La actriz acaba de recibir el premio EMHU Fugas por su gran proyección. Hoy triunfa en «Toy Boy», la tercera serie española más vista a nivel internacional en Netflix, y ya es una actriz reconocida dentro y fuera de España
04 may 2022 . Actualizado a las 08:21 h.Es puro fuego. «Y los que somos fuego, necesitamos arder», dice Cristina Castaño (Vilalba, 1978). Su proyección es innegable. Seguramente su seguridad tenga mucho que ver en eso. «Sé la actriz que soy, y necesitaba mostrarla», señala. Eso ha hecho, tanto en el cine como en el teatro y en las series, especialmente con la última, Toy Boy. Su papel más sexi la ha despojado ya de la inolvidable Judith Becker de La que se avecina para dar paso a una intérprete en la que ya se fijan fuera de España. Por eso acaba de ser premiada en el marco de la segunda edición del Encuentro Mundial de Humorismo, que arranca hoy y se prolongará hasta el día 8 de junio en A Coruña con una amplia programación de cómicos gallegos y nacionales.
—El EMHU Fugas te reconoce como una actriz gallega con proyección global. La verdad es que te vemos en todo cuanto evento o alfombra roja hay.
—Bueno, es que este es un trabajo de 24 horas. Cuando no estás haciendo un personaje para una producción, lo que estás es trabajando tu imagen, ¿no? Porque al fin y al cabo estamos de cara al público todo el tiempo. Muchas veces el trabajo no es estar rodando, también es asistir a un evento.
—¿Tiene un lado malo esa proyección?
—Y tanto... Uno no, ¡muchos! Ja, ja. No es nada fácil estar en el ojo crítico de todos. Todo el mundo tiene derecho a opinar sobre ti y a decir lo que le pareces. Yo por suerte, me siento muy afortunada y muy querida, pero soy consciente de que las cosas cambian de un día para otro, que sale una noticia o dices algo que a la gente no le gusta o que te pillan en la calle haciendo algo íntimo para ti y lo sacan... Estás tremendamente expuesta a todos los niveles, sobre tu físico, sobre cómo te has expresado, sobre si estás envejeciendo... Hay que saber llevarlo.
—Falta te hace el sentido del humor. Es frecuente ver tu nombre seguido de un «revoluciona las redes».
—Claro, las redes sociales son muy anónimas, y le dan derecho a todo el mundo a opinar. Pero vamos, si no existiesen las redes, también te lo dicen en persona. Es un poquito también lo que dijo Will Smith en los Oscar, que nosotros tenemos una profesión en la que tenemos que aprender a estar por encima de todo eso. Pero bueno, a veces no lo estás. Y en ese momento Will no lo estuvo, no supo estar por encima de ese comentario. Pero nuestra profesión nos lo pide, porque si no, no podríamos vivir.
—«Toy Boy» es la serie que te ha mostrado internacionalmente con Netflix.
—Sí, porque además llegó en un momento en el que la gente ya estaba cambiando, ya consumía más plataformas. Entonces era un producto que si no te gustaba no ibas a estar esperando hasta la semana que viene para darle una oportunidad. Con Toy Boy sucedió que por suerte se estrenó en Netflix con la pandemia, y la gente se puso a verla y le encantó. Se convirtió en la tercera serie española más vista a nivel internacional tras La Casa de Papel y Élite.
—Ahora sí podemos decir que dejaste atrás a Judith y «La que se avecina».
—Yo decía: 'Sé los talentos que tengo, sé la actriz que soy', y necesitaba mostrarla. Y para eso tenía que salir de ahí, porque llevaba siete años, y el personaje iba a seguir dando vueltas sobre un mismo círculo. Ya estaba todo contado, y yo estaba en un momento para dárselo a otros personajes. Ya hace años que me fui, ya he dado vida a unos cuantos personajes, y muchos más que me quedan. Gracias a Dios, Judith sigue en el corazón de la gente y eso es un regalo para un actor, que me sigan echando de menos, pero el público ha podido ver todas mis posibilidades como actriz. Lo bonito es que entienden por qué me fui.
—¿Es posible ser actriz a los 43, que te llamen para ofrecerte papeles e interpretar a una mujer sexualmente deseable?
—Sí, curiosamente mi personaje más sexual llegó pasados los 40, ja, ja. Nunca he hecho personajes asexuales, pero sí que es verdad que el más sexual y atractivo, que hablara tanto de sexo, es el de Macarena. No me lo esperaba, y se agradece que se muestre el atractivo de las mujeres maduras. De todas formas, nunca he tenido miedo yo de esto. Es verdad que el mercado es menor, pero creo que lo mejor como actriz está por llegar y que tengo todavía mucho para sorprender al público.
—Algo tenía aquella Paula Barreiro de «Pratos combinados» que tú y María Castro despuntasteis.
—Sí. Yo recuerdo con mucho cariño Pratos combinados, igual que A familia Pita y 4ª sen ascensor, las tres gallegas.
—¿Y estamos más lejos o más cerca de volver a verte trabajando aquí?
—Pues más cerca, porque de hecho voy a rodar ahora mismo a Galicia la película Trece exorcismos, de Bambú. Va a ser otro cambio de registro muy fuerte. Estoy muy contenta de volver a casa.
—En teatro debutaste con Concha Velasco, después vino «Cabaret» y acabaste compartiendo tablas con Javier Gutiérrez.
—Lo de Concha Velasco fue muy bonito, porque pude compaginarlo con Pratos combinados y fue una idea maravillosa de ellos venir a rodar aquello como despedida de mí en la serie. Pero ahora mismo en teatro no tengo nada porque no ha llegado el proyecto que yo quiero. Lo que me están ofreciendo hasta ahora, después de un Cabaret y de un Javier Gutiérrez, necesito un texto que vaya más allá y que me llene lo suficiente como para involucrarme un año de gira. El teatro es muy sacrificado.
—¿Tu actor o actriz gallego preferido?
—Me quedo con Javier Gutiérrez y con Luis Tosar, sin duda. Son dos grandes, dos bestias. Con una he tenido la suerte de trabajar. Con Tosar hace muchos años, pero solo fue un día. Javier es maravilla de persona y un lujo de actor. Me quedo con ellos.
—¿Y a nivel nacional?
—Bardem. Banderas me está maravillando en los últimos años. Pero sin duda para mí Javier, que he tenido la oportunidad de trabajar con él en La Gaviota. Es de una generosidad y una humildad que llaman la atención, y de un talento infinito.
—También te rodeaste de gallegos influyentes para hacer el Camino, y comentaste que te enseñó a disfrutar sin prisa por llegar.
—Es que es muy bonito, porque a veces en esta profesión quieres llegar a ciertos sitios. Pero, ¿qué pasa con el camino? ¿Estás disfrutando de lo que has conseguido? En el Camino fue igual, dije: '¿A ver si llegamos adónde? ¿Qué necesidad, si estás pateando tu tierra? Respírala, párate donde quieras'.
—¿Qué extrañas más de Vilalba?
—Yo lo que más echo de menos es a Celia, que era la mujer que nos cuidaba en casa. Ya falleció hace muchos años, pero si yo tengo un recuerdo de Vilalba, es el de Celia. Son personas que se quedan en el corazón.
—¿La receta para resistir en una carrera de fondo como la tuya?
—Te diría tres cosas que a mí me sirven. Una, la confianza en ti misma. Una confianza profunda de que vales para esto y es tu don. Dos, la perseverancia, levantarte cuando te has caído. Y tomarte el fracaso como impulso, porque vas a recibir muchos. Lady Gaga lo dijo cuando ganó el Oscar, lo importante es todas las veces que te levantas para llegar aquí. Y luego aceptar los noes, es lo más importante. Detrás de un sí hay veinte noes, todo el rato.
—Te estás desvinculando del humor, ¿pero cómo definirías el tuyo?
—Sí, era necesario. Sabía que soy una actriz más completa que solo de comedia, de hecho en la escuela era más bien una actriz de drama. Pero creo que manejo varios tipos de humor. Como gallega tengo la retranca muy acentuada, el humor negro; pero también un humor blanco, muy de clown, infantil.
—Una vez dijiste: 'Tengo mucho carácter, paso de cero a cien en tres segundos'. Hoy no ha sido así.
—[Risas] Bueno, tengo mucho fuego. Y a los que somos fuego, se nos enciende la mecha, necesitamos arder. Tengo carácter, sé lo que quiero, y lo digo. Y eso a veces en una mujer no gusta, las prefieren dóciles y serviciales. Gusta más en un hombre que sepa lo que quiere y que diga las cosas categóricamente. En una mujer es más 'qué soberbia, qué creída, qué tajante'.