
Esta «vaquerada» con helicópteros y coches de lujo explica los valores republicanos que alzaron al presidente. Y además engancha. Y mucho...
18 abr 2025 . Actualizado a las 18:33 h.Si Trump te parece sacado de otro planeta y te resulta imposible descifrar qué es lo que pasa por su cabeza, tal vez te está haciendo falta ver una buena serie. Y no para distraerte, no, sino porque allí encontrarás las pistas sobre el universo en el que se mueve este desconcertante presidente de Estados Unidos. Te hablo de Yellowstone.
La estrella es Kevin Costner. Ya sabes, el que nos deslumbró bailando con lobos y que desde entonces le ha cogido afición a resucitar un género tan puramente americano como el wéstern. Él es el patriarca de la familia Dutton, poseedores del rancho más grande de América desde hace seis generaciones. Su lucha por conservar la tierra le enfrentará a políticos y grandes empresas. Como fondo de pantalla de este culebrón con aires de Falcon Crest o Succession los paisajes magníficos de Montana. Quitan el aliento.
Con cinco temporadas, precuelas e incluso un spin-off (no le falta nada), es una de las series más vistas de Estados Unidos, donde se empezó a emitir en el 2018. Las audiencias se cuentan por millones y ha recibido multitud de premios. Desde finales del año pasado se puede ver en España en Netflix y en SkyShowtime. Está claro que su tono oscuro y violento engancha. Y mucho.
¿Pero qué tiene que ver todo esto con Trump? Pues que la serie defiende a capa y espada, o más bien a rifle y soga, los más tradicionales valores republicanos. Esos que Trump se ha puesto como bandera y que le han llevado hasta la presidencia del Gobierno. Así, por ejemplo, el individualismo exacerbado de esta familia dispuesta a defender su tierra al margen de la ley y con su propio ejército de vaqueros, helicópteros y todoterrenos de lujo, encaja muy bien con esos votantes trumpistas que en cada casa siempre guardan un arma.
Es la América del rifle en la cocina, pero también la de las maniobras políticas bajo cuerda y los intercambios de favores e influencias. La que no se fía del Gobierno de izquierdas y en la que no hay lugar para posiciones inclusivas.
La demonización de los impuestos como una maldición que te lleva a la ruina y la desconfianza en las agencias gubernamentales que se presentan como una amenaza para los derechos de propiedad sobre la tierra van en la misma línea. La importancia de la familia, el legado y la lealtad completan un cuadro en el que se castiga duramente a los traidores al clan al estilo mafioso. Más tradicionalista imposible.
El extranjero es californiano
El odio y temor a los extranjeros (Trump está expulsando a los inmigrantes) es una constante que los personajes comparten con el ideario de los votantes trumpistas, aunque aquí el foráneo venga de la soleada y chic California.
Esto en cuanto a lo que hay. Pero lo que no hay también cuenta, y mucho. No verás ningún matiz inclusivo: ningún personaje de la comunidad LGBTQ+ cruza la pantalla, ni de lejos. Tampoco miembros de otros grupos raciales aparecen ubicados fuera de contexto histórico, al estilo de los Bridgerton, ya sabes. En cuanto a los personajes femeninos son sobre todo sexis, aunque también pueden ser duras, dulces, malvadas y poderosas, (te haces a la idea, ¿no?), siempre supeditadas al varón, que es el patriarca del clan, la máxima autoridad. Vamos, nada woke a la vista.
El creador de la serie, Taylor Sheridan, que además de cineasta es ranchero y cowboy, se ha defendido de estas teorías pro-Trumpistas y asegura que Yellowstone no pretende ser un vehículo para promover una ideología específica, sino que es una serie más densa y matizada.
A su favor estarían las apariciones de personajes indios (o nativos americanos, como ahora se considera más correcto) encarnando caracteres principales como Thomas Rainwater o la nuera de John Dutton, que es profesora de universidad (y que por cierto en sus clases no deja en muy buen lugar a los conquistadores españoles).
También la defensa del medio ambiente es una baza positiva de Yellowstone que resalta, con un estilo visual muy naturalista, la importancia de preservar los recursos naturales, proteger los hábitats de la vida silvestre y promover prácticas sostenibles en las tierras. Aunque matizado, ya que en algunos capítulos se critica a los agentes encargados de vigilar el parque natural y de sancionar los ataques a la fauna salvaje. Los rodeos, los caballos y la escenas de marcado de ganado son pura belleza.
Pero sobre todo hay violencia salvaje. Escenas de tortura, asesinatos y agresiones son una constante en la pantalla. La violencia parece la única forma que esta familia tiene de resolver los conflictos.
Y aun así, yo ya me he devorado las cinco temporadas y empiezo ahora con las precuelas 1883 y 1923 que prometen llevarnos hasta el viejo Oeste. No me lo pierdo.