Borja Niso: «Dejé mi puesto de directivo y me convertí en pianista profesional en 3 años sin haber tocado jamás»

MARTA REY / S.F.

CULTURA

Borja era ingeniero informático cuando la canción de un anuncio de la lotería le cambió la vida. Después de descubrir que el autor de aquella melodía era Ludovico Einaudi, acudió a un concierto y lo plantó todo por el piano sin haber tocado ningún instrumento antes. «A los 15 días de acudir al concierto que cambió mi vida comencé a componer mis primeras piezas», afirma

13 ene 2025 . Actualizado a las 08:53 h.

Una noche de finales de noviembre del 2015, Borja llegó de trabajar y se quedó pasando el rato con su hijo, como acostumbraba a hacer todos los días. Tras terminar de ver una serie juntos, en su televisor saltó el anuncio de la lotería de Navidad. En concreto, aquel que contaba la historia de Justino, un vigilante de una fábrica de maniquíes. Pero lo que realmente le llamó la atención a Borja fue la melodía al piano que la acompañaba. «Recuerdo que acosté al niño y fui a buscar información porque me quedé impactado con la música. Volví a verlo en YouTube y en los créditos aparecía que la canción se llamaba Nuvole Bianche —’Nubes blancas’— de Ludovico Einaudi». Esa noche, aquel ingeniero informático descubrió la belleza del piano y dio comienzo al primer día del resto de su nueva vida.

«Yo no lo conocía y tampoco era un gran fan de la música clásica ni del piano. Esa noche descubrí su música y recuerdo que estuve escuchando la canción en bucle en Spotify hasta el día siguiente que me fui a trabajar», explica Borja. Como otro día cualquiera, cogió el tren y al llegar al trabajo se metió en Google con la consecuente llamada del destino. «Me saltó un anuncio que decía que Ludovico Einaudi venía al Teatro Real el 16 de abril del 2016. Sentí como una especie de escalofrío porque algo me decía que tenía que ir y compré la entrada», afirma. Cuatro semanas antes del concierto, Borja volvió a meterse en la página web del Teatro Real. «Las entradas estaban agotadas. Esto me da que pensar. Imagínate que alguien me llamara en aquel momento que la iba a coger. Me hubiera interrumpido y probablemente no la habría comprado. Al final yo estoy aquí gracias a esa entrada y a ese concierto. Muchas veces pienso cómo de lejos o de cerca podemos tener los sueños en función de las decisiones que podemos tomar un día normal», confiesa.

Y LLEGÓ EL GRAN DÍA

«Me senté en mi butaca y a las ocho en punto empezó el concierto. La primera hora recuerdo estar totalmente impactado. Pensaba: ‘¿Qué he hecho yo todos estos años y cómo no he podido disfrutar de esto antes?’», explica Borja sobre aquella noche. De pronto, se apagaron las luces. «Entre sombras vi que se iban músicos y se quedaba Ludovico solo en el piano bajo un foco. Comenzó a tocar los acordes de Nuvole Bianche y yo en ese momento sentí como si un rayo me atravesara desde la cabeza hasta los pies. Era una descarga muy fuerte. Empecé a temblar y a llorar como nunca antes me había pasado», cuenta.

Borja comenzó a cerrar los ojos durante la interpretación de aquella obra. «Empecé a ver imágenes pasar muy rápido. En algún momento pensé: ‘A lo mejor es que ya ha llegado mi hora’. Era una sensación muy rara, nunca había experimentado nada parecido», indica. Pero una de ellas fue la que le impactó. «Recuerdo parar una imagen y ver como un puntito chiquitito, como si alguien estuviese a 500 metros tocando el piano. No llegaba a ver quién era. De repente la imagen se acercó y me vi a mí tocando el piano. No sé si era una premonición o qué, yo solo sé que sentí una conexión brutal con mi yo interior, con mi alma», confiesa.

«ESCUCHÉ UNA VOZ»

Poco a poco fue abriendo los ojos cuando escuchó una voz. «Empecé a abrirlos en el momento que escuché mi voz interior. Lo que me decía era: ‘¡Borja, bienvenido! Te estábamos esperando. Después de 35 años, por fin hoy has descubierto tu propósito de vida, que es tocar en piano y emocionar a la gente a través de tu música’. Borja estaba en estado de shock. «Al final fue un mensaje que apenas duró 15 o 20 segundos, pero que también me duraría para siempre, porque lo que pasó después de eso fue lo que me ha traído hasta aquí. Hasta ese momento no era una persona espiritual. Ahora sí», indica.

Quedaba todavía una hora y pico para que terminara el concierto, pero Borja se pasó todo el rato mentalizándose en que al salir de allí, debía tocar el piano. «Hasta empecé a sentir como que era yo el que lo tocaba», detalla. Y así fue cómo le hizo caso a la voz de su alma. «Todos tenemos una voz interior que nos intenta guiar en la vida hacia nuestro propósito o nuestro destino. Y luego, nosotros, por nuestras circunstancias, decidimos escuchar o no. En mi caso lo escuché con 35 años y con un hijo de 8. Decidí dejarlo todo, a pesar de que no había tocado nunca ningún instrumento», explica.

«Yo era ingeniero informático y puse una empresa relacionada con tecnologías de internet. Desde los 16 años no he hecho otra cosa que no fuera informática. Llegué a mi casa y le expliqué a todo el mundo que había descubierto mi propósito de vida. Nadie lo entendió. Todos me decían que estaba loco, que cómo iba a dejar mi puesto de directivo con un sueldazo y con una casa y un coche que me acababa de comprar por aquello. Se supone que tenía todo lo que cualquier persona con 35 deseaba», confiesa. Lo que Borja realmente no quería era quedarse con las ganas y arrepentirse de no haberlo intentado. «Mi vida actual me costó la vida que yo tenía anteriormente porque no supieron entender lo que me pasaba», afirma.

A pesar de todo, se puso a practicar. «Aprendí a tocar con un piano eléctrico que le habíamos comprado a mi hijo un año y medio antes porque quiso ir a clases. Al final decidió que no era lo suyo y lo dejó. Muchas veces pienso que ese piano no estaba ahí para él sino para mí», cuenta. Borja se formó de manera autodidacta con tutoriales de YouTube, lecturas sobre técnica musical y muchas horas. «Recuerdo estar tocando en mi casa los primeros días y volver a escuchar aquella voz, pero lo que escuchaba era música. He leído biografías de muchos músicos compositores a los que les ha pasado lo mismo. A los quince días del concierto empecé a componer mis primeras piezas. A partir de ahí, hasta la actualidad, he compuesto tres discos como piano y solista», confiesa.

El camino no fue fácil. Borja estuvo un año y pico compaginando su trabajo con su proyecto de música. En el 2017 fue cuando apostó definitivamente por el instrumento. «Vendí mis propiedades. En este caso un coche y una casa. Hasta que empecé a ganar dinero con la música, viví unos 4 años con mis ahorros y reduje mis gastos. Eso sí, tenía claro que a mi hijo no le iba a faltar de nada», indica.

Actualmente ya ha ofrecido 420 conciertos y lo han visto 90.000 espectadores. «Con el tiempo muchas personas que no me apoyaron y que eran muy importantes para mí en aquel momento, me pidieron perdón porque habían sido testigo de que lo había conseguido. Yo les dije que no había nada que perdonar, que ellos hicieron lo que consideraban. Al final yo estaba contándoles una historia sorprendente y es normal que se lleve las manos a la cabeza. Aunque eso no quita que el apoyo de mis seres queridos me habría ayudado a transitar el camino que me llevó directo hacia mis sueños», concluye Borja, que ahora, sobre todo, es feliz.