Una novela desentraña la figura de la «pequeña Pasionaria»
31 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.A diferencia de otros grandes espías soviéticos, que fueron descubiertos o asesinados, la figura de África de las Heras se mantuvo siempre oculta. La escritora Reyes Monforte desvela en su novela «La violinista roja» la vida de una espía que «no tuvo competencia» durante sus 50 años al servicio de la KGB y que en España fue apodada como la «pequeña Pasionaria».
«Fue la espía soviética más importante de la KGB. En los despachos de la CIA todos se preguntaban quién demonios era esta mujer y hasta diez años después de su muerte no se conoció su verdadera identidad», señala Reyes Monforte (Madrid, 1975) en una entrevista con Efe.
Ceutí de nacimiento, en 1909, De las Heras creció en el seno de una familia acomodada de militares. En cuanto Reyes Monforte se topó con su figura, decidió que tenía que escribir una novela sobre ella, ya que la vida de África de las Heras es «un caramelito», una historia más propia de la ficción que de la realidad.
«Jugaba en otra liga. Fue una de las espía de la KGB más condecorada y una de las pocas mujeres que alcanzaron el grado de coronel en la Unión Soviética», señala la escritora, que en su novela, «La violinista roja» (Plaza Janés) narra los casi 80 años de vida de una mujer que estuvo presente en la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Civil española o la Guerra Fría y que participó en el comando encargado de asesinar a Trotsky y se cruzó personajes tan relevantes como Frida Kahlo, Ernest Hemingway o Ernesto Che Guevara.
La novela, que ya va por su tercera edición, camino de la cuarta, está «funcionando genial», según cuenta la autora, que reconoce que se ha publicado en un momento en el que el espionaje está de «relevancia», habida cuenta de la Guerra de Ucrania o el reciente caso Pegasus, en España.
«Los espías siempre han existido en la sombra, que es donde tienen que existir, si son buenos. Pero todo esto de Pegasus la verdad que es de andar por casa. Es muy cutre, en comparación con la historia de África de las Heras», señala Monforte.
De las Heras estuvo presente en la Revolución de Asturias de 1934 junto a Santiago Carrillo, en las checas de Barcelona durante la Guerra Civil española, en la Segunda Guerra Mundial y en el asesinato de León Trotsky a manos de Ramón Mercader, con el que África tuvo «una relación amorosa que duró toda una vida».
«La mandaron a México, a la casa de Frida Kahlo y de Diego de Ribera, donde vivía exiliado Trotsky y allí se hizo pasar por su secretaria y su traductora», explica Monforte, que añade que cuando Mercader acabó con la vida de Trotsky, tanto ella como muchos otros «tuvieron que salir por patas» de México, por órdenes de Moscú.
Monforte señala que lo primero que le atrajo de esta figura fue su fiel lealtad a Stalin: «Nunca puso en duda ninguna orden que viniera de la Unión Soviética, no cuestionaba nada. Si había que matar se mataba, si había que engañar, engañaba. Si se tenía que casar, como hizo tres veces, por obligación, lo hacía sin ningún problema», señala.
La espía soviética renunció a una vida normal «por el comunismo», algo que según Monforte «ya no se ve hoy en día», porque en la política no existen ya personajes que lleguen «tan lejos por unos ideales, sean correctos o no».
Tras un primer matrimonio fallido con un capitán de la Legión, la Unión Soviétiva la obligó a casarse con el reconocido escritor uruguayo Felisberto Hernández, con el objetivo de «asentarse en Montevideo y desde allí organizar la red de espías soviéticos más importante que operó 20 años en Latinoamérica».
Cuando ya no lo necesitó se divorció, aunque más tarde desde Moscú la obligaron a contraer de nuevo matrimonio, esta vez con un espía soviético, de origen italiano, que finalmente fue purgado: «Dicen que África tuvo que ver en la muerte de este espía. La policía de Montevideo la detuvo para interrogarla», asegura Monforte.
También parece estar detrás del famoso episodio conocido como «Una bala para el Che», cuando en agosto de 1961, en un acto en la Universidad de Montevideo, donde el Che Guevara acababa de pronunciar un discurso, una bala acabó con la vida del profesor Abelio Ramírez.
«Se creía que a quien querían asesinar realmente era al Che. Luego se descubrió que no, que querían matar a este profesor porque no quería colaborar», comenta la escritora.
África de las Heras estuvo también en las checas de Barcelona, donde fue «una temida interrogadora: »Los rusos vieron que tenía un perfil que les podía valer a los servicios secretos de Stalin. Allí fue captada y uno de los hombres fuertes de Stalin le puso el nombre de «la pequeña Pasionaria», porque decían que tenía la misma garra que Dolores Ibárruri, pero era más joven, más guapa y podía ser incluso más moldeable para ellos«, explica Monforte.
La escritora, que insiste en que mejor espía »es el que nadie sabe que existe«, señala que la Unión Soviética la protegió muy bien y que ella además »fue realmente buena«, porque, a diferencia de otros famosos espías como los cinco de Cambridge o Rudolf Abel, se mantuvo »en el anonimato hasta el final«.