Andoni Canela explora las zonas recién conquistadas por la especie en España y reúne imágenes recientes en el libro «Territorio lobo»
27 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Como fotógrafo de animales salvajes, Andoni Canela es también un rastreador. Sabe leer señales en la nieve, la roca o la flora para localizar a las especies que quiere retratar. Osos, pumas, linces y lobos, los más difíciles. «Hay que seguir huellas, ver dónde está el viento para que no les llegue tu olor, no hacer ningún ruido», dice Canela, navarro de 55 años que de niño aprendió a leer la naturaleza a orillas del Ebro. «Los esperas, los observas. Las esperas son observaciones. Hay que tener paciencia y confianza. Cuando sientes que no hay manera y no hay suerte, hay que insistir y saber que vale la pena ese esfuerzo que parece exagerado».
Con ese afán por ver lo que pocos, Canela planificó salidas de dos y tres semanas cada dos meses, un cálculo que «no es exacto», pero se aproxima a lo que han sido estos años, desde finales de los noventa, documentando la vida salvaje del lobo en la península ibérica. «Hay zonas en las que es prácticamente imposible verlos, como los Pirineos o la costa gallega», sostiene el autor de obras como La llamada del puma, El águila imperial ibérica y El oso pardo cantábrico. «En ocasiones he podido estar una o dos semanas y no ver nada. Pero donde el paisaje ayuda puedo ver lobos cada dos o tres días».
Ahora este trabajo se convertirá en libro con el título Territorio lobo, con 150 fotografías, la mayoría hechas en los últimos cinco años, lapso en el que la especie se ha expandido por nuevos territorios que Canela también ha explorado. Financiado por micromecenazgo, que finaliza el 27 de octubre en Verkami y ya alcanzó su objetivo, Territorio lobo reúne fotografías en catorce provincias españolas.
«Hace diez años hice un libro con lobos salvajes en zonas donde nunca se habían extinguido, como el norte de Castilla y León, Zamora, Asturias, Cantabria y Galicia», explica Canela, que ha publicado una docena de fotolibros, cuatro de ellos por crowdfunding. «Pero esta vez me centro en los territorios a los que está llegando, como los Pirineos, con lobos italianos que han cruzado los Alpes; o Madrid y Ávila, donde volvió el ibérico que se había extinguido hace décadas. En medio, la meseta castellana».
Doble dificultad
Con el lobo la dificultad es doble. Por una parte está el choque con la población que habita áreas «donde el lobo se ha extinguido y ha vuelto, y hay un rechazo grande porque de vez en cuando ataca el ganado», afirma Canela. «Hay que procurar coexistir, intentando que mate lo menos posible y, si ocurre, buscar soluciones y ayudas. Pero en zonas rurales también hay motivos sociales, históricos y políticos, que contrastan con el positivismo casi total de la ciudad».
La otra dificultad a la que se enfrenta el fotógrafo es la astucia del animal. «Sabe mucho más de lo que está pasando», admira Canela. «Además de unos sentidos que nos dan mil vueltas, tienen un mejor conocimiento del terreno y mayor fortaleza. En una batalla de igual a igual, los lobos no tendrían ningún problema en ganarnos».