Si eres fan de Oppenheimer, von Neumann te cautivará

CULTURA

El escritor Benjamín Labatut.
El escritor Benjamín Labatut. Enric Fontcuberta | EFE

El chileno Labatut presenta a ritmo de «thriller», en su libro «Maniac», a este monstruo de las matemáticas al que su mujer llamaba inútil

30 abr 2024 . Actualizado a las 00:23 h.

El libro empieza con un asesinato a sangre fría: «En la madrugada del 25 de septiembre de 1933, el físico austríaco Paul Ehrenfest entró en el Instituto Pedagógico del profesor Jan Waterink para niños discapacitados en Ámsterdam, le disparó a Vassily, su hijo de 14 años, y luego se pegó un tiro en la cabeza». Un puñetazo directo al lector con el que el autor chileno Benjamín Labatut consigue encogernos el estómago. Y así nos tiene durante 400 páginas. Todo un reto cuando el tema del que se habla son las matemáticas. De hecho, es probable que algunas de las críticas sobre sus libros (Un verdor terrible, La piedra de la locura) te hayan desanimado a leerlos. Aunque hayan sido de lo más elogiosas. Y es que al describir los complejos temas que trata el autor chileno (física cuántica, teoría de juegos, fusión nuclear), muchos de los que somos ajenos a la ciencia nos sentimos abrumados, casi analfabetos, ante un mundo que desconocemos por completo y que incluso tememos.

Pero si eres de los que disfrutaron con la premiada película Oppenheimer, te encontrarás en tu salsa con este libro. Una obra inquietante que obliga a llegar hasta al final, casi del tirón, aunque en algún momento haya que retroceder para asegurarse de que no has entendido nada (sí, entendiste bien). Porque incluso cuando no entiendes ni jota no puedes dejar de leer.

La prosa de Labatut es tan efervescente, tan viva y poderosa que te arrastra sobre teoremas y experimentos como si surfearas una ola. La pasión y la energía de sus textos se nos contagia y ya no te deja más remedio que disfrutar, contra todo pronóstico.

El libro se divide en tres partes muy diferenciadas, pero no inconexas. En la primera el protagonista es Paul Ehrenfest (el del crimen): un físico austríaco y amigo íntimo de Einstein que teme que la ciencia sea contagiada por la maldad que impulsaba el nazismo. Estamos en 1933. Y el aliento de Hitler congela Europa. Ya conoces la historia. Paul Ehrenfest era judío.

La segunda parte es la más impactante. El protagonista es el matemático húngaro John von Neumann, colega del ya popular Oppenheimer, un hombre tan superdotado que sus colaboradores lo consideraban el próximo eslabón en la cadena de la evolución humana. Él anunció el fin del hombre tal y como lo entendemos y auguró los peores desenlaces en nuestra lucha con la inteligencia artificial. Son los que lo conocieron los que hablan de él. Labatut novela la realidad conformando un texto difícil de clasificar en el que da voz a su hija, sus esposas, sus hermanos, a su madre, a sus colegas, a sus rivales, a los que le amaron y le odiaron, a los que le envidaron, a los que nunca le comprendieron. A través de sus testimonios, que se basan en hechos reales, pero que se ficcionan en la forma de presentarlos, Labatut nos ayuda a descifrar a este hombre mitad loco mitad genio que dio un vuelco a nuestras vidas, sin que ni siquiera lo supiéramos.

Las mujeres de su vida no le hacen el mejor retrato («El gran von Neumann. Un verdadero mensch. ¡Dios de la ciencia y la tecnología! ¡Rey de los consultores! ¡Padre de la computación! Me muero de risa. Si los demás lo conocieran tanto como yo… Ese tipo no podía atarse los zapatos. ¡Inútil! Peor que un bebé», dice su primera esposa, Mariette Kövesi, mientras la segunda recurre a Einstein para criticarlo: «Pensaba que Johnny era infantil y nihilista, y lo consideraba un verdadero peligro. Una vez me comentó que Johnny se estaba convirtiendo rápidamente en ‘un arma matemática’». Su hija lo salva de la quema, aunque deja ver una mente delirante: «Él estaba fascinado por la diferencia entre la forma en que el cerebro y las computadoras procesan la información, pero también veía ciertas similitudes que parecían sugerir que tal vez, en el futuro, podíamos comenzar a fusionarnos con ellas, otorgándoles una parte de nuestra conciencia, o permitiéndonos existir de forma incorpórea, en materiales más firmes que nuestra carne, para ser inmunes a la corrupción y la enfermedad», explica.

Los colegas tampoco se quedan cortos en elogios y críticas: «Leviatán de las matemáticas, sin lugar a dudas, pero Hashem sabe que también podía ser un tonto. ¡Y uno muy peligroso! Qué contradicción insoportable… Era como hablar con dos personas al mismo tiempo. Brillante pero infantil, profundo pero increíblemente superficial. Tan chismoso ¡y tan borracho!», dice uno. Otro añade: «Una vez le pregunté de qué manera pensaba unir sus ideas sobre la computación, las máquinas autorreplicantes y los autómatas celulares con su nuevo interés por el cerebro y los mecanismos del pensamiento. Su respuesta me ha acompañado durante décadas, sin perder lustre entre mis recuerdos, y aún vuelve, de tanto en tanto, para acosarme, cada vez que alguna ocurrencia casual trae su detestado nombre a mi memoria: ‘Los hombres de las cavernas inventaron a los dioses —me dijo—. No veo nada que nos impida hacer lo mismo’». ¿Ya empiezas a inquietarte? Hay mucho más. Hasta una apasionante competición de Go (el juego de mesa chino) entre un maestro y un ordenador que ocupa toda la tercera parte. Y repito, apasionante.

Maniac es un libro para disfrutar y reflexionar. Léelo sin miedo. Aunque asuste...