Rodrigo Cuevas: «La nueva escena folk marcará un antes y un después en la música»

Fernando Moldenhauer | EFE REDACCIÓN

CULTURA

Rodrigo Cuevas (Oviedo, 1985), artista inclasificable y máximo exponente de la fusión entre música popular asturiana y pop moderno
Rodrigo Cuevas (Oviedo, 1985), artista inclasificable y máximo exponente de la fusión entre música popular asturiana y pop moderno Paco Paredes | EFE

El cantante asturiano considera que si bien ahora la escena goza de buena salud, llegará un momento en el que necesariamente tenga que «derivar en algo»

10 ago 2024 . Actualizado a las 12:33 h.

Rodrigo Cuevas (Oviedo, 1985), artista inclasificable y máximo exponente de la fusión entre música popular asturiana y vanguardista, considera que existe una escena folk moderna «muy interesante y variada» que está «ocupando espacios» en los que hasta ahora no tenía cabida, lo que puede suponer un« antes y un después» en la normalización de la música tradicional.

En una entrevista con EFE en Infiesto (Piloña), el artista explica que otras corrientes anteriores también tuvieron a la música folclórica como referencia, desde los cantautores de los 70, como Joan Manuel Serrat o Víctor Manuel, hasta el bu, del folk de los 90 en Galicia y Asturias, cuando la música tradicional se convirtió en «una tribu urbana más» y había «festivales folk por todos lados».

Pero, según afirma, estos movimientos se limitaban a sus propios espacios, mientras que en la actualidad hay «mucha gente trabajando con la música tradicional que está ocupando espacios que no son concretamente del circuito del folk», como por ejemplo festivales en los que «antiguamente no había músicas folclóricas», que estaban «como vetadas».

Por este motivo, Cuevas opina que la escena actual podría ser «un antes y un después» a partir del cual comience a aceptarse y valorarse socialmente la música folclórica española, aunque mantiene abierta una puerta al escepticismo: «Nunca se sabe, todo eso son modas, e igual dentro de cinco años ya nadie se acuerda del folclore», estima.

En cualquier caso, el cantante considera que si bien ahora la escena goza de buena salud, llegará un momento en el que necesariamente tenga que «derivar en algo», evolucionando en un nuevo movimiento que genere «cosas nuevas para el folclore, letras nuevas o melodías nuevas» porque, «al final, es una cosa finita, aunque sea ancha e inabarcable».

Rodrigo Cuevas se halla inmerso en la gira de su segundo disco Manual de Romería, en el que muestra su faceta más creativa a nivel lírico, con canciones propias en las que vuelca el deseo de «poder celebrar» y de «ir de fiesta», que le embargaba durante el confinamiento a causa de la covid-19.

Pero, tras los baños de masas en los que se han convertido sus conciertos y giras, Cuevas siempre regresa a su refugio en una apartada aldea del Concejo de Piloña, un remanso de paz rodeado de verdes montañas y con más animales que vecinos donde el agitador folclórico asturiano dice encontrarse «mucho mejor» que en cualquier ciudad.

Y es que el cantante, que ya hace años que abandonó la ciudad para residir en pequeñas aldeas con un puñado de vecinos, no solo busca en la España rural una tradición folclórica de la que nutrirse artísticamente, sino también otra concepción de la vida y de las relaciones humanas.

«Yo quiero tener relaciones así como reales con la gente que tengo alrededor, conocer a la gente y que me conozcan, que sepan de mí. Hablar, poder cotillear, poder hablar mal de unos, mal de otros, eso es lo más guapo. En la ciudad, te pasa uno por delante y ni lo conoces. Te rompe uno una farola y ¿adónde lo vas a buscar?», afirma medio en broma, medio en serio.

Por ello, aunque reconoce que en cierto momento de la vida ese anonimato que brindan las grandes urbes «es muy necesario porque, de alguna forma, te ayuda a encontrar quién eres y poder ser tú con libertad», opina que finalmente termina siendo negativo porque produce cierta «alienación» al carecer las relaciones humanas de la « orresponsabilidad afectiva» que sí tienen en los pueblos.

El artista, implicado en movimientos sociales de lucha contra la despoblación o la masificación turística, sostiene que en Asturias los pueblos son «muy combativos»y pone como ejemplo a Infiesto, capital del concejo en el que vive y donde está impulsando La Benéfica de Piloña, un proyecto colectivo que aúna la expresión artística contemporánea y vanguardista con la implicación con la comunidad a través del tejido asociativo del municipio.

El edificio, un antiguo teatro comunitario que estos días se encuentra en pleno proceso de reforma, ofrece desde talleres de construcción tradicional y encuentros folclóricos, hasta formación para la profesionalización cultural y pretende servir de nexo de unión para las diferentes asociaciones de Piloña, contribuyendo a luchar contra la despoblación que sufre el concejo a través de la cultura.

«Creo que es una alternativa buena para una zona rural, el no tenerlo todo en el turismo, sino que la cultura sea un buen motor de desarrollo», explica el cantante, que afirma verse cómodo en el papel de líder cultural local y confiesa que podría dedicarse a la gestión cultural cuando, en un futuro aún lejano, se retire de los escenarios