La alemana «Till The End of The Night» la firma el especialista en cine negro Christoph Hochhäusler
25 feb 2023 . Actualizado a las 08:44 h.Esta 73.ª Berlinale, de nivel más que apreciable, concluyó con tres películas que no tienen pinta de contar para el palmarés. La alemana Till The End of The Night la firma el especialista en cine negro Christoph Hochhäusler y en ella desarrolla una trama de policías infiltrados en un cartel de la droga. Ofrece a modo de puesta al día que uno de estos insiders sea una mujer transgénero, encarnada por la austríaca Thea Ehre. Su primera parte luce pulso como película de género. Pero su desmañado guion va derivando hacia el melodrama y en medio del despropósito emocional donde el policía lleva mal su homosexualidad y el gánster acaba siendo sacrificado colega concluye todo esto en un estropicio importante.
La china Art College 1984, de Liu Juan, es prehistoria de la animación. Y resulta tan básica en su ejecución técnica como cargante en su reiterativo discurso pueril sobre teorías del arte y filosofía muy fieles a la inanidad crítica e intelectual que tolera el régimen chino. Arranca con una presuntuosa cita del Retrato del artista adolescente de Joyce. Pero su nivel no llega a preescolar.
Mejora el final de jornada con el notable documentalista francés Nicolas Philibert, quien en Sur l`Adamant nos muestra el funcionamiento de un singular centro psiquiátrico de día instalado sobre el Sena. Ya se sabe que el cine de Philibert no está para alegrarte el día. Y su propuesta es tan impecable como letárgica. Con ella concluye la competición —la mejor en bastantes años— en la que hay hasta cinco grandes películas: la mexicana Tótem, la alemana Afire, la portuguesa Mal Viver y las norteamericanas Past Life y Manodrome. Y, sin embargo, suena bastante para los premios la española 20.000 millones de abejas, debut de Estíbaliz Urresola. Y te entra el temor a que un cine empantanado pero de tema (aquí la disforia trans de una niña nacida biológicamente varón) pesque en el río revuelto de las buenas intenciones que en la tradición de este festival son plegarias bien atendidas.
Quedará también de esta edición la valiosa recuperación de imágenes de archivo que realiza Ulises de la Orden en El juicio. De las más de 500 horas filmadas durante el proceso de los dirigentes de la dictadura argentina, su película comprime en 180 minutos la topografía del terror. Y todo lo dramatizado de modo honesto y eficaz para el gran público en Argentina, 1985 despliega ahora su veracidad sin maqueos. No sé si los rostros de los comandantes Videla o Massera en el banquillo son de apariencia banal. Lo que posee relevancia es celebrar cómo ese país —aun no transcurridos dos años del final de su régimen criminal hasta lo dantesco — fue capaz de mirarse a sí mismo en el espejo y rechazar con sobriedad legal las imágenes que este regurgitaba de aquel tiempo del espanto.