Ter Stegen, tras dar muchos puntos al Barça en los marcadores más ajustados con paradas extraordinarias, sus compañeros y los aficionados confían en su nivel para regresar con una alegría del Santiago Bernabéu.