Icono pluscuamperfecto del pop patrio, sigue ondeando la bandera de Fangoria en festivales. En una semana actuará como cabeza de cartel en el Atlantic Fest de Vilagarcía de Arousa
08 jul 2022 . Actualizado a las 10:54 h.El universo de Fangoria sigue creando canciones que amplían su filosofía particular. La última es Burbuja vital, un canto a las personas que quieren cambiar su mundo abrazándose a la cultura pop. «Nuestra vida se resume en eso. Da igual que tengamos 50 años que 14. Creamos nuestras burbujas para sobrevivir», dice Alaska. «En el fondo es lo que hace todo el mundo —matiza—. La persona que se casa, hace una familia y se compra una casa en un determinado sitio y no en otro ya está formando una burbuja vital». El próximo 15 de julio actuarán en el Atlantic Fest de Vilagarcía de Arousa, donde son cabeza de cartel de la primera jornada. En la segunda (el día 16) estarán también Izal, Los Planetas y La Casa Azul, entre otros.
—Viendo el video de Burbuja vital y recordando su muerte reciente, es inevitable pensar en Raffaella Carrá.
—Es un homenaje al ballet Zoom y a los programas musicales de aquella época. No solo a Raffaella Carrá, aunque es lo que más recuerda la gente y, sobre todo, la que por edad no estaba viva y lo ve repetido en otros programas de televisión. El ballet tenía entidad por sí mismo y también los programas de Valerio Lazarov, al que nuestra generación debe su educación musical. Tuvimos la oportunidad de recuperar con al archivo de televisión de recuperar esas imágenes e insertarnos nosotros dentro de ella. Nos pareció genial.
—¿Una fantasía hecha realidad?
—Totalmente. Pura fantasía. Yo me sabía los nombres de todos los bailarines. Eran personajes de la prensa del corazón. Tenían un par de discos que yo tenía. Eran estrellas.
—¿Fangoria son el ejemplo de que la evasión pop se puede y de sebe mantener más allá de la adolescencia?
—Pues sí. El mismo día que tocamos en el Atlantic Fest está Rojuu. Para mí somos dos caras de una misma moneda, al margen de estilos. Se trata de alguien que tiene un mundo propio muy fuerte y, a partir de ahí, hace su música. Se crea un submundo donde la gente que te sigue conecta con eso, los cómics, el manga, los videojuegos, lo que sea… Ese mundo tuyo no es exactamente la realidad del mundo exterior.
—¿Esa idea de burbuja vital es una apuesta por el individualismo?
—Sí, nosotros venimos del glam y el punk, no de mayo del 68 ni de Woodstock. Siempre hemos entendido nuestra vida como una cosa individual en la que te encuentras con otros individuos, pero muy alejados de una visión colectiva como a lo mejor eran los sesenta. Nosotros venimos de otro mundo.
—Una vez me dijo que en España se penalizaba a las estrellas pop fastuosas. ¿Se ha roto eso con Rosalía y C. Tangana?
—¡Es una maravilla! No puedo estar más feliz y más contenta porque son dos estrellas. Pero, ojo, aunque Rosalía y C. Tangana no fueran estrellas internacionales, serían unas estrellas igual. La primera vez que vimos a C. Tangana fue en un concierto del Orgullo en Madrid. Y era una estrella. Punto. Igual que Rosalía actuando en un club pequeño hace años. Pero sí que es verdad que, cuando hay una imagen muy fuerte, para determinado sector eso penaliza. Siempre se dice lo mismo: que es un artista frívolo y que solo se interesa por su imagen. Todos los artistas se preocupan y hay algunos que no saben lo que hacer para parecer el chico o la chica de al lado. También se preocupan por su imagen, pero de otra forma.
—¿Hasta los que no tienen imagen se preocupan por ella?
—Sí, y eso es mucho más artificial. Kim Kardashian tiene una enorme preocupación por construir eso, pero la que va de cantante folk al lado de ella tiene 10 estilistas y la han maquillado durante 7 horas para parecer que no va maquillada. ¿Quién es más natural? Pues Kim Kardashian.
—En todo caso, más allá de su actitud de estrella, Rosalía y C. Tangana semeja que están poniendo el pop nacional en un nivel que no se recuerda. ¿Son dos estrellas homologables a cualquier estrella internacional del momento?
—Totalmente. Y no estamos hablando del mundo de los cantantes, porque ahí España siempre ha tenido una posición superior. Piensa en Julio Iglesias, por ejemplo. Hablamos del pop actual. Juegan en la primera Liga de lo que se está haciendo ahora en el mundo. Eso es verdad que es inaudito.
—A Julio Iglesias se le está rehabilitando ahora como artista serio, cuando se le veía como un simple personaje del corazón.
—Eso es un error de falta de cultura. Es como si me dices que Sara Montiel es una persona que sale en Tómbola. No, Sara Montiel es la primera gran estrella internacional que tuvo España. Si usted no tiene cultura y solo la conoce porque la ha visto en un programa del corazón, es un problema suyo. Con Julio digo lo mismo. Él, además, tiene a su hijo que también es una estrella internacional y las cosas se opacan. Pero a veces es inevitable pensar que oye, hay que tener un poco de cultura respecto a lo que son esos artistas...
—¿Es algo exclusivamente español? Dudo que en Inglaterra a Tom Jones se le vea simplemente como un mujeriego que sale en las revistas del corazón.
—Tienes toda la razón. Tom Jones al final toca en el festival de Glastonbury y allí a nadie le sorprende que suceda eso. Aquí, sí.
—Artistas como Rosalía y C. Tangana generan una guerra entre la vieja y la nueva guardia. ¿Lo de «eso no es música» le recuerda a lo que sufrió con Kaka de Luxe?
—Totalmente. Pero es que eso le pasó a Elvis, que también muchos decían que lo suyo «no era música». Hay que recordar que para muchos el rock n' roll no era música. No tenía letras, solo era «auanbabulubabalambambú». Es una especie de choque entre personas que optan por unos estilos de música u otros. Hablabas antes de la incultura de la gente respecto a Julio Iglesias. Pero cuando es gente que se dedica a hablar de música u otros músicos y dicen estas cosas a mí me parece sangrante. Intenta tú hacer una base de trap, a ver si te sale. Es una música muy complicada a nivel de producción y de composición. Cada cosa tiene lo suyo. Pero eso lo llevo oyendo desde pequeña. Primero era el rock, luego fue el glam. ¿Quién hablaba bien de Bowie en el 73? Yo ya tengo una edad. Lo he visto y lo he vivido. ¿Quién hablaba bien de Kiss en el 74? Es así.
—Hay veces que la historia se repite con tanta fidelidad que asusta. Si uno ve lo del Disco Demolition Night de 1979 y compara con lo que alguna gente dice del reguetón parece lo mismo.
—Sí, es que es «otra vez». ¿Y lo que le pasó a la música electrónica? Son ciclos que se repiten siempre. Yo tengo la suerte de que encuentro cosas maravillosas en todas ellas y me nutro de todas.
—Cita el «auanbabulubabalambambú» del «Tutti Frutti» de Little Richard. Cuando se criticaba la letra del «SloMo» de Chanel, algunos lo sacaron a relucir.
—Es que es verdad. Si nos ponemos puristas, siempre hay esas fisuras. A no ser que digas: «A mí solamente me gusta Paco Ibáñez». Pues vale, hablamos de otra cosa. Pero si no, hay que saber que esto va a ser siempre así. No hay nada que hablar, ni nada que comentar. A palabras necias, oídos sordos.
—Ha estado presentando Benidorm Fest. ¿Otra fantasía hecha realidad?
—Sí, era mi segunda vez. Hice una previa de Eurovisión cuando salió Soraya y Melody quedó segunda. Pero era la primera vez que se hacía de una forma tan cuidada y tan grande. Por eso creo que funcionó bien, porque se hizo a conciencia. Que contaran conmigo y, por encima, en Benidorm, que es un sitio por el que tengo una querencia especial, pues fue algo fantástico.
—¿Qué le parece todo este repentino fervor eurovisivo?
—Es que claro, tú vives en tu burbuja vital y yo en la mía. En la mía Eurovisión siempre ha sido algo fantástico, que lo vemos todos y lo comentamos todos. Es importantísimo y forma parte de nuestras vidas. No sé lo que pasa más allá de mi frontera. Pero parece ser que ahí ahora hay tanto fervor como dentro de mi frontera. Me alegro muchísimo. Pero ojo, que esas cosas son burbujas, como vienen se van.
—¿Y las polémicas qué piensa?
—Que un concurso es concurso. Hay unas reglas y es lo que tienen.