Tras la cuestionada victoria de «CODA» en la gala de este año, echamos la vista atrás para recordar otros robos cometidos en Hollywood
01 abr 2022 . Actualizado a las 09:36 h.Que los Óscar de este año pasarán a la historia como los de la bofetada no ofrece ninguna duda. Porque la otra cuestión central, la cinematográfica, no hace más que constatar que la calidad artística, el valor creativo de las películas, la innovación... siempre han sido un agradable añadido para la Academia, pero ni mucho menos la clave de los premios más importantes de la industria cinematográfica mundial. Alguien podría alegar que los Óscar no son el festival de Cannes. O que los certámenes que presumen de pureza también la pifian. Pero, en el año en el que CODA arrebató el premio gordo a ese peliculón que es El poder del perro, recordemos que el historial de robos en los 94 años de historia de los Óscar es digno de una estatuilla.
En el año 99, Steven Spielberg tuvo que presenciar cómo una comedia romántica de época, Shakespeare in Love, se llevaba el premio a la mejor película. La cinta de Spielberg que competía era Salvar al soldado Ryan, una de las mejores películas bélicas de la historia del cine. Entre las candidatas, La delgada línea roja de Terrence Malick. ¿Fue uno de los años más sangrantes para la casi centenaria historia de estos premios? Sin duda, fue uno de los ejemplos más claros del poder que ejercen determinados peces gordos. Lo recordaba esta semana, en medio del debate sobre la bofetada de Will Smith, el actor John Cusack, que escribía en Twitter que deberían haber cancelado los Óscar «cuando cayó Harvey Weinstein: él había estado amañando y comprando los Globos de Oro y los Óscar, junto con otros gilipollas corruptos, durante décadas». ¿Quién estaba detrás de Shakespeare in Love y de la otra gran triunfadora de la noche, La vida es bella? Weinstein y su productora Miramax... y sus más que cuestionables prácticas publicitarias.
Claro que antes de Weinstein, la Academia ya había tomado otras decisiones más que sorprendentes a la hora de otorgar el premio a la mejor película.
¿Cine grande o historias pequeñas?
Sería injusto restar méritos a las películas más sencillas, pequeñas o independientes frente a las grandes producciones. Ambas pueden encerrar cine grande de verdad. Pero no deja de resultar llamativo el triunfo, en el año 81, de Gente corriente frente a dos propuestas tan poderosas como Toro Salvaje y El hombre elefante. Los clásicos de Scorsese y David Lynch sucumbieron ante el drama dirigido por Robert Redford, una película extraordinariamente interpretada, pero de menor envergadura.
Unos años antes, Rocky se había llevado por delante a Todos los hombres del presidente, Network y Taxi Driver. Tres de los mejores ejemplos del cine que se rodaba en Estados Unidos a finales de los setenta, y tres directores (Pakula, Lumet y Scorsese) que también vieron cómo se les escapaba la estatuilla frente a un tal John Avildsen que después tan solo conseguiría ser reconocido por poner en marcha la franquicia de Karate Kid.
En la gala del pasado domingo, Uma Thurman y John Travolta se marcaron el baile de Pulp Fiction detrás de un sonriente Samuel L. Jackson con su famoso maletín. Tal vez escondía el premio a la mejor película que en los premios del 95 le arrebató Forrest Gump. El éxito de la película de Robert Zemeckis dejó fuera de juego a la brutal película de Tarantino y también a dos cintas que se han convertido en clásicos modernos: Cadena perpetua y Cuatro bodas y un funeral.
La lista es interminable: Green book por delante de Roma, Crash ganando a Brokeback Mountain, Kramer contra Kramer arrasando a Apocalypse Now y All That Jazz...
Y aunque alguien podría decir que el primer gran robo se produjo cuando en el 42 Ciudadano Kane y Orson Welles se quedaron sin premio, ¿cómo vamos a discutir la decisión, si el «ladrón» fue John Ford con Qué verde era mi valle?