Núria Marín, presentadora de televisión: «William detesta trabajar, y Kate nunca ha sido la más trabajadora»

MARTA REY / M.V.

CULTURA

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Habla de la actualidad y los secretos de las casas reales en TikTok bajo el lema de «Royal Salseo», pero ella es la auténtica reina de esta red social. Tras publicar «Soy Afrodita», confiesa que su libro es una comedia tan disparatada como su vida. «Ahora acepto mi cuerpo, pero me he lamentado mucho de joven»

24 ago 2024 . Actualizado a las 11:34 h.

«Espejito, espejito, ¿quién es la más guapa del reino?». Eso no lo sabemos, pero sí conocemos a la que más visualizaciones tiene en sus vídeos. Núria Marín triunfa en TikTok comentando el mundo del corazón y la realeza, y se ha convertido en nuestra Lady Whistledown patria. La periodista, que acumula 2 millones de seguidores, ha sabido reinventarse tras su marcha de Mediaset y ha publicado su primer libro. Como dice ella misma, si nos estás leyendo, we love you.

—¿Fue la vida llevándote hacia el mundo del corazón o siempre tuviste interés en el mundo de la prensa rosa?

—Desde pequeña siempre me ha llamado la atención el mundo de los famosos, sobre todo, por el tema del glamur. Me encantaba Hollywood y las socialités de los años 90 de aquí, de España, en especial Isabel Preysler. Quería hacer Periodismo y supe que lo mío era el famoseo, pero de alfombras rojas. Fíjate que uno de mis primeros trabajos fue en la revista Súper Pop. De repente me vi ahí entrevistando a cantantes y actores y fue como cumplir un sueño. Después, he estado en programas del corazón y ha sido una maravilla.

—He leído que de pequeña querías tomar el té con Isabel Preysler, ¿ahora con quién lo harías?

—A día de hoy, espero que el té con ella todavía suceda. Yo estaré encantada de recibir una invitación. Me encantaría que fuera en su casa, porque es emblemática en el mundo de la prensa del corazón y además la hemos podido ver en su reality de Disney. Pero en este momento vital en el que estoy, donde me gustaría tomarme el té es en el pabellón del príncipe con Letizia, Leonor y Sofía sin ninguna duda.

—¿Te has llevado alguna decepción con algún famoso que admirabas?

Muchas veces. Me preparaba las entrevistas y escogía las preguntas que más les podían gustar y luego me llevaba un chasco porque eran antipáticos. Pienso que ahí no están siendo profesionales, porque es parte de tu trabajo dar entrevistas. Yo siempre que hago una para hablar de la trayectoria de alguien o de su trabajo, la hago desde el cariño. En Súper Pop, recuerdo entrevistar al El Canto del Loco y era horroroso porque contestaban fatal, era como que despreciaban a la revista. Yo decía: ¡Tío, es una revista para adolescentes y obviamente tengo que hacerte preguntas adaptadas al público para el que escribo! Dame una buena entevista y respeta a los lectores'.

—En tu libro dices: «Hasta una diosa puede desfallecer fruto de la desesperanza. Afrodita, diosa de la belleza y del amor, no se sentía completa». ¿Alguna vez te has sentido como ella?

Muchísimas veces, porque en ocasiones anhelamos cosas que no podemos tener o que no nos corresponden. Es mejor aceptar que no es para ti o que no ha podido ser. Cuando tú hablas con cualquier persona de forma franca y sincera, creo que no hay nadie que pueda decir que tiene todo lo que siempre ha querido, porque habrá algo que quiso en algún momento que no logró tener. A lo mejor no tienes la casa con la que soñabas desde pequeña, pero sí otras cosas estupendas. Hay que aprender a tener suficiente y con eso ser feliz.

—Afrodita está relacionada con el signo de Libra. ¿Tú tienes algo de Libra?

¡No puedo serlo más! Tengo mucho sentido de la justicia y soy de meterme en líos que no me corresponden, pero si no me meto, reviento. Me cuestiono mucho a mí misma, aunque tengo ese punto de desorganizada. El tema de la belleza también me tira, en ocasiones creo que soy muy víctima de la presión estética desde la adolescencia. 

—A ella le negaron el amor verdadero, pero tú lo has encontrado...

—La verdad es que sí, por eso digo que a veces damos cosas por sentadas, y yo me considero muy afortunada de tener una pareja desde hace tantos años con quien me llevo tan bien y me siento tan comprendida y complementada. Que sea la primera persona en la que piensas cuando te pasa algo bueno porque quieres compartirlo con ella, no tiene precio. Cuando escribí Soy Afrodita intentaba hacer el ejercicio de cómo sería mi vida sin ese amor y ha sido maravilloso, porque he dado gracias constantemente por tener la vida y la pareja que tengo. Me siento muy feliz, la verdad.

—A veces nos frustramos viendo parejas perfectas en redes sociales...

—Es que es mentira. Yo, por ejemplo, a mi pareja no la enseñaría nunca en redes ni mostraría mi relación, porque creo que en el momento en el que te pones a publicar cómo es tu relación, ya la estás asociando de alguna forma con el trabajo que haces ahí. Al final, eso la acaba debilitando con el tiempo, y por eso creo que ahora las relaciones de famosos duran tan poco. No lo hacen adrede, ni se dan cuenta, pero cuando veo exaltaciones del amor en redes digo: ‘Uf, van a durar cuatro días’, y es tal cual.

—Marcos deja a Paula, la protagonista de tu libro, porque tiene muchas «red flags». ¿Tú tienes alguna?

—¡Muchas! Soy agotadora, muy exigente e impaciente [risas]. Soy de las de: ‘Oye, te he dicho que me hagas esto, ¿por qué no lo haces ya?’. Tengo que hacer las cosas al momento para quitármelas de encima. A veces me cuesta entender que el otro no sea como yo o no responda como yo lo haría.

—Paula dice en un momento: «Ella tenía las tetas del tamaño ideal, ni muy grandes ni muy pequeñas. No como las mías, que son pequeñas y encima separadas. 'Pocojuntas' las llamo yo». ¿Contínuan presionándonos con los cánones de belleza?

Es que cuando escribí eso, estaba hablando de mí, porque yo también soy «pocojunta». ¿Sabes qué pasa? Que tengo 42 años y ya he aceptado mi cuerpo como es, y si quiero cambiar algo, lo hago cuidándome con ejercicio y vida sana. Mis pechos ahora me encantan, y aunque sí que pienso que ojála estuviesen un poco más juntos, puedo permitirme ponerme prendas y que luzca bonito y elegante. He perdido mucho tiempo lamentándome de joven. Ojalá no haberme quejado tanto por algo que no podía ser. 

—Dices que tu libro es una comedia disparatada, como tu vida. ¿En qué sentido?

—Me pasan cosas surrealistas y a veces tengo la sensación de que vivo en una película de comedia, y por eso quería que la novela también fuera así. Era una manera de quitarle un poco de hierro al asunto, a la vida. Como vivo un poco en un mundo de fantasía, quería que la novela fuera ambientada en un mundo inexistente. También es verdad que a través de la exageración se pueden contar cosas que a lo mejor, si no la usas, no puedes.

—¿Cómo surge la sección de «Royal Salseo»?

—Surge un poco de forma muy orgánica, porque yo empiezo hablando de noticias del corazón, pero hice un vídeo sobre Leonor y funcionó muy bien. Un día fui a la peluquería a hacerme el tinte y estuve allí tres horas. Al lado, había una tienda de cosas de disfraces y había visto que tenían tiaras. Me llamó la atención y pensé que podría comprarme alguna y hacer la broma del «Royal Salseo». El elemento de la corona funcionó como una especie de anclaje, y la gente ya lo asoció a mí, porque si yo explicaba algo de la realeza y no tenía la tiara puesta, me preguntaban por qué no la llevaba. O si hablaba de Leonor y no decía we love you también me lo decían. Siento que estoy muy agradecida a Leonor y Sofía, porque gracias a ellas, sin que lo sepan, se ha creado un universo, y he creado una comunidad a la que siempre tengo muchas ganas de contar las cosas que pasan en ese mundo.

—¿Hay «mucho trabajo detrás»?

Claro, pero mi trabajo en redes no está vinculado a mi vida. A veces pienso que sería genial que mi trabajo consistiera en ir a un restaurante y explicar qué estoy comiendo, pero no es ese. El mío consiste en buscar información sobre un tema, documentarme y luego explicarlo con un lenguaje sencillo y ameno para que parezca que está improvisado. También admito que es muy privilegiado y no nos podemos lamentar como con otros trabajos. Yo me doy con un canto en los dientes con que una marca me pague por contar algo. ¡Pero también he sido redactora y becaria como tú, eh! [risas].

—Eres como la «Lady Whistledown» española. ¿Sabes la necesidad que has creado por saber todos los salseos de la realeza?

—¡Me encanta! [risas]. ¿Sabes qué pasa? Que yo creo que más allá de lo que está ocurriendo en el momento y que se puede consultar en cualquier portal, es bonito incorporar algo que sea chisme o una curiosidad y que también tenga que ver con mi trayectoria, porque al final llevo muchos años en esto y he ido acumulando muchos conocimientos. Para mí eso es un valor. Siempre va a haber algo de lo que yo me acuerde y a lo mejor la gente más joven no. Es ahí cuando yo lo explico con mi lenguaje divertido, y a la gente le encanta. Desde la mitología siempre ha habido salseo.

—¿Qué casa real podría parecerse más en la vida real a «Los Bridgerton»?

—La británica sin duda, que también es mi favorita. Además la prensa de allí va a saco con ellos. Tenemos a un rey que abdica para casarse con una divorciada y a Lady Di, cuya muerte facilitó Carlos pudiera casarse con Camila, que es una historia de amor en la que los malos ganan. Después están Harry y Meghan, a los que jamás voy a defender. Creo que ansiaban ser los number one y ser parte de una ser realeza outsider: tener privilegios, pero sin cumplir las normas. Eso no significa que para mí Kate y William sean unos santos, porque pienso que él detesta trabajar y ella tampoco ha sido la persona más trabajadora del mundo. Ahora es normal, porque entiendo las circunstancias de su enfermedad, pero antes de esto ya no eran gente a la que le entusiasmase.

—La Casa Real se ha hecho Instagram. ¿Crees que es una forma de mostrarse más cercanos?

—Lo han aprovechado muy bien. Con los Juegos Olímpicos hemos podido ver mucha actividad. Cuando se lo hicieron pensé que sería más institucional, con las fotos que cuelgan en su web, pero no. Han estado hasta subiendo stories. Ojalá se mantenga y podamos disfrutar también un poco de su vida familiar y su entorno más privado. Que no es necesario que nos enseñen adónde van de vacaciones, aunque creo que deberían enseñarlo, pero que nos dejen entrar un poquito en su vida, que al final son los reyes y esto es lo que hay.

—¿Serías su «community manager?

¡Uf, no lo sé! Estoy abierta a que me pidan consejo. El otro día les escribí un mensaje privado para recomendarles que subiesen las fotos de sus posts en vertical, porque así las pilla mejor el algoritmo [risas].

—¿Piensas que el periodismo no ha salido de Letizia a pesar de ser reina?

—Letizia es una periodista vocacional, no puede renunciar a ser quien es. Creo que lo que le falta es montar un pódcast y hacer entrevistas, porque sería maravilloso.

—¿Te lanzarías a escribir algo sobre la realeza?

—Yo creo que esa sería la próxima aventura literaria, porque a la gente le encanta. No nos cansamos de las historias de princesas, y como en el fondo todas tienen ese trasfondo trágico... Sí que es cierto que la vida de una princesa hoy en día es de absoluto privilegio, no nos vamos a engañar. Muchas ventajas y muchos lujos. Pero yo en el fondo veo una vida de renuncia y la gente conecta con ellos por eso. Cuando estuve cerca de Leonor no dejaba de pensar: «¿En algún momento se habrá permitido decir ‘menudo rollo de vida?». De vez en cuando, te puedes encerrar en un baño y decir: ‘Pues chica, a mí me gustaría no ser tan conocida y poder ir a tomar algo o a la bolera con amigos sin que todo el mundo sepa quién soy’.

—¿Con Leonor mejora el legado?

— Creo que el legado siempre tiene la posibilidad de mejorar porque tiene las pistas de los fallos de los que estuvieron antes. Con Leonor se pueden hacer cosas muy buenas porque puede demostrar ser una reina moderna, que aparte de ser mujer, es hija de rey y plebeya y esa mezcla me encanta. Me gustaría que eso hiciera que pudiésemos ver a una reina más apegada y cercana al pueblo.