Alejandro G. Calvo, experto en cine: «Hoy los directores hacen las películas dando por hecho que tú vas a estar mirando el móvil»

Sara Cabrero
Sara Cabrero REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Cada año se estrenan cientos de películas en las salas, mientras muchos espectadores siguen teniendo una larga lista de deberes con el cine más clásico. ¿Por dónde empezar? Esa es la pregunta que lleva años respondiendo este crítico cinematográfico, que vuelve con un nuevo libro en el que recomienda algunos de sus imprescindibles

29 abr 2025 . Actualizado a las 22:49 h.

Alejandro G. Calvo tiene una película que recomendar a cada persona que se cruza en su camino. Da igual la edad, los gustos o incluso el patrimonio cinematográfico del interlocutor, este periodista y crítico de cine tiene en su cabeza un título pensado para el espectador más complicado. Ya lo demostró en su anterior libro, Una película para cada año de tu vida, en la que recomienda una cinta que ver en cada una de las etapas que atraviesa el ciclo vital de una persona. Pero esa especie de biblia del séptimo arte se le quedó corta, y ahora vuelve a la carga con un buen puñado de nuevas recomendaciones en ¿Por qué tengo que ver esa película?, un recorrido imprescindible para los amantes del cine y para aquellos que quieran dejarse sorprender por un arte que está más vivo que nunca.

—¿Al igual que sucede con el vino, el buen cine se aprende a apreciar después de ver muchas películas y probar muchas cosas?

—Claro, el cine es un aprendizaje. Por eso, los críticos, cuando empezamos somos malísimos, porque nos faltan visionados. Pero hay que empezar por algún lado. El cine se entiende mejor cuantas más películas ves, porque te permite entender mejor a los autores y lo que quieren contar. El cine de los 70 tenía una dinámica y una manera de mostrar a los personajes que no tiene nada que ver con las películas de ahora, que están pensadas para ser vistas en el móvil. Por eso, en muchos casos, nos encontramos impactos violentos, espectaculares, muchas cuestiones digitales... La narrativa ahora es superacelerada, los planos duran un 80 % menos que hace 40 años, van muy rápido. Entonces, para alguien joven enfrentarse a según qué películas clásicas le resulta un shock, porque es como otro tipo de lenguaje. Pero si haces ese esfuerzo, luego vas entrando más y más, y de repente descubres que la historia del cine es una pasada. El cine es un sitio maravilloso en el que vivir, es un proyecto de vida.

—¿La gente joven sabe apreciar el cine o hay que trabajar en culturizar a este sector de la población?

—-Siempre hay que esforzarse un poco más, porque cuando yo era joven el cine clásico lo veías en la tele, en canales como Telecinco. Ahora, en estas parrillas ya no ponen prácticamente películas; pero antes se podía ver, por ejemplo, Profondo Rosso de Dario Argento. Ahora ver cine clásico es una quimera. Las plataformas no tienen casi películas de este tipo. Yo lo que le digo a la gente joven es que se tiene que atrever, porque si dan ese paso, sus vidas van a cambiar.

—Hay gente que lleva muchísimos años pregonando la muerte del cine...

—Hay una serie de negacionistas del cine que llevan intentando matarlo desde los años 60 o 70. Primero decían que sería la televisión, luego lo predijeron cuando llegó el videoclub, luego las plataformas. Pero la realidad es que cada año se hacen muy buenas películas que vuelven a emocionar a la gente. Este año hemos tenido The Brutalist, que es una peli que está rodada con técnicas de los años 50 y con un modelo de narración de los años 70 y lo estamos viendo en el 2025. Y si no te gusta ese modelo de cine, puedes irte a ver Dune 2, que es una peli que ha visto mucha gente y que la han disfrutado mucho. Seguimos viendo largometrajes que nos cambian la vida, así que el cine no va a morir nunca.

—Has dicho más de una vez que ser crítico de cine es una profesión soñada. Pero también tiene una cara B, que es que a veces tienes que ver películas que a lo mejor son un aburrimiento...

—No, no es cara B. Es parte de la profesión. Sí que tienes que ver muchas cosas que son horrorosas, forma parte del trabajo. Pero intento siempre sacar algo de esas películas, tratar de saber qué pueden tener de interesante que guste a la gente.

—¿Cuántas películas ves al año?

—Unas 500 de media. El año pasado, vi unas pocas más, como 550. Y serían muchas más si no hubiera tantas series, porque las series me quitan muchísimo tiempo. 

—¿Hay alguna que no te canses de ver una y otra vez?

—¡Uy! Muchas. Cada año veo El hombre que mató a Liberty Valance, que es uno de los westerns más preciosos, tristes y románticos (a su manera) de la historia del cine. También Taxi Driver, porque fue la primera peli importante que vi cuando era joven. Pero hay de todo, porque yo puedo ver algo supercomercial con mis hijos varias veces. Por ejemplo, Snatch. Cerdos y diamantes, que nos la vemos juntos cada año. También cine español, como Arrebato.

—¿Y qué película no recomendarías ni a tu peor enemigo?

—No, no, no... A ver, tal y como me lo has dicho, se me han ocurrido cuatro… Pero esto del cine es como leer libros; aunque sean malos, ya mola ver una peli y leer un libro. Hombre, es mejor si ves buenas pelis y lees buenos libros, pero ya el acto de leer o de ver me parece importante.

—¿Si pudieras comer con un director o directora (uno vivo y otro muerto), con quién sería?

—Vivo, lo tengo clarísimo. Martin Scorsese, que es un director al que nunca he podido entrevistar y eso me da una rabia tremenda. Además, yo sé que con Scorsese me lo pasaría muy bien. Como director muerto, escogería a Orson Welles o a Alfred Hitchcock, porque estos dos comían muy bien... Jamás me llevarían a un restaurante malo, tenlo seguro. Hitchcock era superfoodie y sé que eso yo lo disfrutaría un montón. Porque mi sueño no cumplido es ser crítico gastronómico.

—¿Y con qué actores y actrices?

—Creo que uno sería Harvey Keitel, que es un actor que me parece increíble... Ahora ya está mayor, pero me crie viendo sus pelis. Y si tuviera que elegir a un actor que esté muerto, te diría que Robin Williams, porque es un intérprete que me acompañó en toda mi juventud, con el que me reí todo lo que pude y más, y al que echo mucho de menos. En cuanto a actrices, una sería Juliette Binoche. Y de las de cine clásico, me encantaría con Maureen O'Hara, porque así le preguntaría qué tal era rodar con John Ford. Es una pena, porque todo lo que se movía entre bambalinas en el cine clásico lo hemos perdido.

—Es que ha cambiado muchísimo la forma que tienen los directores de contarnos las historias.

—Sí, es que ahora las películas están pensadas para la televisión, ya son películas rápidas y que son sobreexplicativas. Los directores y creadores ya dan por hecho que tú vas a estar mirando el móvil mientras ves la película, así que te van a explicar las cosas dos o tres veces para que no te pierdas. Creo que habría que volver al cine sutil, al cine exigente, al cine que te obliga a dejar el móvil y no perderte nada, porque si te lo pierdes, estás perdido...

—La pregunta que te voy a hacer ahora a lo mejor es una marcianada, nunca mejor dicho... Imagina que llega un extraterrestre a la Tierra y que no ha visto una sola película ni sabe qué es el cine. Si solo pudieras recomendarle una por la que empezar para entendernos como sociedad, ¿cuál sería?

Cantando bajo la lluvia. Para que se lleve una grandísima impresión de nuestro mundo. Para que se divierta, se ría, para que cante y baile. Sería perfecto, porque se irían y no nos matarían. Se irían contentos.

—¿Qué película recomendarías a un adolescente que esté empezando a descubrir el cine clásico?

Tener y no tener, del año 1944 y de Howard Hawks.

—¿Y a un «millennial» que piense que el cine clásico es lento?

Uno, dos y tres, de Billy Wilder.

—¿Y a un «boomer» que opine que ya no se hacen películas como las de antes?

—Creo que mi recomendación para un boomer nostálgico sería Banda sonora para un golpe de estado, que se estrenó en el 2024 y es de Johan Grimonprez.

—Ante estos tiempos tan turbulentos que estamos viviendo a nivel geopolítico, ¿qué deberíamos sentarnos a ver?

—Para tiempos convulsos, ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú, de Kubrick.