El Malandain Ballet Biarritz comparece en el Festival de Danza de Oviedo con un programa de neoclásico y contemporáneo que se faja en los referentes del pasado
10 may 2022 . Actualizado a las 11:16 h.Igor Stravinsky eligió el sur de Francia para «quitarse» un poco del plomo del hacer germano y, de paso, bañar su música de algo más ecléctico, que tuviera más significantes y, por tanto, más significados. El Malandain Ballet Biarritz exhibió programa doble en el teatro Campoamor en la tercera de abono del Festival de Danza de Oviedo para glosar la música del compositor ruso mediante una buena factura técnica, y, de paso, poner de manifiesto que acudir al pasado y sus a referentes dancísticos siempre es buena idea. Lo visto el pasado 24 de abril en la tabla ovetense seduce en una medida, pero se queda algo corto en otra; porque en el caso de la primera de las coreografías, «El pájaro de fuego», no hay cuento, ni demasiada dramaturgia, más bien hay pájaro; y en el caso de la segunda, «La consagración de la primavera», el espectador ve ?eso sí? lo corpóreo de Stravinsky, pero también en qué y sobre qué se basó la coreografía de Martin Harriague. Dicho lo cual, el programa de la velada de danza resultó más que sugerente.
«El pájaro de fuego» (Michel Fokine, 1910) fue en origen un cuento bailado (conte dansé). La mayoría de los ballets considerados académicos, y que se han hecho con un lugar destacado en su historia, están basados en cuentos, leyendas, o en la tradición oral. La coreografía de «El pájaro de fuego» de Thierry Malandain dista mucho de la original, dado que se aparta del libreto y nos hace ver, con excesivo aire monástico, la espiritualidad que supuestamente emana del ave del cuento ruso original, que nos traslada al mundo mágico de una mujer, que es mitad ave y entrega una de sus plumas a un príncipe para que le devuelva la libertad bajo la sombra maléfica de un mago, figura que mediatiza la historia de amor del príncipe con una princesa. Esa espiritualidad, se supone, nos encamina a reflexionar sobre el sentido, hoy, de la fe. Bueno, vale, bien.
Más allá de la intención dramatúrgica de la coreografía (desde aquí creemos que se queda en mera intención), el elenco del Malandain ejecuta un neoclásico de alto nivel que es un gusto ver. Neoclásico muy clásico, eso sí. Con todo y con ello, es realmente plástica su reiteración decimonónica, que cierne secuencias coreográficas realmente hermosas, por bien desarrolladas, en su planteamiento, siendo de gran calidad su cadencia y armonía. Llegan a verse metafóricamente manos y dedos de sutil aleteo y prestancia. No es nada fácil eso, pues en saber medir, pero sobre todo otorgar cadencia, reside parte de la belleza de la danza. En la ejecución la hay.
Y precisamente aquí es donde debe decirse que el trabajo de Malandain recuerda, aunque de lejos, a uno de los grandísimos coreógrafos del mejor neoclásico que se haya hecho en Europa, la del sueco Heinz Spöerli, autor que visitó el Campoamor hace ya unos años y que nunca más volvió. (Ojalá regresara.)
Pero en la versión de Malandain hubo, sobre todo, pájaro. Hugo Layer dio vida a la mágica ave y perfiló un rol de gran altura artística, medible tanto en su plástica como en su ejecución. Normalmente, y aunque esto sea una coreografía clásica, en el ballet asociamos la imagen del ave a la mujer y, casi siempre, a la de una mujer con tutú blanco y plumas, porque enseguida nos vamos al «Lago de los cisnes». Sin embargo, Layer escenificó, como pocas veces se ve, a un ave cuya virtud residía tanto en piernas como en brazos; es decir, que el protagonista erigió un portal dancístico en plenitud corporal, dando maestría en el rol a un papel nada fácil. Estuvo tan magnífico como elegante en la proyección de su valsar. Realmente muy notable su interpretación, y con muy pocas dudas en las dificultades en la ejecución.
«La consagración de la primavera», en la versión coreográfica de Martin Harriague, se mostró compactada con el tempo musical de la partitura de Stravinsky y, sin embargo, recordó excesivamente a la de Pina Bausch en 1975 (enorme versión, por cierto). Se apreció cierta imitación en determinados modos, que no solo nos trajeron los de la coreógrafa alemana, sino la emulación, en segunda lectura, de un modus operandi coreográfico concreto. Es mucho el peso tanto de la coreografía original, la de Nijinsky, como la de Bausch; y, sobre todo, es muy difícil superarlas, por no decir que se antoja imposible.
No obstante, hay que decir que hubo carnalidad en la explosión dancística, y esto la música de Stravinsky lo agradece mucho. La partitura de «La consagración» es mucha partitura, delimita un mundo sonoro compuesto exprofeso para bailar por el músico ruso y el visionario empresario, creador de los legendarios Ballets Rusos, Serguéi Diáguilev, de quien ya se habló, bajo esta misma cabecera, cuando el mito entre los mitos, Mijaíl Barýshnikov, trajo a España, de la mano de Robert Wilson, la versión bailada de los diarios del propio Vaslav Nijinsky.
Pero ese aire de cierta copia, lejos de empobrecer (ni tampoco enriquecer notablemente), no disminuye en lo esencial el ballet de Harriague y lo que ha pretendido plasmar con su coreografía. Está eviscerada en su intencionalidad y se levanta en grado pletórico por momentos, en la forma y lay out descritos, esos que auspició Pina Bausch allá por el siglo XX. Y eso al final quiere decir, ni más ni menos, que lo que hizo la coreógrafa alemana no solo no envejece, sino que sigue siendo referente. Desde aquí tributamos y agradecemos a los de Biarritz ese enorme pormenor. Que no es poca cosa.
Ficha técnica
Malandain Ballet Biarritz
Stravinsky
El pájaro de fuego
Original: Michel Fokine, 1910
Música: Igor Stravinsky
Coreografía: Thierry Malandain
Pájaro de fuego: Hugo Layer
Elenco: Noé Ballot, Julie Bruneau, Giuditta Banchetti, Raphaël Canet, Clemence Chevillotte, Jeshua Costa, Frederik Deberdt, Loan Frantz, Irma Hoffren, Guillaume Lillo, Alessia Peschiulli, Julen Rodriguez Flores, Alejandro Sanchez Bretones, Ismael Turel, Yui Uwaha, Patricia Velázquez, Allegra Vianello y Laurine Viel.
La consagración de la primavera
Original: Vaslav Nijinsky, 1913
Música: Igor Stravinsky
Coreografía: Martin Harritague
Elenco: Giuditta Banchetti, Raphaël Canet, Clemence Chevillotte, Mickaël Monte, Jeshua Costa, Frederik Deberdt, Loan Frantz, Irma Hoffren, Hugo Layer, Guillaume Lillo, Claire Lonchampt, Alessia Peschiulli, Julen Rodriguez Flores, Alejandro Sanchez Bretones, Ismael Turel, Yui Uwaha, Patricia Velázquez, Allegra Vianello y Laurine Viel
Teatro Campoamor, a las 19:00 horas del 24 de abril. Oviedo, 2022