El inglés quiere dejar claro que Mercedes no se lo va a poner fácil a Ferrari y que no va a renunciar a su cuarta corona de campeón. La primera prueba: Shaghái
05 abr 2017 . Actualizado a las 10:04 h.Lewis Hamilton (Mercedes), triple campeón del mundo de Fórmula 1, buscará contraatacar este fin de semana al alemán Sebastian Vettel (Ferrari) -cuádruple ganador del certamen y líder del Mundial- en Shanghái, sede del Gran Premio de China, el segundo del año y el que nadie ha ganado más veces que el inglés. Vettel, líder del cuatrienio glorioso de Red Bull (2010-13), ganó hace dos semanas, en Melburne, el Gran Premio de Australia, al beneficiarse de una mejor parada en boxes que acabó relegando al segundo puesto a Hamilton, poleman en una jornada en la que Ferrari -sin triunfos en el 2016- se postuló como oposición a Mercedes, firme dominadora de la Fórmula Uno durante los tres últimos años.
Al Mundial 2017, que se cerrará en Abu Dabi el 26 de noviembre tras 20 carreras, le queda todo. Pero, tras «cederle» el título a su excompañero y rival alemán Nico Rosberg -que cinco días después de proclamarse campeón anunció su retirada-, Hamilton no querrá dejar escapar fácilmente la posibilidad de hacerse con una cuarta corona. Ferrari emitió señales de avance durante la pretemporada y en Albert Park hizo un sandwich con las dos flechas plateadas: el nuevo piloto de Mercedes, el finés Valtteri Bottas, concluyó tercero, por delante de su compatriota Kimi Raikkonen, último campeón de la Scuderia (2007).
Red Bull, también llamada a darle guerra a los de Brackley en la «nueva» F1 -más rápida, más física y que da mayor importancia a aspectos como la aerodinámica-, se conformó con el quinto puesto en Australia del holandés Max Verstappen, que en el 2016 se convirtió, con 18 años, en el más joven ganador de la historia, al ganar en España. En Shanghái se vislumbrará por dónde pueden ir los tiros, en un circuito de 5.451 metros donde se corre desde el 2004 y al que el domingo está previsto dar 56 vueltas, para completar un recorrido de 305 kilómetros. En el que Hamilton buscará su quinta victoria, que elevaría a 54 su propia marca, la segunda de todos los tiempos. Aún lejos del estratosférico récord (91) del alemán Michael Schumacher.
Una pista cara (costó alrededor de 450 millones de dólares), con 16 curvas y la recta más larga de la temporada (1,17 kilómetros). En la que puede sufrir, escaso de potencia, el McLaren-Honda del español Fernando Alonso, doble ganador en China: en el 2005, con Renault; y en el 2013, cuando, con Ferrari, logró la penúltima de sus 32 victorias en la categoría reina del automovilismo. El doble campeón mundial asturiano (2005 y 2006, Renault) rodó poco y mal en pretemporada, con un monoplaza que alarmó antes del arranque del Mundial, con el que abandonó -a tres vueltas del final, cuando iba décimo- la primera prueba, que definió como «la mejor de» su «vida», con uno de los coches menos competitivos que ha «tenido».
El motorista nipón de McLaren ya entonó, por ello, a través de su director, Yusuke Hasegawa, el mea culpa. Y se esperan avances con miras a la quinta o a la sexta carrera. Pero habrá que ver cuánto dura la paciencia de Alonso, testigo directo de las mayores crisis de las dos escuderías más laureadas de la historia, la de Maranello y ésta. Del que su amigo el expiloto australiano Mark Webber insinuó que podría bajarse del cockpit incluso antes de concluir el curso. Con las mínimas expectativas de éxito del ovetense, de 35 años, refrendadas por el galo Eric Boullier, director deportivo de McLaren -que advirtió de que Shanghái expondrá sus «debilidades más aún que» Melburne-, la afición española mirará más hacia el madrileño Carlos Sainz, de 22. Octavo con su Toro Rosso en el arranque de su tercera campaña en F1, por detrás del brasileño Felipe Massa (Williams, que revocó su retirada tras anunciarse la de Rosberg y la marcha de Bottas a Mercedes) y del mexicano Sergio Pérez, que espera confirmar en China su mejor comienzo de año desde que pilota para Force India.
En «la mejor forma» de su «vida», Checo, de 27 años, acabó séptimo en Australia, por delante de los dos Toro Rosso -de Sainz y del ruso Daniil Kvyat- y de su nuevo compañero, el francés Esteban Ocon, que rascó un punto en Albert Park. Donde el italiano Antonio Giovinazzi, tercer piloto de Ferrari, sustituyó en Sauber al alemán Pascal Wehrlein (también de 22 años), que se dañó la espalda en enero al accidentarse en Miami (Estados Unidos) durante la Carrera de Campeones (Race Of Champions). Wehrlein sigue con molestias y sin poder coger la forma; y volverá a ser reemplazado por Giovinazzi en China, arranque del primer 'programa doble' del año, que se completará al siguiente fin de semana con el Gran Premio de Baréin, en el circuito de Sakhir.
En el de Shanghái, con dos zonas de DRS -antes de la primera y de la decimocuarta curva- y donde se prevén más adelantamientos que en Australia, se rodará con neumáticos de compuestos superblandos (raya roja), blandos (amarilla) y medios (blanca) a partir de este viernes, cuando arranquen -la noche del jueves al viernes, en horario europeo- los entrenamientos libres para el Gran Premio. Ensayos que se prolongarán durante la jornada del sábado, antes de disputarse la calificación, que ordenará la parrilla de salida de la carrera del domingo.