David Porrinas, escritor e historiador: «El Franquismo abusó de la Reconquista y sus símbolos»

Marcos Gutiérrez

CULTURA

David Porrinas, coordinador del libro «¡Reconquista! ¿Reconquista? Reconquista»
David Porrinas, coordinador del libro «¡Reconquista! ¿Reconquista? Reconquista»

El coordinador del libro ¡Reconquista! ¿Reconquista? Reconquista habla con La Voz acerca de la vigencia de este término, sus diferentes usos a lo largo de la historia y cómo, de manera relativamente reciente, su significado se ha ido politizando

14 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Se puede hablar de Reconquista? ¿En qué medida se puede seguir usando un término que cada vez es más polémico? ¿Es su empleo completamente legítimo? Estas son algunas de las cuestiones a las que intenta responder ¡Reconquista! ¿Reconquista? Reconquista (Desperta Ferro Ediciones, 2024), a partir de las visiones diferentes de expertos medievalistas como Carlos de Ayala, Javier Albarrán, Martín Federico Ríos Saloma, Francisco García Fitz, Armando Besga Marroquín, Ana Isabel Carrasco Manchado, Alejandro García Sanjuán y Francisco José Moreno Martín, con la coordinación de David Porrinas (Castañar de Ibor, Cáceres, 1977). Este licenciado y doctor en Historia por la Universidad de Extremadura, en la especialidad de Historia Medieval, es experto en cuestiones relacionadas con la guerra y la caballería en la Edad Media y Rodrigo Díaz, El Cid Campeador.

-¿Por qué cree que este tema suscita tanto debate social y político?

-La clave, posiblemente, es la politización que se ha hecho del término en un tiempo reciente. El modo en el que se recurre a la Reconquista en determinados mensajes y campañas políticas. No obstante este debate es anterior y se inicia en plena transición. Ha tenido picos de intensidad, pero parece que en los últimos años se ha enconado. Otra razón es que ese debate está, en el fondo, cuestionando la idea de España y su origen porque, claro, si no hay España no hay Reconquista. Porque, ¿en nombre de quién se hace la Reconquista? ¿En el de algo que se llama España y está en formación o en el de los diferentes reinos que están llevando a cabo esas luchas contra los musulmanes? La clave de bóveda en esa cuestión es cuándo considera cada uno que se puede empezar a hablar de España.

-Sin embargo, ese debate no solo se queda en el ruedo político. ¿Por qué ha permeado también al resto de la sociedad?

-Porque toca mucho la entraña y recuerda un pasado heroico, lo que mueve mucho a la emoción. Se trata de algo muy arraigado en la mentalidad de los españoles, porque lo hemos bebido en nuestro sistema educativo. Desde niños nos han enseñado una serie de cuestiones bastante simplificadoras, que se nos han quedado metidas en la cabeza sin ir hacia otros desarrollos explicativos que nos permitan ver que no todo es tan sencillo.

-Armando Besga plantea una idea muy interesante para establecer si hubo o no Reconquista. Si se considera que existía España en el 711, hay Reconquista; en caso contrario, no.

-Armando Besga es quizás el mayor exponente de ese grupo de historiadores que entienden que no hay ningún problema en seguir hablando de Reconquista, porque él además considera que se puede hablar de España desde la época romana, cuando Hispania se convierte en una provincia del imperio, pero con una cierta identidad nacional. Por el contrario, hay autores que establecen que no se puede hablar de España hasta la edad contemporánea, hacia el siglo XIX, cuando se articula el Estado nación español. Buena parte del debate, por eso, gira en torno a la idea de España.

-¿Desde qué perspectivas se acerca el libro al término Reconquista?

-El título es muy gráfico. Aparece en exclamaciones, representando a aquellos que piensan que se puede seguir empleando este término sin ningún problema ni complejo, porque es útil y con una sola palabra puedes contextualizar un periodo amplio y heterogéneo. Y es que el de Reconquista no ha conseguido ser sustituido ni suplantado por ningún término alternativo. Es plenamente reconocible, no solo en España, sino, sobre todo, en países como Francia, EEUU, Inglaterra, Italia o Alemania. Además, este grupo considera que España existiría antes de este periodo.

-¿Además de la legitimadora, cuál es la segunda vertiente que aparece en la obra?

-Enfrentada a esa opinión se encuentra la de otros historiadores como Ana Isabel Carrasco Manchado y Alejandro García Sanjuán, que en este caso no van abiertamente en contra del término, sino que se centran en los usos y abusos políticos que ha habido en torno a él. Una vertiente de historiadores, que algunos han llamado negacionistas, que entienden que la Reconquista es un invento contemporáneo, del siglo XIX principalmente, y que hace referencia a un concepto que no es operativo en la Edad Media, aunque haya una ideología de guerra. Creen, además, que ese término nació intoxicado en ese mismo siglo XIX en el que se configura el Estado Nación español, porque se fue hacia la polarización, el esencialismo, el patriotismo, el catolicismo y el nacionalismo. También durante el franquismo se realiza un gran abuso de esa Reconquista y sus principales símbolos.

-¿En qué sentido?

-Pues, por ejemplo, en el caso de la idea de la Reconquista que se había llevado a cabo frente a los republicanos, también llamada Cruzada. Ambos términos llevan a la Edad Media. También está la identificación con personajes como Don Pelayo, el Cid Campeador o los Reyes Católicos y la exaltación de acontecimientos como la batalla de las Navas de Tolosa, Covadonga, la toma de Granada o la Gesta de Guzmán el Bueno. Se produce esa identificación y ese abuso, los cuales estos historiadores entienden que vienen a intoxicar aún más el término. Además consideran que era algo demasiado simplificador, porque no sirve para ilustrar la enorme complejidad de fenómenos y procesos que se dan durante la Edad Media. Una simplificación que parece reducirlo todo a una mera lucha entre cristianos y musulmanes que, ni fue continua, ni fue maniquea.

-¿Y cuál es la tercera visión?

-La que yo llamo tercera vía es justamente la que se corresponde a la Reconquista que en el título del libro va entre interrogaciones. Refleja la visión de otros historiadores que entienden que se puede hablar de Reconquista, pero de una manera limitada, restrictiva y explicando muy bien esos otros problemas que defienden los «negacionistas». Ahí se encontrarían Carlos de Ayala, que en su capítulo defiende que en la Edad Media no existe la palabra, pero sí la noción de Reconquista, la cual se puede documentar no solo en textos cristianos, sino también musulmanes y que describen esa ideología de Reconquista de la que serían portadores líderes cristianos, como podía ser El Cid, Alfonso VI o Fernando I. Francisco García Fitz lo que defiende es, precisamente, que sigue siendo útil porque, con una sola palabra, puedes contextualizar un periodo teniendo en cuenta todas esas complejidades que hay. Él lo que hace es, aparte de un seguimiento de las opiniones que han tenido historiadores desde la década de los 70, y el uso que han dado al término, poner en una balanza las ventajas y las desventajas del término.

-¿Hay espacio en la obra para otras reflexiones?

Además de estas tres visiones hay otros capítulos complementarios muy interesantes, como el de Martín Federico Ríos Saloma, un gran especialista en la Reconquista, que lo que hace es analizar el desarrollo evolutivo historiográfico desde que aparece el término, allá por el XVII-XVIII, y como ha ido evolucionando y cargándose de connotaciones. También hace un análisis muy interesante sobre la polisemia de la palabra y como puede llegar a tener hasta siete significados diferentes. También hay un capítulo muy interesante que trata cómo en los musulmanes andalusíes germinó una idea de Reconquista muy similar a la de los cristianos. Desarrollaron una noción de patria, un apego hacia ella y la necesidad de recuperarla. El libro culmina con una «guinda», a cargo de Francisco José Moreno Martín, de la Complutense, que trata acerca de cómo se refleja esa Reconquista en la cultura popular.