Al poderoso ministro de Finanzas alemán, Wolfang Schäuble, no le habrán gustado nada las victorias de España. Esta selección desmiente de forma abrumadora ese sambenito de la improvisación y del gasto desmesurado que nos adjudican en Europa. Lejos de eso el equipo de Vicente del Bosque ha aparecido en la Eurocopa como una selección paciente y solvente. Como si fueran alemanes pero con un toque de distinción.
El gol de Piqué al final vino a corroborar un largo trabajo de desgaste hasta encontrar el hueco imprescindible el dia de Chequia. Ante Turquía, una selección menor, el resultado quedó resuelto mucho antes y de forma concluyente. Como era de presumir España es mucho en el concierto internacional y, lógicamente, todo el mundo toma precauciones. Chequia, todas. Turquía las que pudo. Estos partidos ya le hemos visto muchas veces: España de banda a banda hasta encontrar un resquicio y los mocetones rivales apelotonados en dos líneas delante de su área. Hasta que aparece la magia de Iniesta y asunto despachado.
Esta España vuelve a ser fiable después del fiasco de Brasil. Tanto como Francia, como Alemania, como Italia. Da gusto verla sin los achuchones históricos, aquel equipo de Iríbar, de Arconada, de Zubizarreta que siempre desperdiciaba el primer partido. Ahora, con temple y estilo, sin necesidad de grandes despliegues ya ha superado el primer examen y está clasificada. Porque es una grande, ha logrado la mayor diferencia de goles en lo que va de campeonato y todavía no ha encajado. Este equipo promete, está suelto y, visto lo visto hasta ahora, es de lo mejor del campeonato.
Las otras superpotencias también ganan pero ofrecen, de momento, menos. Por ahora salvo el fiasco portugués, la flojísima Rusia y la sorprendente Irlanda todo lo demás era más o menos esperable. Pero ninguna tan fiable como España. ¡Qué lujo!
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