El recién estrenado documental del asturiano desgrana su vida con la colaboración de sus amigos y familiares
16 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Popularmente suele decirse que solo muere quien cae en el olvido, y si hay alguien que reúne popularidad y recuerdo constante es el cantante asturiano Tino Casal. A la par que su representativo estilo, más es más, nunca es suficiente y siempre vuelve a resonar su nombre, su voz y su extravagancia. La figura clave de la «movida madrileña» acapara de nuevo la atención y en esta ocasión, lo hace en las pantallas. Así lo demuestra el documental que lleva por título su nombre producido por Atresmedia para su plataforma de contenidos digital.
Desde amigos artistas hasta deportistas, todos lo recuerdan como alguien adelantado a su tiempo, transgresor e inolvidable. Hacen un repaso de lo que fue su carrera y su vida, que terminó antes de lo esperado pero estuvo repleta de arte y vocación. Así lo aseguran el periodista Arturo Paniagua; el cantante de Obús y compositor Luis Cobos; el músico del protagonista, Javier Losada; su amiga y periodista Paloma Aznar «Vampirella» y su biógrafo, Gerardo Quintana, entre otros participantes.
Sin embargo, la colaboración más especial es la de sus hermanas, Maritina y Conchita Casal, además de su sobrino Gonzalo. Estos, aparte de hablar sobre su carrera, también aportan recuerdos y anécdotas de su infancia en Tudela Veguín, dónde descansan los restos del asturiano desde 1991.
Se empapó de la cultura new romantic y vivió en Londres, donde se dedicó a desarrollar su faceta como pintor y allí entró en contacto con la corriente glam y rock, liderada por David Bowie. El artista nació en una España en blanco y negro, en medio de una dictadura, y añadió color a su existencia y a la de la gente que lo rodeaba. En la exposición del Museo del Traje en Madrid durante el año 2017 ya se demostró que el asturiano tenía un estilo propio y acorde a su arte, totalmente innovador y libre. Él lo sabía y no se escondía, de ahí una de sus célebres frases: «Me odian porque me he adelantado con la chaqueta que ellos pensaban ponerse».
Tal y como se narra durante los tres capítulos de su documental, eclosionó con el álbum Neocasal y se consagró con Etiqueta Negra. El icono de la modernidad española, o el Tigre de Tudela, como también lo llamaban, fue una figura de los años 70 y 80. Pareciese que al principio de su gran éxito Eloise se describiera a sí mismo a la perfección: «Es un huracán profesional, que viene y va buscando acción». Tino Casal era polifacético, un artista completo, como lo define el periodista Fernandisco: «Era el Da Vinci de la música».
En la producción de Atresmedia y Cometa TV dirigida por Alfonso Albacete se desgranan los aspectos más característicos de Tino, permitiendo descubrir por qué era el centro de las miradas con sus excesos artísticos que lo definían. A día de hoy, 33 años después del accidente en el que falleció, artistas actuales como Cristina Rodríguez, diseñadora de moda, y Agoney, cantante y compositor, entre otros, siguen considerando al asturiano como un avanzado a su tiempo, una persona que customizaba su vida e inspiraba a quienes le rodeaban.
El protagonista no separaba sus raíces de su arte y ya en 1967 hizo protagonistas a un instrumento tradicional y a Asturias en la canción Lamento de gaitas con su grupo Los Archiduques. Su paisano asturiano, Víctor Manuel, también lo recuerda en el documental como un artista sin comparación.
Todos narran sus recuerdos, sus mejores experiencias con el artista asturiano sentados en un trono que perteneció al cantante y que usó para la portada del álbum con el que reapareció en el mundo de la música tras un parón por problemas de salud, Lágrimas de Cocodrilo. No es de extrañar que Tino tuviera su propio trono ya que algunos de sus amigos lo recuerdan como su rey.