La autora explica las claves de su última novela sobre las mujeres espías en un encuentro de la Semana Negra de Gijón: «es como si Madonna o Shakira espiaran ahora para rusos y ucranianos»
12 jul 2023 . Actualizado a las 17:40 h.La escritora Carmen Posadas (Montevideo, 1953) ya forma parte del cartel habitual de autores y ponentes de la Semana Negra de Gijón. En esta XXXVI edición, Posadas ha presentado su último libro, Licencia para espiar, en el que aborda el papel que tuvieron las mujeres en el espionaje desde la antigüedad hasta el siglo pasado.
Durante un encuentro mantenido con la prensa el pasado martes, la autora explica que uno de sus capítulos está dedicado a desmitificar el personaje de Mata Hari, la doble espía más famosa de la historia, quien prestó sus servicios a los dos bandos durante la primera guerra mundial. Según la uruguaya, está sobrevalorada porque «su único mérito fue bailar desnuda» durante sus años de artista de cabaret.
Al ver declinar su carrera con el paso de los años, Mata Hari acepta espiar para los alemanes y los franceses, «como si Madonna o Shakira espiaran ahora para rusos y ucranianos», pero su trabajo «fue pésimo».
Durante la tarea de investigación que realizó para documentar el libro, que entre otras recoge las historias de la bíblica Rahab, cuya intervención fue decisiva para conquistar la Tierra Prometida, de la juglaresa gallega la Balteira durante el reinado de Alfonso X, o del escuadrón volante de Catalina de Médicis, Carmen Posadas descubrió que la Malinche, amante de Hernán Cortés, «no fue una traidora».
La indígena Malinche, cuya colaboración con el conquistador originó una leyenda según la cual su traición condenó a su pueblo a vivir 300 años des esclavitud, «no fue una traidora» sino una «espía brillante» que actuó para defender los intereses de su tribu, que estaba sometida por otras, ha explicado.
Posadas también ha investigado a Caridad Mercader, «una mujer tan entregada a la causa de la Unión Soviética, que no sólo ordenó a su hijo Ramón Mercader que asesinara a León Trotski, sino que mató a su propio esposo cuando vio que flaqueaban sus convicciones comunistas».
La autora ha comprobado que las mujeres son mejores espías que los hombres porque son más discretas, aunque ella misma «no podría serlo» por que le «temblarían las piernas» y tampoco encuentra ninguna motivación personal para hacer ese trabajo.
Posadas ha recordado que durante la Guerra Fría los servicios secretos de Alemania Oriental utilizaron hombres guapísimos infiltrados al otro lado del Muro de Berlín que seducían a las secretarias de altos jefes de las Fuerzas Armadas y de grandes empresas para obtener información delicada a través de ellas. Este tipo de actividad se conoce como «sexpionaje» y ha sido mostrada por el cine en las películas de James Bond, ha apuntado.
Posadas ha destacado además que con la caída del comunismo los servicios secretos de occidente se relajaron, creyeron que el enemigo eran los grupos ecologistas radicales, hasta tal punto que cuando ocurrió el atentado de las Torres Gemelas de Nueva York «en la CIA no había nadie que supiera hablar árabe», informa Efe.