David Otero: «No descarto que surja una especie de veganismo tecnológico, me encantaría»

CULTURA

El exguitarrista de El Canto del Loco actúa esta semana en Santiago, un único concierto acústico en Galicia
24 mar 2025 . Actualizado a las 13:23 h.El último trabajo de David Otero, Inteligencia natural (2024), tiene su origen en el psicoanálisis. «Es algo que llevo haciendo desde hace años, pero quería llevar esas sesiones que hacía a algo más creativo. Que acompañase más a mi proceso vital como músico y creador, que no fuera solo para resolver dudas existenciales», explica David Otero, el que fuera guitarrista de El Canto del Loco. En esas sesiones se plantó la semilla de un disco que presenta esta semana en Galicia. Será el próximo sábado 29 en Santiago (Sala Sónar, 21.30 horas, desde 25 euros) en formato acústico.
—¿Qué encontró en esas sesiones de psicoanálisis?
—Quería buscar un enlace que tuviera que ver con mis inquietudes y mi forma de pensar. Ahí encontré el concepto de la conexión de las personas con la tecnología, de cómo están cambiando las cosas, de cómo nos vemos y cómo nos ven. De las redes sociales, las plataformas para ligar on-line, la inteligencia artificial y todo lo que estamos viviendo ahora. Una vez que destapé esa botella no paré de escribir canciones.
—Habla de una tecnología que también ha entrado de lleno en la música. Ahora, con la inteligencia artificial, ha dejado un mar de dudas. ¿Cómo lo vive?
—Lo artificial está ahí desde hace muchos años, desde las cajas de ritmos y los sintetizadores. Cuando a finales de los setenta se crea al metrónomo digital se concibe la medición de los compases exacta. Yo tengo sintetizadores antiguos y tengo sintetizadores virtuales en mi pro tools, que los abro y suenan como un Jupiter Roland de los ochenta. Hay cosas que están guais y es difícil separar lo que puede ser peligroso y lo que puede ser un paso atrás en el mundo de la cultura. Hemos hecho un Colacao, lo hemos mezclado y nos lo tenemos que beber. ¿Quién te dice a ti que no sale una obra maestra de una inteligencia artificial? Yo qué sé.
—En este disco hay mucho desconcierto. En «Metaverso» dice: «No encuentro la razón para sentirme tan solo».
—Sí, ese claramente es uno de los peligros: estar tan comunicado y tan solo al mismo tiempo. Hay problemas para encontrar la conexión de verdad, del alma y el cuerpo, que a veces es un abrazo o un beso. Nos vemos incapacitados de gestionar lo físico porque nuestro cerebro reacciona ante lo digital como si fuera una realidad. Por eso todo es tan potente, porque se convierte en realidad. Un mensaje de alguien que pasa por tu Instagram y te dice: «Vaya mierda de música». Eso se convierte en algo real, siendo una persona que no conoces, que no te hubiera dicho nada si no hubiera existido eso. Pero, de repente, te amarga un día. ¿Cómo puede ser que pase eso? Y eso me ocurre a mí, una persona mayor, hecha y trabajada. Imagínate lo que le puede pasar a una niña de 12 años que está sola en su habitación y le dicen: «Estás gorda».
—Ese mundo afecta al modo de comunicar de los artistas. En los últimos tiempos empiezan a salir posturas en contra, que piden un freno a la sobreexposición digital.
—Yo no descarto que surja una corriente que sea una especie de veganismo tecnológico. Como toda corriente tiene que haber una contracorriente. Al final, la cultura se ha basado siempre en llevar la contraria. Pasó con el punk, el hip-hop o el trap. Su idea ir a la contra. Y no me extrañaría nada que en un futuro las generaciones nativas de todo eso mandasen a las empresas tecnológicas al cuerno y decidan hacer un modo de comunicarse como les dé la gana. Que inventen ellos el futuro. Sinceramente, me encantaría verlo. Que los adultos no supiéramos ni dónde están, porque están buscando otro modo contra este consumo del tiempo dirigido. Sería otra revolución.
—En el disco hay momentos para la nostalgia. En «Ford Escort», por ejemplo, anhela la vida que quedó en su coche de juventud.
—Esa canción la hice porque en ese Ford Escort compuse muchísimas canciones de la época de El Canto del Loco.
—¿Como cuáles?
—A contracorriente, Son sueños, Qué caro es el tiempo, Foto en blanco y negro... un montón. Ese coche vio nacer muchas composiciones. Yo entonces vivía en un piso con mis padres y no podía componer por las noches. Me cogía el coche y me iba por ahí. Fue bonito porque hice de la necesidad virtud y ese coche finalmente se convirtió en un lugar de inspiración y creatividad.
—Y todo un surtidor de «hits». De ahí ha salido una buena parte de la banda sonora de la primera década del siglo del pop español.
—Eso es [risas]. Se merecía este pequeño homenaje.
Únete a nuestro canal de WhatsApp
«El Canto del Loco no nos juntaremos nunca»
Al contrario que otros músicos que emprenden carrera en solitario y quieren distanciarse de proyectos emblemáticos anteriores, David Otero siempre tiene una mirada amable a El Canto del Loco. «Tengo absoluto cariño y total admiración a lo que hicimos —dice—. Fue una escuela total. Cuando veo gente que habla mal de su antiguo proyecto o sus excompañeros me sienta muy mal, porque no hay necesidad. Es verdad, y todo el mundo lo sabe, que cuando acabamos con El Canto del Loco dejamos la relación y no nos hemos vuelto a juntar, ni nos juntaremos nunca. Pero independientemente de eso, guardamos intacto el amor que hubo en esa época. Yo lo sigo admirando y emocionándome. No quiero estar viviendo ahí, porque sería un error. Pero sí que le quiero dedicar palabras bonitas a lo que hicimos y tenerle mucho respeto».
—El Canto del Loco fue la última banda de pop-rock de guitarras que triunfó a lo grande en España. ¿Por qué no vinieron más?
—Ha habido muchos proyectos, pero sí que hicimos ese crossover de conectar una generación de adultos con niños, que es lo más difícil. Creo que todo estaba basado en temas divertidos y muy enérgicos. Luego, había melodías que enganchaban y buenas letras. Pero además, transmitíamos un ambiente muy sano. Eso es muy importante. Lo vivíamos así, apasionadamente. No sé si volverá un grupo de ese estilo. Ojalá.
—Las canciones siguen gustando.
—Sí, sigue ahí. Es la suerte que tengo de componer muchas de las canciones del grupo que han perdurado en el imaginario colectivo. Es una grandísima suerte.
—Dice: «No nos juntaremos nunca. ¿Por qué es tan tajante?
—Porque creo que no. Cada uno hemos seguido caminos tan diferentes y distintos en la vida que no lo veo posible. Actualmente, yo estoy tan enamorado de lo que hago, que no. Es como si me dices te has enamorado de una chica y te vienen con tu exnovia. «¿Volverás con ella?». Déjame. Si estoy enamorado de esta chica, ¿qué me vienes a contar de eso? Con la otra fuimos felices, pero se acabó el amor. Pues esto yo lo veo igual.