Bolt, Phelps, Ledecky, Biles, Farah y Van Niekerk protagonizan los prodigios de un evento que Brasil resolvió sin la excelencia de Pekín y Londres, pero sin las carencias que se sospechaba
22 ago 2016 . Actualizado a las 11:55 h.El deporte, los récords y la espectacularidad de los atletas, al final la auténtica esencia de los Juegos, elevó Río 2016 incluso por encima de las expectativas previas. Los prodigios de un puñado de estrellas de las que marcan época quedarán durante décadas como el legado de la primera cita olímpica en Sudamérica. Las carencias de la organización en los años previos a la celebración del evento, lo situó bajo sospecha durante los meses anteriores al encendido del pebetero. Brasil no alcanzó el nivel de excelencia de Pekín 2008 y Londres 2012, candidaturas con recursos económicos muy superiores a los de un país envuelto en una grave crisis económica e institucional y endémicos problemas organizativos. Pero el país resolvió su papel, pese a algunas carencias, sin graves problemas.
Otro vibrante desafío a los límites del cuerpo humano
A sus 31 años, Michael Phelps elevó hasta 28 su interminable número de medallas olímpicas en la piscina. En su teórica despedida de los Juegos -ahora insiste en que sí-, sumó cinco oros y una plata. Con cuatro títulos y un subcampeonato, Katie Ledecky marca la nueva frontera del deporte femenino. El atletismo lució como siempre, como nunca. Con el tercer triplete olímpico de Bolt, el récord de 400 de Van Niekerk y el doblete de Mo Farah en 5.000 y 10.000. Simone Biles superó en la gimnasia artística los títulos de Nadia Comaneci, con cuatro oros, una plata y un legado de ejercicios sublimes.
Estados Unidos domina y Reino Unido y China rivalizan
Estados Unidos dominó el medallero con la solvencia esperada. Y el Reino Unido fue el otro gran triunfador, al prolongar con grandes inversiones la apuesta por el deporte y superar así las 65 metales de Londres 2012. China rivalizó con el equipo británico por la segunda plaza y Rusia pagó las ausencias por sus escándalos de dopaje generalizado.
Oro en Maracaná y mejor registro de toda la historia
Brasil superó las 17 medallas que había conseguido en Londres, hasta ahora su récord histórico en unos Juegos. El anfitrión consiguió además, un simbólico título de fútbol masculino. Ganó en Maracaná y ante Alemania, su verdugo de un par de años atrás en el humillante 1-7 del Mundial, con la redención de Neymar. El canoísta Isaquías Queiroz, entrenado por el gallego Suso Morlán, logró dos platas y un bronce, lo nunca visto por un deportista brasileño en unos Juegos.
Recintos espectaculares, pero sin abarrotar
Río mostró al mundo sedes espectaculares, nuevos prodigios de la arquitectura. Salvo algún susto por el agua verde de una de las piscinas, mostró recintos de alto nivel. Pero en las gradas, y en sesiones y deportes de alto tirón de público, hubo demasiados asientos vacíos. Al COI también le toca resolver ese problema de cara al futuro por el sistema de venta y reparto de localidades. El agua, en la vela, el piragüismo y el remo, no estuvo tan contaminada como se esperaba y apenas causó trastornos.
Medidas laxas en algunos recintos, pero sin desgracias
Salvo alguna anécdota en una ciudad gigantesca, la seguridad salió airosa. Sin atentados terroristas ni especiales problemas. Pero un recorrido por las sedes permitía ver serias deficiencias.
Problemas para la prensa, colas para el público
El transporte oficial en Río resultó mejorable. Capacidad y frecuencias escasas para la prensa en varios eventos. Largas distancias para los deportistas. El público soportó atascos y colas por falta de personal en varias sedes.
Espectáculo en dos deportes con futuro
El golf y el rugbi (con la novedosa modalidad de sevens) generaron un gran impacto en su regreso al programa. El duelo entre Henrik Stenson y Justin Rose salvó un evento marcado al inicio por ausencias muy potentes.