«Mother Vera», el viaje hacia la libertad de una monja, llega al Ficx

La Voz GIJÓN

CULTURA

Cécile Embleton, en el Festival Internacional de Cine de Gijón
Cécile Embleton, en el Festival Internacional de Cine de Gijón Juan González | EFE

El primer largometraje de Cécile Embleton, basado en la obra de Alys Tomlinson, retrata la transformación de Vera, una mujer que busca dejar atrás su pasado a través de Dios y la naturaleza

18 nov 2024 . Actualizado a las 17:59 h.

La directora británica Cécile Embleton ha desnudado el alma de una monja en su viaje hacia la libertad tras una década recluida en un convento para redimir un pasado de adicción a las drogas en el documental «Mother Vera», que compite en la sección oficial Retueyos del Festival Internacional de Cine de Gijón, dedicada a cineastas noveles.

La película, primer largometraje de Embleton (Bristol, 1984), está parcialmente basada en la obra «Ex.Voto», de la fotógrafa y codirectora Alys Tomlinson, ganadora del Premio Sony World Photographer 2018, y narra de manera intimista la transformación de Vera, que logró dejar atrás un pasado psicológicamente convulso que le llevó a entregarse a Dios durante algo más de diez años. Vera es una mujer amante de la naturaleza y de los animales, sobre todo de los caballos con los que tiene una comunicación especial, cuya vida y sentimientos se van descubriendo al espectador a medida que se van sucediendo los fotogramas.

Cécile Embletón ha buscado contar la historia desde una perspectiva humanista, respetando los tiempos del relato de la protagonista, y utilizando la iconografía religiosa como elemento narrativo, según ha explicado este lunes en una rueda de prensa tras el pase del largometraje en el festival.

Rodada en Bielorrusia y Francia, con la mayor parte del metraje en blanco y negro y el final a color, la película descubre la «energía» de Vera en su deseo de «vivir en libertad» para dejar atrás un pasado que le conmociona. La cineasta ha dicho que el uso del blanco y negro y de una iconografía religiosa austera y justificada en la necesidad de dar coherencia a la narración, fue deliberado en la intención de «crear una atmósfera intimista» de acuerdo a los sentimientos de la protagonista.

Solo en el final, filmado en Francia, la cinta pasa al color como un elemento metafórico de la luminosidad de la libertad, ha explicado la cineasta. Embleton ha destacado que «es una historia de redención» y en las imágenes en color se ve «la fragilidad» de la mujer que «queda expuesta» ante las puertas que se le abren de un mundo sorprendente y a la vez desconocido.

La directora tuvo que afrontar algunas dificultades como las de rodar con animales y en exteriores durante el invierno en Bielorrusia, soportando una climatología adversa, porque quería transmitir esa sensación de frío que era coherente con la historia de Vera, informa Efe.