Hoy puede ser (y será) un gran día

Daniel Roig

CULTURA

El cantautor catalán Joan Manuel Serrat es recibido a las puertas del Hotel de la Reconquista de Oviedo al son de las gaitas, para recoger el Premio Princesa de Asturias de las Letras
El cantautor catalán Joan Manuel Serrat es recibido a las puertas del Hotel de la Reconquista de Oviedo al son de las gaitas, para recoger el Premio Princesa de Asturias de las Letras Paco Paredes | EFE

El Premio de las Artes recae este año, con toda justicia, en un referente de la música, la poesía y el compromiso social dentro y fuera de España

24 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Serrat canta con ese vibrato tan familiar, y hace cantar. Serrat sueña y hace soñar. Compone, escribe, navega por las palabras como aquel barquito de papel y habla con sensatez sobre su visión del mundo sin que nadie se atreva a criticarlo. Porque ha dado tanto a tantos, que todo se le perdona: es transversal en edades e ideologías, trasciende. Es… Serrat.

Corría el final de los años 60 y quizá aún no se vendían como churros los casettes para el coche -que nunca faltarían en un buen viaje de verano- de aquel joven peludo que postulaba para el inefable festival de Eurovisión. Echando la vista atrás, que bajo ha llegado el festival desde la caída del muro, con la invasión de los atilas del este. España asomaba entonces la cabeza intentando blanquear la imagen del régimen.

No sabemos si Serrat y su guitarra habrían tenido el mismo impacto en el jurado que la tanqueta de Leganitos (el mejor mote de la historia), Massiel, con aquel vestidito acampanado, desembarcando en el Reino Unido feudo de sus majestades los Beatles.

Siempre se dijo que el cantante no fue el elegido porque quiso interpretar en catalán, pero al parecer ese no fue el motivo. El flamante premio Princesa de Asturias de las Artes era un artista más o menos conocido en los círculos de la nova cançó catalana. TVE buscaba al concursante y la discográfica Zafiro le envió tres canciones: Nos falta fe, de Juan y Junior; Los titiriteros, de Joan Manuel Serrat; y La, la, la, del Dúo Dinámico. Esta última fue el tema elegido, pero el intérprete debía ser Serrat, que fue a grabar a Alemania una versión catalana.

Muchos en su tierra querían que, efectivamente, la canción fuera interpretada en catalán, y ante el miedo a que el régimen se negara en redondo, la discográfica propone una decisión salomónica: la mitad en cada idioma. ¿Qué opinaba él de todo esto? «Hubiera sido una muestra al mundo de que en España se respetaba su diversidad cultural, siendo mentira que la respetaba, pero hubiera sido de un gobierno inteligente», dijo hace poco. Claro que, de inteligencia, lo que se dice inteligencia, no se andaba sobrado en los recovecos del poder. Así que la elegida fue Massiel.

Al tajo

Agua pasada no mueve Eurovisión. Estaba escrito que Joan Manuel Serrat sería, pese a todo, uno de los cantautores más influyentes y queridos de la música en español, con o sin censura, con o sin votos festivaleros.

A lo largo de su carrera, que abarca más de cinco décadas, ha sabido combinar poesía, música y compromiso social, ha creado una obra que trasciende generaciones y fronteras. Con una voz cálida y envolvente, y un estilo que fusiona géneros como la canción de autor, la música popular, el folklore y la trova, Serrat ha logrado capturar la esencia de la vida, el amor, la política y la cultura en sus canciones.

Nacido el 27 de diciembre de 1943 en el barrio de Poble-sec, en Barcelona, aquel chaval creció en una España marcada por las dificultades económicas y sociales de la posguerra, bajo la dictadura franquista. Su madre era aragonesa y su padre catalán, lo que lo sumergió desde niño en una rica mezcla de culturas (o lo que se llama allí, con más o menos cariño según como se diga, charnego) que influenciarían profundamente su obra. En su hogar, la música siempre estuvo presente, y desde pequeño mostró una gran sensibilidad artística.

En realidad, aquel chico da clase media estudió ingeniería agrónoma, pero pronto se dio cuenta de que su verdadera pasión era la música. En la década de 1960, en pleno auge de la nova cançó, un movimiento cultural y musical en Cataluña que buscaba reivindicar la lengua catalana en una época en la que estaba prohibida oficialmente, Joan Manuel Serrat se unió a este movimiento y se convirtió en una de sus voces más representativas.

En 1965 debutó con un EP (extended play) titulado Una guitarra, que incluía cuatro canciones en catalán, entre ellas Ella em deixa y La mort de l’avi. Con este trabajo, comenzó a ganar notoriedad en el circuito musical catalán. Sus letras ya mostraban la sensibilidad poética que lo caracterizaría a lo largo de su carrera. Temas íntimos y universales, a menudo con una mirada crítica hacia la sociedad.

El lanzamiento de su primer álbum en 1967, Ara que tinc vint anys, consolidó su posición como uno de los jóvenes más prometedores de la música catalana. En este disco, además de reafirmar su compromiso con la lengua y la cultura catalanas, ofrecía una visión fresca de la juventud, una reflexión sobre el paso del tiempo, el amor y los sueños, temas que resonaron profundamente con el público joven de la época.

Uno de los aspectos más notables de su carrera es su capacidad para cantar con absoluta naturalidad tanto en catalán como en castellano, algo que ha sido una fuente de tensiones, pero también una gran virtud a lo largo de su trayectoria. El mejor ejemplo es el que abría este reportaje, el affaire Eurovisión en 1968 que, lejos de sumirlo en el olvido, proyectó su imagen como nunca habría imaginado la censura franquista.

El cantautor catalán Joan Manuel Serrat es recibido a las puertas del Hotel de la Reconquista de Oviedo al son de las gaitas, días antes de recoger el Premio Princesa de Asturias de las Letras
El cantautor catalán Joan Manuel Serrat es recibido a las puertas del Hotel de la Reconquista de Oviedo al son de las gaitas, días antes de recoger el Premio Princesa de Asturias de las Letras j.l.cereijido | EFE

Pero pese a la censura, Serrat continuó escribiendo y cantando tanto en catalán como en castellano, ampliando su público y su influencia más allá de las fronteras de Cataluña. En 1969, lanzó Dedicado a Antonio Machado, poeta, un álbum en castellano que rendía homenaje al gran poeta español Antonio Machado que tuvo un tremendo impacto.

La enorme belleza de la poesía de Machado sumada a la sensibilidad y acierto de la música causaron una impresión profunda en el público español y, más tarde, latinoamericano. Abrieron el paso a una serie de discos en los que la música de Serrat se fusionaba con la poesía de grandes autores, como Miguel Hernández o Lorca. Serrat hizo con este álbum, que incluía temas como Cantares, que mucha gente que jamás había leído poesía se supiera de memoria los versos universales. Se convirtió en un referente que aún perdura.

De hecho, una de las características más destacadas de la obra de Serrat es su relación con la poesía. A lo largo de su carrera, ha musicado también a poetas como León Felipe o Rafael Alberti, no siempre fáciles de explicar. Y siempre ha mostrado un profundo respeto por la palabra, que ha conseguido la divulgación sin banalizar o desvirtuar la poesía.

En 1972 lanzó Miguel Hernández, un disco que homenajea al poeta oriolano, quien fue uno de los autores más comprometidos políticamente de su tiempo y cuya obra está impregnada de un profundo sentimiento humano y social. Este álbum fue muy significativo en la carrera de Serrat, ya que le permitió conectar con un público más amplio y reafirmar su compromiso con las causas sociales y políticas.

Las nanas de la cebolla o Para la libertad son un canto desgarrado y desgarrador que ha hecho trascender la voz del poeta hasta la actualidad sin perder ni un ápice de dramatismo. Y sin dejar de ser oído, literalmente millones de veces (la segunda de estas canciones, por ejemplo, acumula siete millones y medio de reproducciones en Spotify. Y eso no cuenta los muchos más millones de cintas de casette).

Las canciones de Serrat no solo están impregnadas de poesía, sino que también han servido como crónicas de su tiempo. A través de sus letras, ha abordado temas como la dictadura franquista, la transición a la democracia, los derechos humanos, la libertad de expresión y la paz. En canciones como Mediterráneo, Penélope, Pueblo blanco o La saeta, Serrat se muestra como un observador atento y sensible de su entorno, capaz de plasmar la belleza y las contradicciones de la vida con una claridad y una profundidad excepcionales.

Hablemos, pues, de Mediterráneo, ese icono. En 1971, Joan Manuel lanza este álbum, uno de los álbumes más emblemáticos de su carrera y considerado por muchos como una obra maestra de la música en español. El LP, que incluye canciones icónicas como Aquellas pequeñas cosas, Lucía, y, por supuesto, Mediterráneo, sigue siendo parte de la crónica sentimental de varias generaciones de españoles.

Mediterráneo es una oda a la vida, al mar, a la nostalgia y a la memoria. Con este álbum, Serrat logró una conexión emocional profunda con su audiencia, que todavía perdura. La canción que da título al disco es quizás su tema más conocido y se ha convertido, y esto no es sólo un tópico, en un verdadero himno.

El éxito de Mediterráneo no solo consolidó a Serrat como uno de los artistas más importantes de la música en español, sino que también lo catapultó al escenario internacional. A lo largo de su carrera, ha realizado giras por América Latina, Europa y Estados Unidos, ganándose el cariño y el respeto de audiencias de todo el mundo. En países como Argentina, Chile y México, su música ha tenido un impacto profundo, y es considerado una figura clave en la cultura hispanoamericana.

A lo largo de su carrera, el artista catalán ha sido una voz comprometida con las causas sociales y políticas. Durante la dictadura de Franco, sus canciones fueron censuradas en varias ocasiones, y él mismo fue objeto de persecución por sus posiciones críticas hacia el régimen. Tras la muerte del general y la llegada de la democracia en España, Serrat siguió siendo una figura relevante en la vida pública, con su apoyo a movimientos sociales, su participación en campañas por la paz y la justicia, y su denuncia permanente de injusticias tanto en España como en América Latina.

Durante los años 70 y 80, Serrat se convirtió en un símbolo de la lucha por la libertad y la democracia en España y en muchos países de América Latina que también vivían bajo dictaduras. En 1975, el cantautor se exilió brevemente en México debido a la represión política en este país. Sin embargo, su música siguió siendo una fuente de esperanza y resistencia para muchos.

En América Latina, su compromiso con las causas sociales lo llevó a ser muy querido, especialmente en países como Argentina, donde su música se convirtió en una banda sonora de la resistencia contra la dictadura militar que gobernó entre 1976 y 1983. Canciones como Para la libertad, de la que antes hablábamos, fueron adoptadas como himnos por aquellos que luchaban por los derechos humanos y la libertad.

A lo largo de los años, Serrat ha mantenido su compromiso con los derechos humanos, la justicia social y la igualdad. En 1983, junto con otros artistas, participó en el histórico Concierto por la Paz en Nicaragua, en apoyo al proceso revolucionario sandinista, y ha sido un firme defensor de la libertad de expresión y la democracia en todos los contextos.

Los años recientes

En las últimas décadas, el cantautor ha seguido componiendo y realizando giras por todo el mundo, demostrando que su música sigue siendo relevante y atemporal. En 1996, lanzó Nadie es perfecto, un álbum que lo mostró en plena madurez artística, con canciones que reflejan tanto el paso del tiempo como su visión del mundo contemporáneo.

En 2006 unió fuerzas con otro gran referente de la música en español, Joaquín Sabina, para realizar una gira conjunta titulada Dos pájaros de un tiro. Esta colaboración fue un hallazgo afortunado y dio lugar a un disco en vivo y una serie de conciertos que llevaron a ambos artistas por toda España y América Latina. La química entre Serrat y Sabina, dos artistas con estilos muy diferentes pero complementarios, resultó en un proyecto que fue aclamado tanto por la crítica como por el público.

Tanto es así que en 2012 repitieron la colaboración con la gira La Orquesta del Titanic, consolidando una amistad artística que ha dejado una huella profunda en la música en español.

A lo largo de su carrera, Joan Manuel Serrat ha recibido innumerables premios y reconocimientos por su contribución a la música y la cultura. Entre ellos, destacan el Premio Nacional de las Artes en España, la Orden de las Artes y las Letras de Francia, y el Grammy Latino a la Excelencia Musical, entre muchos otros. En 2014, fue galardonado con el Premio a la Libertad de Expresión por su compromiso con los derechos humanos y la justicia social.

El cantautor catalán Joan Manuel Serrat es recibido a las puertas del Hotel de la Reconquista de Oviedo al son de las gaitas, tres días antes de recoger el Premio Princesa de Asturias de las Letras
El cantautor catalán Joan Manuel Serrat es recibido a las puertas del Hotel de la Reconquista de Oviedo al son de las gaitas, tres días antes de recoger el Premio Princesa de Asturias de las Letras j.l.cereijido | EFE

Pero todo llega a su fin. O no. La hora que temían tanto sus muchos y variados fans, la hora del descanso, llegó en 2021. El nano anunciaba su retirada de los escenarios con una gira de despedida llamada con mucha sorna El vicio de cantar, que finalizó en 2022, tras más de cinco décadas de carrera.

Aunque este hito marcó el fin de sus presentaciones en vivo, el legado de Serrat es inmenso. Su música sigue resonando en las generaciones que crecieron con sus canciones y también en aquellas que lo han descubierto en tiempos más recientes.

A lo largo de su carrera, ha sabido plasmar las emociones humanas más profundas, capturando la belleza y la fragilidad de la vida en canciones que han tocado el corazón de millones de personas. Su legado es, y seguirá siendo, una fuente de inspiración para generaciones futuras, y su música, una ventana abierta al alma de uno de los grandes trovadores de nuestro tiempo. Por eso, sin duda, el de la entrega del Premio Princesa puede ser y será… un gran día.