
El sábado 12 de agosto, el autor presentará en la librería gijonesa Toma 3 su último libro
11 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Este sábado Alfonso J. Ussía presenta en la librería gijonesa Toma 3 su último libro, El puente de los suicidas (Ed. Círculo de Tiza), donde narra un conjunto de historias y vidas que ocurren en los alrededores del viaducto, o puente como llaman los gatos, de Segovia en Madrid. Unas historias de vida, muerte, comunidad, esperanza y desesperación; unas historias que cartografían una ciudad, un momento y a quienes la habitaban. Madrid como medida de todo y de todos: del cielo al suelo, de la gloria al fracaso. Todo parece estar muy lejos y todo se toca. Un libro magnífico que reflexiona sobre la problemática del suicidio, sus consecuencias y la importancia de la sociedad, del grupo, para paliar esta lacra y sus problemas derivados.
- En esta novela, como en Vatio, la anterior, hay un personaje importante y siempre presente que es la ciudad de Madrid. ¿Se está convirtiendo en un cronista de la realidad madrileña?
- Madrid es un personaje vivo que va cambiando, para bien o para mal, pero que va teniendo características distintas. Pero como todos los pueblos y ciudades. El Madrid de El puente de los suicidas era un lugar difícil, pero mucho más amable y menos cabrona que lo que nos encontramos ahora. Me gusta mucho reflejar esta maduración y este devenir.
- ¿Se perdió este Madrid barrial, de vecinos conocidos y relaciones cercanas?
- Total. La persona que más daño ha hecho a la sociedad en los últimos 50 años ha sido Steve Jobs, ahora la mayoría vive pendiente de un teléfono, de las redes sociales, mirándose la palma de la mano. El egoísmo y el narcisismo imperante ha empobrecido esas conexiones: la solidaridad con el de al lado, la proximidad, gente con la que antes se hablaba y ahora no se les mira a la cara.
- Esa falta de espera, una necesidad de inmediatez. La gente no saluda.
- Nos ha cerrado mucho más, y peor aún tras la pandemia. Estamos haciéndonos peores como sociedad y como todo. Esto engendra muchísima soledad, porque los vecinos, la calle o el bar siempre han sido refugio.
- Y luego está el trato impersonal, el cambio de las tiendas de siempre por cadenas multinacionales. Ese cambio de clientes a consumidores, que dice Edu Galán en La máscara moral .
- Hemos pasado a ser un simple numerito, a nadie le importa nada la persona. Hemos perdido como seres humanos esa sensación, esa unidad, de tribu.
- Decía Umbral que Madrid es un género literario.
- Yo veo a la ciudad como un personaje más que como un género. Pero creo que para él también, Madrid está presente en toda su obra, es el fondo del cuadro donde él ha pintado lo que iba ocurriendo.
- El suicidio no deja de ser algo muy literario.
- Ha estado relacionado de forma muy directa con la literatura y la bohemia. Virginia Woolf, Hemingway, Larra o Zweig y su mujer acabaron sus días suicidándose. Es cierto que hay una conexión bastante potente.
- El puente de Segovia, que en verdad es un viaducto, desde su inauguración generó una atracción a los madrileños, especialmente a aquellos que querían acabar con su vida.
- Es un sitio con mucho encanto y un toque morboso, un algo maldito. En Madrid no había sitios tan altos, así que tiene todo el sentido elegir esta situación para tratar de quitarse la vida. A finales del XX hasta 9 personas al mes se quitaban la vida, las administraciones estaban locas para paliar esto.
- La colocación de unas mamparas impide, o más bien dificulta mucho, el salto al vacío. Esto, que sale contado en el libro, fue gracias a la unión y a un movimiento vecinal. Una demostración que la unión del pueblo consigue lograr grandes objetivos.
- Por eso tuve claro que los protagonistas del libro tenían que ser personajes anónimos, varias personas con el único interés de hacer mejor su entorno. Una unión que dio sus frutos, unos vecinos que lucharon por dar visibilidad al problema y solventarlo, porque se llevaba a escondidas en los medios y el Ayuntamiento.
- Además de Madrid y de la gente anónima, el «Bar Esperanza» es otro de esos protagonistas, un lugar importante en la trama que no sólo funciona como nexo de unión entre los personajes. Y escribes «En Madrid los bares son hogares».
- El «Bar Esperanza» fue un bar real y así era, que tiene cojones que tuviese ese nombre así siendo el punto geográfico más cercano al viaducto. Una cosa que también ha cambiado es que antes los bares eran regentados por una familia, era un concepto familiar, y ahora no sabes nada del que te atiende y en dos días vendrá otro. Se perdió esta humanidad y un trato cercano y de familia.
- Siempre dice que la novela ya estaba hecha.
- Tenía a la gente anónima que consiguió cambiar una cosa; al bar, que era el alma de la zona y una historia muy potente que sólo había que darle forma y adecuarla.
- Habla de un Madrid barrial que para muchos es totalmente desconocido.
- Dentro de la M-30 apenas existe, pero quedan reductos, pero en las afueras sigue estando presente. Madrid se está vendiendo como puta por rastrojos, el precio del metro cuadrado ha sacado a la gente del centro hacia fuera, la especulación es una salvajada y acaba expulsando a los vecinos.
- «El mejor bar es el más cercano», afirma Ray Loriga. ¿Cuál es su bar?
- Trato de ir a los bares a los que llevo yendo mucho tiempo y han aguantado, esos bares de iniciación donde uno empezó a probar los primeros alcoholes y fue tan feliz. Coincido con Ray, además de por esa cosa de extensión del hogar que tienen los bares.
- ¿Es Madrid una ciudad de apariencias?
- Cada vez más. Madrid es un lugar hecho de gente de todos los lados, este es su mayor valor, por eso es tan abierta. Pero, al final, siempre hay quienes no logran sus objetivos o les puede la ambición, nadie quiere parecer que se queda por el camino, de ahí ese fingimiento. Es muy difícil triunfar, lo hacen los mejores y son muy pocos.
- Y una ciudad habitada en su mayoría por turistas y no por vecinos.
- Esto es otro de sus grandes problemas, parece que ahora todo lo orientan al turismo y más turismo. Al residente en Madrid se le carga de normas y reglas, pero para los turistas parece que no opera la ley. Se están cargando la esencia de este lugar maravilloso. Pero no sé cuánto aguantará así, las modas cambian y puede revertirse esta deriva.
- ¿Vivimos muy rápido y nos perdemos lo bueno?
- La vida al ser más lenta era más justa. No creo que la ambición desmedida, ese ímpetu por mejorar y medrar, nos haga más felices ni mejores. A veces es necesario detenerse y pensar, el parar y templar del toreo, para lograr algo realmente bueno y disfrutarlo.

- En una de las historias cuentas cómo un joven se suicida por bullying, algo que, por desgracia, está cada vez más presente.
- Todo está relacionado con algo que dijimos antes: las pantallas, la falta de comunicación y de pertenencia a un grupo. Las relaciones de amistad, las relaciones personales de uno, van creando nuestro carácter y forma de ser a base de alegrías, penas, riñas, de todo. La falta de empatía cada vez es mayor, es algo que me preocupa como padre.
- ¿Cómo ve a estos jóvenes cuando tengan que enfrentarse al mundo real?
- Ahí están todos los desengaños que se están dando, unas cotas de frustración muy bajas: en seguida creen haber tocado fondo. No es que sean más blanditos, es que no tienen la facilidad ni las cicatrices para aceptar las cosas como son en la realidad. El bullying siempre ha existido y también los suicidios, pero en 25 años han aumentado mucho las muertes por este tema, es algo que va a más y es muy preocupante. Y no sólo es culpa de los niños, los padres tenemos mucho que ver en todo esto: la pérdida de autoridad y respeto o todas las gilipolleces de ser amigo de los hijos y tal. Es que cualquier gilipollas puede ser padre o madre.
- La soledad también es uno de los grandes generadores de este problema.
- Está claro, hay muchísima gente vacía de todo, mendigando un poquito de atención. Todos esos seres humanos rodeados de otras personas, de muchísimas en el caso de Madrid, y a los que nadie mira ni saluda, gente que hacemos como que no existe porque no nos interesa.
- «Todo tiene solución excepto la muerte»
- Esa frase sale en el libro y le doy mucha importancia. La muerte nunca es la salida porque es el final. Después de un suicidio no sólo se pierda una vida, también destroza la de los que están a su alrededor. Es una actitud egoísta, un ejemplo del individualismo reinante en la actualidad. Los hombres no somos nada si no contamos con los demás, es inútil rechazar a la comunidad, el proyecto está quebrado.
- Aunque no todo es malo en estas nuevas generaciones, también manifiestan sus miedos y hablan mucho más de sus problemas. Pero, ¿este abrirse tanto no les genera vulnerabilidad?
- El problema es que se acierta con el mensaje y no con el destinatario. Hay muchísimo desconocimiento sobre el funcionamiento de la cabeza. Todo va tan rápido que hay muy poco rigor, cuántas teorías salen cada día y se ponen de moda sin saber si son ciertas y adecuadas.
- Lo de la inmediatez y las modas reina en el ámbito cultural.
- Así es, ahora según las corrientes hay que escribir de un modo o de otro, según que temas, todo textos breves. Cero capacidad de atención, cero de análisis, todo mascado y libros de pocas páginas, porque no hay tiempo a leerlos. Yo no creo en esto, porque escribir a la moda es la mejor manera de no estar nunca de moda y que el libro quede pronto fuera de circulación.
- Leer una novela larga o a los clásicos es casi una forma de rebelión.
- Ahora mismo, no hay nada más revolucionario a nivel cultural que leer un libro o ir a una corrida de toros. El parar, poner un paréntesis al entorno, y dedicar tiempo y ganas a una sola acción es algo que, en estos días de multitasking, es revolucionario.
- ¿Por qué existe ese tabú frente al suicidio y las enfermedades mentales?
- Por desconocimiento, pensamos que obviándolo no existe, no nos hace daño. A nivel legislativo en 40 años lo único que se ha hecho es poner un teléfono. En periodo electoral todos los partidos usan las enfermedades mentales para atraer votantes y luego es lo mismo de siempre.
- ¿Y el trato del suicidio en los medios de comunicación?
- En los medios noto un cambio a la hora de abordarlo. Hay que tener en cuenta que todos los días hay 11 suicidios en España, si cada uno tuviese que salir en el informativo no se hablaría casi de otra cosa. Quizá esto pueda generar una cotidianeidad que acabe dándonos igual. Es un tema trágico, el suicidio es el gran problema de la sociedad.
- ¿Ve alguna solución?
- Si los políticos se reunieran y fueran todos a una seguro que la solución estaría mucho más cerca. Si es problema de dinero, pues denles más, gestionen mejor los centros de salud, contraten profesionales. Con la cantidad de dinero en la que queman dinero es imposible que no haya para salud mental, no puede ser.
- «De la piel para dentro empieza mi exclusiva jurisdicción», proclamaba el maestro Escohotado.
- Hay quienes se quitan la vida porque ya están plenos y no quieren un deterioro o porque padecen una enfermedad que les va a hacer sufrir, hay mil casos. Pero las cifras son claras, de esta clase de suicidios, por voluntad, plena consciencia y no desatados por problemas hay pocos.
- España es un país cada vez más medicado, podríamos decir que España vive a base de ansiolíticos.
- Hay una adicción y dependencia muy presentes. Todo está relacionado con el aguante y la resistencia, con la manera de encajar aquello que nos lleva la contraria a nuestros deseos. Para todo hay un camino corto que facilita, de manera engañosa, el día a día. En esto sí que se ha invertido mucho y no en profesionales que traten los problemas y puedan solucionarlos y no esconder la enfermedad.
- Por lo que dice, los políticos tienen gran parte de culpa.
- Nos está gobernando lo peor de la sociedad. Son absolutamente falsos, buscan la polarización y sólo su beneficio. Y luego, cuando se apagan las cámaras, son todos amiguetes y se llevan de puta madre. Está claro que temas importantes como la salud mental, la educación o justicia les quedan grandes, es que no hay más.
- Querer casi nunca es poder. Cuánta gente hay que quiere buscar una solución, no es capaz por sí solo y la sociedad le da la espalda. Tenemos que cambiar.
- Cualquier medida y actitud va a ser mejor que lo que tenemos ahora: el cada uno a lo suyo.
- ¿Qué es para usted el éxito?
- Una transferencia que te permita vivir tranquilo. El éxito es poder pagar lo que debes, no tener aprietos y poder permitirte algunas alegrías. Y poder dormir tranquilo.
- ¿Cree en la felicidad perfecta?
- La felicidad está completamente sobrevalorada. La vida es muy perra y está llena de putadas, el ser humano es bueno, pero también malo. La felicidad como elixir que te mantiene constante en ese estado ideal es una mentira.