Cinco científicos con hambre de conocimiento Sub. Cinco científicos han sido reconocidos como pioneros en el tratamiento de la diabetes y la obesidad, dos de las grandes plagas del último siglo
23 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Existe una aparente paradoja en el mundo: una gran parte de la humanidad pasa hambre, mientras otra parte lucha contra el exceso de alimento. Y es aparente sólo ya que, aunque, en general, ocurre en ámbitos muy diferentes, en realidad obedece a una sola verdad: tan perjudicial es una alimentación escasa como una mala alimentación.
Y es más: la salud va mucho más allá, pues depende de factores que poco o nada tienen que ver con la oportunidad o la voluntad de alimentarse.
Esto es lo que reconoce este año el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, otorgado a cinco científicos pioneros en el tratamiento de la diabetes y la obesidad, una de las plagas de los siglos XX y XXI: Daniel J. Drucker, Jeffrey M. Friedman, Joel F. Habener, Jens Juul Holst y Svetlana Mojsov. Su trabajo ha sido fundamental para revolucionar el enfoque de estas enfermedades, lo que ha llevado a la creación de fármacos como Ozempic y Wegovy, basados en el uso de la hormona GLP-1.
Los premiados han realizado avances significativos en endocrinología y biología molecular desde los años setenta, cuando comenzaron sus investigaciones sobre las hormonas que regulan el metabolismo y la secreción de insulina.
Padre la leptina
Jeffrey M. Friedman es un nombre que ha marcado un antes y un después en la ciencia moderna, particularmente en la biología molecular y la endocrinología. Su descubrimiento de la leptina, una hormona que regula el apetito y el almacenamiento de energía, transformó por completo la comprensión científica sobre la obesidad y el control del peso corporal.
Este hallazgo, realizado en 1994, sentó las bases para el desarrollo de nuevos tratamientos contra la obesidad y cambió la forma en que la ciencia y la medicina abordan este problema de salud pública.
Jeffrey M. Friedman (Orlando, EEUU, 1954) estudió medicina y desarrolló pronto su interés por la investigación desde el Instituto Rockefeller, donde comenzó a estudiar la genética de la obesidad. Fue en este laboratorio donde desarrolló el camino que le llevaría al descubrimiento de la leptina, un hito en la ciencia moderna, lo que ocurrió en 1994.
Friedman identifica la leptina, una hormona producida por las células adiposas (grasas) que actúa como señal para el cerebro, específicamente el hipotálamo, regulando el apetito y el almacenamiento de grasa en el cuerpo. El nombre de la hormona proviene de la palabra griega leptos, que significa «delgado», ya que su función principal es reducir el apetito y estimular la pérdida de peso.
Antes del descubrimiento de la leptina, se creía que la obesidad era simplemente el resultado de la falta de fuerza de voluntad o un desequilibrio en la ingesta calórica. Sin embargo, el trabajo de Friedman mostró que la obesidad tiene un fuerte componente biológico y genético. Su investigación demostró que las personas con mutaciones en el gen que produce leptina tienen una falta de esta hormona, lo que lleva a un aumento descontrolado del apetito y la acumulación excesiva de grasa.
La leptina actúa como un «termómetro» del almacenamiento de grasa en el cuerpo: cuando los niveles de grasa son altos, las células adiposas secretan leptina en la sangre, enviando una señal al cerebro para reducir el apetito. Por otro lado, cuando los niveles de grasa bajan, la leptina disminuye, lo que activa el hambre y estimula la búsqueda de alimentos. Este equilibrio es crucial para el mantenimiento de un peso saludable.
Ese descubrimiento abrió un campo completamente nuevo en la investigación sobre la obesidad. Por primera vez se entendió que el control del peso corporal es un proceso biológico que involucra una compleja red de señales hormonales entre los tejidos del cuerpo y el cerebro.
Aunque la leptina ha demostrado ser una solución eficaz para tratar la obesidad en personas con deficiencias en esta hormona, su administración no ha sido igualmente efectiva en la mayoría de las personas obesas, que suelen tener niveles elevados de esa molécula, pero desarrollan una resistencia a su acción. Este fenómeno, conocido como «resistencia a la leptina», sigue siendo objeto de intensa investigación.
El legado de Jeffrey M. Friedman va más allá, no obstante, del descubrimiento de la leptina. Su trabajo ha cambiado fundamentalmente la comprensión de la biología humana, revelando que la obesidad no es simplemente un problema de exceso de comida, sino una condición influenciada por complejas interacciones entre genes, hormonas y el cerebro. Gracias a su investigación, millones de personas han visto un rayo de esperanza en el tratamiento de esta enfermedad, y su trabajo continúa siendo una fuente de inspiración para nuevos enfoques científicos y médicos.
El descubridor de la incretina
El mundo de la medicina ha avanzado enormemente en las últimas décadas gracias a las contribuciones de científicos como el Dr. Joel F. Habener, cuyo trabajo ha tenido un impacto profundo en el tratamiento de enfermedades como la diabetes tipo 2. Habener, un endocrinólogo e investigador estadounidense, es reconocido por sus investigaciones pioneras sobre las hormonas intestinales, en particular su descubrimiento de la incretina GLP-1, una hormona clave en la regulación de los niveles de glucosa en sangre.
Este descubrimiento ha revolucionado el tratamiento de la diabetes tipo 2 y ha abierto nuevas puertas para el desarrollo de terapias basadas en hormonas que no solo ayudan a controlar la glucosa, sino que también tienen beneficios adicionales, como la pérdida de peso. A través de su trabajo, Habener ha logrado transformar no solo la vida de los pacientes diabéticos, sino también la forma en que los médicos y científicos entienden y abordan los trastornos metabólicos.
Los primeros años de investigador de Joel F. Habener (EEUU, 1943) estuvieron centrados en el estudio de las hormonas peptídicas, que son moléculas que juegan un papel clave en la señalización celular y la regulación de diversas funciones biológicas. A medida que su carrera avanzaba, Habener comenzó a enfocar su trabajo en el papel del páncreas y las hormonas en la regulación del metabolismo, un interés que eventualmente lo llevaría a uno de sus mayores logros: el descubrimiento de la incretina GLP-1.
En la década de 1980, mientras trabajaba en su laboratorio en el Massachusetts General Hospital, Habener y su equipo descubrieron GLP-1, una hormona producida en el intestino después de la ingesta de alimentos. GLP-1 pertenece a un grupo de hormonas conocidas como incretinas, que desempeñan un papel fundamental en la estimulación de la secreción de insulina en respuesta a la comida, una función vital en el control de los niveles de glucosa en sangre.
Antes de su descubrimiento, la ciencia ya conocía el mecanismo básico de la insulina y el glucagón, las dos principales hormonas que regulan la glucosa. Sin embargo, no se comprendía del todo cómo el cuerpo detectaba la presencia de alimentos y ajustaba la secreción de insulina en consecuencia. Fue entonces cuando el trabajo de Habener reveló la existencia de las incretinas y, en particular, de GLP-1, que al ser liberada en el intestino estimula directamente al páncreas para que libere insulina.
Este hallazgo fue revolucionario, ya que demostró que el intestino no solo es un órgano digestivo, sino que también tiene una función endocrina vital en el control del metabolismo de la glucosa.
El descubrimiento de GLP-1 fue solo el principio. La relevancia clínica de esta hormona se hizo evidente cuando se comprobó que los pacientes con diabetes tipo 2, quienes tienen dificultades para regular los niveles de glucosa, podrían beneficiarse enormemente de terapias basadas en GLP-1. A mediados de la década de 1990, las farmacéuticas comenzaron a investigar formas de utilizar este descubrimiento para desarrollar tratamientos eficaces contra la diabetes.
Uno de los primeros productos basados en GLP-1 fue Exenatida, un medicamento inyectable que imita los efectos de GLP-1 en el cuerpo. Este fármaco, que pertenece a una clase de medicamentos llamados agonistas del receptor de GLP-1, no solo mejora la secreción de insulina en respuesta a las comidas, sino que también ralentiza el vaciado gástrico, lo que ayuda a controlar los picos de glucosa postprandiales.
Además, los pacientes tratados con exenatida a menudo experimentan una pérdida de peso, lo que es un beneficio adicional importante en el manejo de la diabetes tipo 2. Desde entonces, varios otros agonistas de GLP-1 han sido desarrollados, y actualmente son considerados uno de los pilares en el tratamiento de la diabetes tipo 2, especialmente en pacientes que no responden adecuadamente a otros tratamientos como la metformina.
Uno de los aspectos más fascinantes del trabajo de Habener es que los beneficios de GLP-1 no se limitan a la diabetes. A medida que los investigadores comenzaron a comprender mejor los mecanismos de acción de esta hormona, se dieron cuenta de que también podía ser útil en el tratamiento de la obesidad. Además de su papel en la regulación de la insulina, GLP-1 actúa sobre el sistema nervioso central, disminuyendo el apetito y promoviendo una mayor sensación de saciedad después de comer.
Pionero en endocrinología
Nacido en Montreal en 1956, Daniel J. Drucker, es otro de los investigadores más influyentes en el campo de la endocrinología y la diabetes. Obtuvo su título en medicina en la Universidad de Toronto. Posteriormente, se formó como investigador en endocrinología en el Hospital General de Massachusetts en Boston, donde comenzó a estudiar las hormonas intestinales que regulan la digestión y el metabolismo. Este enfoque lo llevaría a hacer descubrimientos fundamentales para el tratamiento de la diabetes.
Desde muy temprano, Drucker mostró un interés por la relación entre las hormonas gastrointestinales y las enfermedades metabólicas. En las décadas de 1980 y 1990, su investigación se centró en comprender cómo el intestino regula los niveles de glucosa en el cuerpo. En este contexto, su trabajo sobre el GLP-1 resultó ser revolucionario.
Su trabajo ha transformado el tratamiento de enfermedades metabólicas, incluyendo la diabetes tipo 2 y la obesidad, con el descubrimiento de hormonas clave y el desarrollo de fármacos innovadores. A través de su investigación, Drucker ha desentrañado el complejo papel de las hormonas intestinales, particularmente el péptido (molécula con propiedades regeneradoras) similar al glucagón tipo 1 (GLP-1), en la regulación del metabolismo y el control de los niveles de glucosa en sangre.
Drucker fue uno de los primeros en identificar el potencial terapéutico del GLP-1 para tratar la diabetes tipo 2. Esta hormona, que en condiciones normales es rápidamente degradada por el cuerpo, fue la base para el desarrollo de medicamentos como exenatida y liraglutida, que imitan los efectos del GLP-1 en el organismo. Estos fármacos han mejorado significativamente el tratamiento, permitiendo a los pacientes un mejor control de sus niveles de glucosa en sangre sin los efectos secundarios de otros tratamientos, como la hipoglucemia.
Además, Drucker también ha realizado investigaciones sobre el GLP-2, una hormona relacionada que juega un papel importante en la salud intestinal con el desarrollo de terapias que utilizan esa hormona para tratar enfermedades del intestino, como el síndrome de intestino corto, mejorando la absorción de nutrientes en pacientes con enfermedades graves del tracto gastrointestinal.
El impacto de su trabajo se ha sentido globalmente, ya que los fármacos basados en su investigación se han convertido en herramientas esenciales. Medicamentos como Ozempic y Wegovy, que son agonistas del receptor de GLP-1, no solo ayudan a controlar los niveles de glucosa en sangre, sino que también promueven la pérdida de peso, un beneficio adicional crucial para los pacientes con obesidad.
Estos tratamientos son innovadores en su enfoque, ya que no solo se centran en reducir el azúcar en sangre, sino que también abordan los problemas metabólicos subyacentes que conducen a la obesidad y las complicaciones relacionadas, como las enfermedades cardiovasculares. Drucker ha sido una figura central en el desarrollo de estos fármacos, colaborando con grandes compañías farmacéuticas para llevar sus descubrimientos desde el laboratorio hasta el mercado.
La diabetes tipo 2 y la obesidad son dos de los mayores desafíos de salud pública en el mundo actual. Con cientos de millones de personas afectadas por estas condiciones, los avances en el tratamiento de estas enfermedades tienen un impacto global.
Uno de los aspectos más destacados de su trabajo es su enfoque integral. Al estudiar el papel de las hormonas intestinales en la regulación del metabolismo, ha cambiado la forma en que entendemos y tratamos estas enfermedades. En lugar de centrarse únicamente en los síntomas de la diabetes o la obesidad, sus tratamientos abordan las causas subyacentes, lo que ha llevado a un manejo más eficaz y a una reducción significativa de las complicaciones asociadas.
Hacia un tratamiento revolucionario
Jens Juul Holst, otro de los premiados de este año, es una figura clave en el mundo de la endocrinología, reconocido por su pionera investigación en el campo de las hormonas intestinales y su impacto en el tratamiento de enfermedades metabólicas, como la diabetes tipo 2 y la obesidad. Su descubrimiento y análisis del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1) han revolucionado el manejo de estas enfermedades, permitiendo el desarrollo de terapias farmacológicas innovadoras que hoy mejoran la calidad de vida de millones de personas en todo el mundo.
Nacido en Dinamarca en 1942, Holst realizó sus estudios en la Universidad de Copenhague, donde más tarde se convertiría en profesor y dirigiría un grupo de investigación en endocrinología. A lo largo de su carrera, Holst ha trabajado en la intersección de la fisiología gastrointestinal y la regulación hormonal, un campo que estaba en sus inicios cuando él comenzó a investigar en los años 70.
Fue en este contexto que Holst se interesó por el papel de las hormonas intestinales en la regulación del metabolismo. En particular, sus estudios se centraron en cómo el intestino influye en la secreción de insulina, la hormona responsable de controlar los niveles de glucosa en la sangre. Este enfoque lo llevó a realizar algunos de los descubrimientos más importantes en el tratamiento de la diabetes.
Uno de los mayores aportes del científico danés al campo de la medicina es su trabajo sobre el GLP-1, como se describió antes. El trabajo de Holst en este campo fue fundamental para desentrañar el mecanismo exacto del GLP-1 y su potencial terapéutico. En colaboración con sus colegas galardonados, Daniel J. Drucker y Joel F. Habener, Holst identificó que ese elemento podía ser utilizado como base para desarrollar medicamentos que ayudaran a las personas con diabetes tipo 2.
Una de las claves del éxito de Jens Juul Holst ha sido su enfoque integral de la investigación científica. A lo largo de su carrera, ha trabajado en la interfaz entre la fisiología gastrointestinal y el metabolismo, y su enfoque multidisciplinario ha sido crucial para descubrir nuevas formas de tratar enfermedades metabólicas. Holst no se ha limitado a estudiar una sola hormona o mecanismo, sino que ha explorado cómo el intestino, el páncreas y otras partes del cuerpo trabajan juntas para regular el metabolismo.
Además del GLP-1, Holst ha estudiado otras hormonas intestinales como el GLP-2, que tiene un papel importante en la absorción de nutrientes y la salud intestinal. Su investigación sobre el GLP-2 ha llevado al desarrollo de nuevos tratamientos para enfermedades del intestino, como el síndrome de intestino corto, mejorando significativamente la calidad de vida de los pacientes con esta afección.
Aunque los avances logrados gracias a la investigación de Holst han sido significativos, aún quedan muchos desafíos por resolver en el campo de la endocrinología y el tratamiento de enfermedades metabólicas. Uno de los mayores desafíos es la creciente prevalencia de la obesidad y la diabetes tipo 2 en todo el mundo, un problema de salud pública que sigue aumentando, impulsado por factores como la dieta, el sedentarismo y la genética.
Jens Juul Holst ha transformado el campo de la endocrinología con sus descubrimientos sobre las hormonas intestinales y su papel en la regulación del metabolismo. Su investigación sobre el GLP-1 ha sido fundamental para el desarrollo de tratamientos innovadores para la diabetes tipo 2 y la obesidad, enfermedades que afectan a millones de personas en todo el mundo. A través de su enfoque multidisciplinario y su compromiso con la ciencia traslacional, Holst ha mejorado significativamente la comprensión de las enfermedades metabólicas y ha sentado las bases para nuevas terapias que continuarán salvando vidas en las próximas décadas
La científica que llegó del este
Svetlana Mojsov (Serbia, 1947) nació en la Yugoslavia de Tito y desde muy joven mostró un interés por la ciencia y las matemáticas, lo que le llevó a estudiar bioquímica y biología molecular, campos que en ese momento estaban en pleno auge debido a los avances en la tecnología y la biología celular.
Tras completar sus estudios de licenciatura y doctorado, Mojsov comenzó su carrera investigadora en el ámbito de la endocrinología.
En la década de 1980, se trasladó a los Estados Unidos, donde se unió al laboratorio de Joel Habener en el Massachusetts General Hospital de Boston. Fue aquí donde su carrera científica dio un salto crucial. El laboratorio de Habener estaba en la vanguardia de la investigación endocrina y centraba sus esfuerzos en comprender mejor el papel del páncreas y las hormonas en la regulación de la glucosa en sangre, un tema de creciente interés debido al aumento global de la diabetes.
Las investigacions de Mojsov resultaron cruciales para la comprensión y tratamiento de enfermedades metabólicas, especialmente la diabetes tipo 2. Aunque su nombre no es tan ampliamente conocido como el de otros científicos, sus contribuciones, particularmente en el campo de las incretinas y el desarrollo de terapias basadas en estas hormonas, han tenido un impacto significativo en la medicina moderna.
En colaboración con destacados investigadores, Mojsov jugó un papel clave en el descubrimiento y desarrollo de la hormona GLP-1. Ella fue, a decir de sus colegas, una pieza fundamental en los descubrimientos que se realizaron en el laboratorio de Habener. Su experiencia en biología molecular permitió la identificación y el aislamiento del gen que codifica GLP-1
Aunque gran parte del reconocimiento por el descubrimiento ha sido otorgado a Habener, la contribución de Svetlana Mojsov no puede subestimarse. Su habilidad para aplicar técnicas avanzadas de biología molecular y su profundo entendimiento de la endocrinología fueron esenciales para llevar a cabo estos descubrimientos. Su trabajo ha salvado innumerables vidas y ha mejorado la calidad de vida de millones de personas que viven con diabetes.
Además de su labor científica, Mojsov ha sido una mentora e inspiración para muchos jóvenes científicos, tanto en Estados Unidos como en su país natal, Serbia. Su carrera ejemplifica cómo el trabajo colaborativo en la ciencia puede conducir a avances importantes en el tratamiento de enfermedades complejas y cómo la investigación básica, a menudo subestimada, puede tener repercusiones enormes en la salud pública global.
Estos cinco científicos han logrado un cambio profundo en el tratamiento de enfermedades metabólicas, lo que ha permitido mejorar la calidad de vida de millones de personas en todo el mundo. Los medicamentos derivados de sus investigaciones han sido calificados como innovadores y han mostrado potencial para tratar no solo la diabetes y la obesidad, sino también afecciones cardiovasculares y renales. El Premio Princesa de Asturias destaca su trabajo colaborativo y su impacto global en la salud pública.