La versión cinematográfica que ofrece Netflix de esta novela clásica y tórrida se disfruta como un entretenimiento relajante de sábado
26 dic 2022 . Actualizado a las 12:34 h.¡Cómo hemos cambiado! Si D.?H. Lawrence pudiera vernos disfrutar en casa, en pantalla plana y a todo color de su obra más censurada y caliente se quedaría pasmado. Los textos de El amante de lady Chatterley, que hace casi un siglo escandalizaron a la sociedad por el uso de término sexuales muy explícitos y le valieron al autor numerosas críticas se han convertido en una película, que bajo la batuta de la directora Laure de Clermont-Tonnerre, traduce en imágenes bellas, azuladas y artísticas los tórridos encuentros de Connie (interpretada por Emma Corrin) y su amante, Oliver Mellors (Jack O'Connell). Y aun así, la historia conserva una fidelidad al texto original muy difícil de encontrar en otras recientes adaptaciones de clásicos.
Sexo estilizado
Y no es que Clermont-Tonnerre haya decidido dulcificarnos la novela para convertirla en un producto al gusto de todos los paladares, sino que lo que sucede es que en la actualidad somos un público mucho más difícil de escandalizar de lo que lo eran nuestros abuelos. Lo que hace un siglo hacía rasgar las vestiduras («¡Este libro está escrito por un hombre con una mente enferma y un alma tan negra que oscurecería incluso la oscuridad del infierno!», llegaron a decir) hoy es la peli del sábado noche, que se sigue desde el sofá, entre bostezo y bostezo. Una recreación artística de sexo estilizado y bellamente coreografiado, mucho más light que 50 sombras de Grey. Y también de mucha más calidad, afortunadamente.
La historia cuenta la aventura extramatrimonial de una mujer de clase alta con su guardabosques y en su época (1928) se consideró tan obscena que estuvo prohibida en varios países durante años. En otros llegó a publicarse, pero en versiones censuradas. Hasta 1960 no se lanzó la versión completa, y entonces, de forma sorprendente, la editorial responsable denunció su propia publicación en los tribunales, para conseguir un efecto de publicidad e incrementar las ventas. Toda una innovadora estrategia de márketing.
La película, como suele pasar, introduce algunos cambios en la historia, pequeños, pero significativos, en especial los relativos al rol de la mujer en la relación sexual, y prácticamente ignora la parte de la trama que refleja el clasismo y la explotación laboral. También ofrece un final diferente al del libro, que es mucho más abierto e incierto.
No puedo acabar sin recordar las palabras con las que D.?H Lawrence defendió su obra, «una novela sana y necesaria»: «Siempre he trabajado para que la sexualidad se viva de una manera auténtica y sagrada, no de una manera vergonzosa. Es en este relato en el que he ido más lejos; es para mí hermoso, tierno y frágil como lo que está desnudo». Una maravilla.