Uno de los secretos de la deportista onubense es, además del trabajo duro y la perseverancia, una actitud ganadora que no se deja doblegar fácilmente
25 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Tras el paso de Rafa Nadal por la alfombra azul, siempre es injusto hacer comparaciones en el Premio Princesa de Asturias de los Deportes. Y eso que, cuando el tenista balear pasó por Oviedo (2008), aún le faltaba por hacer casi todo. Pero cada gigante tiene su época, y Carolina Marín es también, sin duda, uno de los nombres más sonados del deporte español en la última década.
Su irrupción en el bádminton, un deporte menos mediático en España y tradicionalmente dominado por asiáticos, ha trascendido fronteras, elevando su figura al ámbito global.
El premio Princesa de Asturias de los Deportes que ha obtenido Marín no solo es un reconocimiento a su impresionante carrera, sino también al impacto que ha tenido en un deporte que ha crecido en visibilidad y popularidad gracias a sus logros.
Carolina Marín (Huelva, 1993) comenzó su idilio con el bádmiton, como ocurre con muchas historias de grandes deportistas, de manera casual. A los ocho años, descubrió el deporte en un pabellón de su ciudad natal y desde entonces, su pasión por la pista fue creciendo exponencialmente. Aunque España no contaba con una tradición fuerte en este deporte, ella mostró desde el principio una extraordinaria determinación por destacar.
Con un estilo de juego basado en la velocidad, precisión y una mentalidad ganadora, rápidamente se convirtió en una de las promesas más interesantes de su disciplina.
Pero no era una tarea fácil. El bádminton, históricamente dominado por países como China, India, Indonesia y Malasia, parecía un terreno difícil de conquistar para una jugadora europea, Y ella estaba decidida a cambiar esa historia.
Uno de los momentos cruciales en su carrera fue su decisión de trasladarse a Madrid a los 14 años para entrenar en el Centro de Alto Rendimiento bajo la dirección de Fernando Rivas. Este entrenador fue esencial en su desarrollo de Marín al aplicar un enfoque innovador y científico en su preparación, lo que la ayudó a combinar su talento natural con una preparación mental y física sobresalientes.
El éxito de comenzó a tomar forma en la escena internacional a partir de 2009, cuando ganó el Campeonato de Europa Sub-17 y más tarde el Campeonato del Mundo Juvenil en 2011. Pero su primer gran desembarco en la élite llegó en 2014, cuando, con apenas 21 años, se proclamó campeona del mundo en Copenhague (Dinamarca) pasando por encima de la china Li Xuerui, número uno del mundo en ese momento. De hecho, y esto es el hito, fue la primera jugadora no asiática en ganar el título mundial en casi dos décadas.
Este fue solo el comienzo de una racha de victorias que la consolidarían como una de las mejores jugadoras de la historia del bádminton. Carolina Marín ha ganado tres títulos mundiales (2014, 2015 y 2018), un oro olímpico en los Juegos de Río 2016, seis campeonatos de Europa y numerosos títulos del circuito internacional, incluyendo el prestigioso All England Championship.
El 19 de agosto de 2016, hacía historia al vencer a la india Pusarla Venkata Sindhu en una final intensa y disputada, con un marcador de 19-21, 21-12 y 21-15.
Marín, ya consagrada como campeona del mundo en 2014 y 2015, llegó a Río con la presión de ser la favorita, pero supo manejarla con su característica fuerza mental y un juego basado en la velocidad, precisión y agresividad.
Antes de la final, Marín solía realizar una rutina muy meticulosa de concentración y preparación mental. Sin embargo, el día de la final contra la india, se encontró con un contratiempo: había olvidado su equipamiento de juego en el hotel, incluidos sus raqueteros y plumas personales.
Este tipo de incidente podría haber alterado a cualquier deportista, especialmente antes de un evento tan importante. Sin embargo, ella mantuvo la calma y su equipo de entrenadores se movilizó rápidamente para recuperarlo. Lo notable de esta situación fue su capacidad para no dejarse influir por las circunstancias externas. Una vez en la cancha, no mostró signos de nerviosismo y mantuvo su enfoque durante todo el partido.
Este episodio demuestra la fortaleza mental y la capacidad de Carolina para sobreponerse a cualquier distracción o problema. Es un ejemplo de su gran control emocional, lo que ha sido una de las claves de su éxito a lo largo de su carrera.
Tras perder el primer set, remontó con una actuación impresionante que dejó sin opciones a Sindhu en los sets posteriores.
Este triunfo no solo le otorgó su lugar en la élite del bádminton mundial, sino que también rompió la hegemonía asiática en el deporte. Para España, fue un logro histórico, ya que ningún otro deportista había conseguido un oro olímpico en bádminton. Con este éxito, se consolidó como una de las grandes figuras del deporte español.
Más allá de las victorias individuales, lo que la distingue es su estilo de juego agresivo y su habilidad para combinar fuerza física con una notable fortaleza mental. En cada partido, se destaca su capacidad para superar momentos adversos y encontrar la forma de remontar incluso en situaciones aparentemente perdidas.
Porque el bádminton es uno de los deportes más rápidos y exigentes del mundo. Jugado por millones de personas en todo el planeta, especialmente en Asia, donde se considera un deporte nacional en países como China, Indonesia y Malasia, tiene una gran importancia tanto en el ámbito recreativo como en el competitivo.
En cuanto a la competición de élite, los jugadores de bádminton deben combinar resistencia, reflejos, velocidad y precisión en un deporte que demanda una constante toma de decisiones en fracciones de segundo. El volante o pluma (shuttlecock), que puede alcanzar velocidades de hasta 400 km/h, exige una capacidad de reacción y una coordinación excepcionales.
Pese a su popularidad global, este deporte ha sido tradicionalmente un deporte poco conocido en muchos países europeos, incluyendo España. La irrupción de Carolina Marín en la escena mundial ha ayudado a cambiar esa realidad, despertando interés por este deporte en un país donde deportes como el fútbol y el baloncesto ocupan gran parte de la atención mediática.
Momentos críticos
Uno de los aspectos más admirables de Carolina Marín es su capacidad de resiliencia ante la adversidad. A lo largo de su carrera, ha enfrentado varias lesiones graves, incluyendo una rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha en 2019, que la dejó fuera de las pistas durante meses y puso en duda su participación en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (eventualmente celebrados en 2021 debido a la pandemia de COVID-19). Sin embargo, a pesar de este obstáculo, volvió a competir al más alto nivel.
Este espíritu de superación ha sido uno de los factores clave en el reconocimiento que ha recibido con el Premio Princesa de Asturias de los Deportes. Ella representa un modelo a seguir, no solo por sus logros deportivos, sino por su capacidad para enfrentar las adversidades con determinación y seguir adelante, demostrando que la verdadera fortaleza de un atleta no se mide solo en títulos, sino también en su capacidad para sobreponerse a los desafíos.
Este premio reconoce, según el jurado, no solo su impresionante palmarés, sino también su capacidad para inspirar a nuevas generaciones de deportistas, especialmente a jóvenes mujeres que ven en ella un ejemplo de esfuerzo, disciplina y éxito. Además, es una distinción a su rol como embajadora del bádminton, un deporte que ha ganado una mayor visibilidad y respeto en España gracias a sus logros.
El jurado del Premio destacó su «carrera llena de éxitos en una disciplina con gran arraigo en otros continentes, convirtiéndose en un referente del deporte mundial y en un símbolo de lucha y superación personal». Estas palabras reflejan el impacto de la andaluza no solo en el ámbito deportivo, sino también como un símbolo de los valores del deporte: perseverancia, trabajo en equipo y esfuerzo constante para superar los obstáculos.
La irrupción de Carolina Marín en el panorama deportivo también ha sido un punto de inflexión en el deporte femenino en España. En un país donde el deporte masculino ha dominado históricamente los titulares, figuras como ella han contribuido a cambiar la narrativa, abriendo camino para que las mujeres deportistas reciban el reconocimiento que merecen. Su éxito ha servido de inspiración para jóvenes atletas en España y más allá, alentando a las mujeres a perseguir sus sueños en deportes que a menudo han sido subestimados o considerados como nicho.
Además, Marín ha sido una voz activa en la lucha por la igualdad en el deporte, abogando por mejores condiciones para las mujeres deportistas, tanto en términos de visibilidad mediática como de recursos y oportunidades. Su influencia ha ido más allá de las pistas de bádminton, convirtiéndola en una de las deportistas más influyentes de su generación.
Más allá del volante
Si bien Carolina Marín ya ha asegurado su lugar en la historia del bádminton, su legado va más allá de los títulos. Ha conseguido que un deporte minoritario en España gane protagonismo y, lo más importante, ha inspirado a generaciones de jóvenes a creer que con trabajo duro y dedicación se pueden romper barreras. Su historia es un recordatorio de que, con la mentalidad correcta y un espíritu inquebrantable, es posible desafiar las expectativas y triunfar en cualquier ámbito.
En este sentido, ha abierto puertas no solo para el bádminton en España, sino para una generación de jóvenes atletas que ven en su ejemplo una motivación para perseguir sus metas, sin importar cuán difíciles o improbables parezcan.
Además, ha sido una embajadora del deporte español en el ámbito internacional, mostrando que España no solo es una potencia en fútbol o baloncesto, sino que también puede destacarse en deportes menos convencionales, contribuyendo al crecimiento y la diversificación del deporte en el país.
A través de su participación en proyectos benéficos y su colaboración con organizaciones solidarias, ha demostrado su compromiso social. Ha trabajado en iniciativas vinculadas a la salud, la educación y el deporte, promoviendo el deporte como una herramienta de integración y desarrollo social.
Carolina Marín deja, por tanto, una historia imborrable en el deporte español y en el bádminton mundial. Su impresionante carrera, llena de títulos y momentos memorables, ha sido ampliamente reconocida dentro y fuera de España.
Y lo que es más importante quizá: más allá de sus éxitos en la cancha, la onubense ha demostrado que, con trabajo duro, una mentalidad fuerte y un enfoque constante en el crecimiento personal y profesional, es posible romper barreras y desafiar las expectativas. Su impacto en el deporte, y en particular en el deporte femenino, será recordado durante muchos años, y su legado continuará inspirando a futuras generaciones de deportistas.