El filme introduce algunas técnicas de geoingeniería para tratar de debilitar el fenómeno meteorológico más violento
03 ago 2024 . Actualizado a las 10:02 h.Un tornado es la manifestación más violenta de la madre naturaleza. Y esto es así porque concentra muchísima energía en poco espacio. Tiene, además, una particularidad que favorece que sea tremendamente destructivo. Los avisos suelen emitirse solo pocos minutos antes de que se forme y, por tanto, no dejan demasiado margen para ponerse a salvo.
En este sentido, no se parece en nada a un huracán, un fenómeno mucho más grande que puede vigilarse con la ayuda de los satélites y, por tanto, permite avisar a la población muchos días antes de su impacto. En el caso de un tornado, solo resulta posible predecir las condiciones previas que pueden acabar dando como resultado su formación.
Estados Unidos es lugar de la Tierra donde se registran más casos cada año. En el centro del país está el conocido como Callejón de los Tornados, que pasa por estados como Kansas, Texas, Oklahoma y Colorado. La primavera representa la época más activa. Solo en abril, suelen formarse unos 19 de media. Durante la estación primaveral se encuentran las masas de aire cálido y húmedo procedente del golfo de México con aire frío que llega de las Montañas Rocosas. Además hay grandes llanuras que favorecen que las nubes de tormentas se puedan organizar con facilidad.
El proceso a partir del cual se forma un tornado también es bastante desconocido. Para extraer información, los científicos tienen que aproximarse lo máximo posible a las nubes de tormenta. En la época de mayor actividad, hay una peregrinación de investigadores en busca de datos valiosos y también de cazatormentas que acuden para capturar las mejores imágenes del fenómeno.
Esta convivencia entre ciencia y espectáculo centra la historia de Twisters, una actualización del largometraje de 1996. Una científica de la Agencia Nacional del Océano y la Atmósfera de Estados Unidos (NOAA), que colaboró en el asesoramiento del filme, trata de probar una tecnología para debilitar un tornado. En su camino se cruzará un famoso cazatormentas que se dedica a grabar vídeos y a subirlos a sus redes sociales.
Además de ofrecer unas imágenes más espectaculares de los tornados, esta nueva versión cinematográfica profundiza en el concepto de la geoingeniería. Introduce, por ejemplo, la idea de usar yoduro de plata para sembrar la estructura nubosa del tornado con la intención de debilitarlo.
Eso sí, ofrece una solución para un problema que no se menciona. En ningún momento de la película se alude al cambio climático. En febrero de este año, un trabajo de la Universidad de Míchigan señaló que actualmente el 15 % de la población estadounidense niega el calentamiento global, un porcentaje que representa a miles de potenciales espectadores. La película ya es el tercer mejor estreno del año. Muchos climatólogos lamentaron en redes sociales que se ha perdido una buena oportunidad para educar al público sobre esta amenaza.
La ciencia reconoce que no resulta sencillo predecir cómo va evolucionar este fenómeno en el contexto de calentamiento, pero sí apuntan, por ejemplo, que algunos ingredientes que intervienen en su formación como la humedad tenderán a aumentar en un clima más cálido. También se ha constatado que en los últimos 50 años el Callejón de los Tornados se ha desplazado desde el centro hacia el este, la zona más poblada del país.