«Cinco lobitos»: los años de plomo de la maternidad merecen el Goya

CULTURA

Fotograma de la película  Cinco lobitos
Fotograma de la película Cinco lobitos

Y se llevan mucho mejor con Amaia y Begoña, esas dos fuerzas de la escena que bordan las actrices Laia Costa y Susi Sánchez

10 feb 2023 . Actualizado a las 18:01 h.

Hay otras guerras de desgaste, otros asedios, años de plomo maternales que no pesan en la memoria popular en el foco, que se evaporan en la cocina de lo íntimo, que solo algunos saben contarnos sin marcar músculo. No quiero navajas ni bengalas, ni que se dope la trama, ni efectos virtuales que lleven al espectador fuera del conflicto de una identidad, de un cuerpo, de una casa. Dentro de una mujer partida, de una madre que nace viendo morir a la que era y sus expectativas, nos lleva la ópera prima de la vizcaína Alauda Ruiz de Azúa, alto voltaje emocional que rompe dogmas, certezas, y evita, con realismo de lana, los paños calientes en torno a la maternidad. Nos recuerda por qué nos enamoramos de Laia Costa en Foodie Love y Only you, y por qué es la gran favorita para ganar el Goya a la mejor actriz protagonista.

Laia me escribe como madre en la ambivalencia. Quiero y no quiero querer. ¿Qué soy yo? «Para ser madre tengo que olvidarme de hacer planes. Para ser yo, tengo que dejar que la niña llore. El éxito de la una es el fracaso de la otra», descifra Rachel Cusk en Un trabajo para toda la vida, rebumbio de situaciones que vienen con la llegada del bebé, Jone, a la vida de Amaia (Laia) en Cinco lobitos. Miedo, ira, frustración, ternura y apegos feroces urden este relato, un oleaje como la rutina de una mujer recién parida/partida. Amaia (Laia) y Begoña (Susi Sánchez, justamente nominada al Goya de reparto) son las dos fuerzas de naturaleza de la escena, madre e hija que van desespinando su rivalidad, sus diferencias de generación y carácter, por el vínculo, por una interdependencia que atenaza y a la vez consuela.

Las directoras españolas enfocan de otra manera, ángulos muertos, cristales rotos, nanas con corazón de elegía. La vida editada siempre resulta más amable, pero necesitamos los negativos, las tomas desechadas, ver el pájaro enjaulado, ese dedo que la niña se quema soplando la vela del primer cumpleaños...

«La cuestión de qué es una mujer si no es madre ha quedado sustituida por qué es una mujer si es madre», dice Cusk. A esta pregunta responde esta gran película de manera abierta. Cuidar es un viaje con retorno. El amor rompe los platos y algunas veces corta, por necesidad, las alas. Pero aprendemos a volar de otra manera.