«The Split»: ¿cómo pasar del divorcio al amor?

CULTURA

Imagen de la serie «The Split»
Imagen de la serie «The Split»

Este equipo de abogadas de familia que triunfa en Filmin (tercera temporada, la mejor) muestra que el verdadero drama no es divorciarse, sino divorciarse mal

25 ago 2022 . Actualizado a las 15:44 h.

El verdadero drama no es separarse, dicen los abogados de familia. «El drama es separarse mal». Amar es fácil. Casarse exige valor. Para divorciarse, hay que valer y hay que pagar. Es evidente que la primera causa de divorcio es el matrimonio, decía Groucho Marx. Queda muy claro en The Split (Filmin, RTVE Play), una ficción de aire sofisticado pero de gente normal, que hiere y hechiza, que sacude y conmueve de verdad. El corazón tiene razones que la razón no entiende, en un divorcio más te vale ser racional...

El buen divorcio (la grieta está a veces donde menos te lo esperas) es posible en esos dramas que atajan por lo legal, con dureza y glamur, las Defoe, voraz equipo de abogadas de familia que debes tener siempre de tu parte. El clan Defoe lo forman Ruth (sublime matriarca interpretada por Deborah Findlay), y sus tres hijas, entre ellas la maravillosa Hannah (Nicola Walker y su gabardina gris...), la mejor para hacer lo correcto, que nunca es lo ideal.

The Split tiene un aire en su factura a The Good Wife, pero lo inglés mejora lo americano. Y lo emocional con sus vaivenes empodera en la primera el relato. Nos enamoramos de Christie Carmichael (tan rubio, tan guapo), pero somos incapaces de esquivar una ternura maternofilial hacia Nathan (uno de los personajes más corrientes, pero también más creíbles, mejor interpretados), nos reímos y pasamos un poco de Rose (la única de las Defoe que no divorcia gente), querríamos beber hasta soltar todas las verdades como la seductora Nina (la mejor y más letal compañera de farra), nos igualamos a la baja con la ejemplar pero partida Hannah y acabamos encumbrando a la madre que las parió a todas: Ruth Defoe sí es una «tipaza».

Lo importante es la familia, nos dicen con sus ironías y sus actos las Defoe (una piña de rivales, jabatas del oficio), con sutileza en la otoñal paleta de grises y marrones de la City, donde destacan como nunca unos labios rojos, un vestido azul, unos ojos que rompen a llorar con el rímel bajando por el cristal de la emoción.

Las Defoe son unas fieras que te dicen que la familia es la carga que decides cómo quieres llevar, que es una versión del amor sujeta a función diaria, una interpretación sin tregua donde nada se da por sentado, donde no importa lo cansado que estés, sino hasta dónde vas a aguantar. Nadie es perfecto en The Split. Todos tienen grietas, todos debilidades, todos algo que esconder y callar. Es esto lo que lleva a las Defoe mucho más allá de ser un reflejo de los divorcios de la Liga o de la alta sociedad. Las trae hasta nuestra corriente realidad.

«La ley desenmascara la frágil naturaleza de la familia», dice la creadora de The Split, Aby Morgan (Sufragistas, Shame). Y desde la fragilidad, desde el divorcio, The Split es capaz de brindar un encendido homenaje al amor. Al amor más allá de la pareja, al que resiste y al que nace de la ruptura, al que va cosiendo sus heridas, al triunfo de la esperanza sobre la experiencia. De la calma nace a destiempo la tempestad. Y la tempestad deja despojos y tesoros. Es inevitable dejarse arrastrar. 

El matrimonio es Una serie de catastróficas desdichas... si todo va bien. Si no, es una separación. Quizá solo el humor da larga vida al amor.

Amarás a las Defoe a ratos, pero creo que siempre querrás estar ahí, asomarte a sus pleitos y, sobre todo, asistir a sus celebraciones y sus fiestas, y al final del día sentarte derrotada con ellas en las escaleras de la casa de Hannah y sus hermanas, para reconciliarte con la vida y volver a empezar.