El dúo musical formado por Alaska y Nacho Canut regresa con su segundo EP, «Edificaciones paganas», un homenaje a los rascacielos y a las torres de apartamentos, que incluye cinco temas nuevos
23 mar 2022 . Actualizado a las 09:30 h.Diez y media de la mañana de un miércoles soleado y frío de principios de marzo en pleno centro de Madrid. En la azotea del Hotel Emperador y con unas impresionantes vistas de los tejados madrileños, Alaska termina de retocarse con su eterno labial rojo, mientras Nacho Canut pide una manzanilla y se va acomodando para la entrevista. Cómplices y confidentes, amigos y socios, pero sobre todo matrimonio musical bien avenido: «Sabemos cuando toca callarse», apunta Nacho. Tras más de treinta años de carrera juntos, Alaska (Ciudad de México, 1963) y Nacho (Valencia, 1957) siguen llenando las pistas de baile. Ahora regresan con su segundo EP Edificaciones Paganas. «La burbuja vital es la pandilla de amigos, es tu círculo más próximo, donde uno se siente bien», asegura Alaska. «No soporto el silencio, ni puedo vivir solo, me agobio mucho», confiesa Nacho. «Querido —apunta Alaska—, es que vas a peor, porque ahora no puedes estar solo en una habitación. Menos mal que en las giras te acompaña tu pareja, Jean Claude».
—«Edificaciones paganas» es el segundo EP tras «Existencialismo pop», una trilogía, que se cerrará a finales de este año, que juega de nuevo con la E y la P donde, ahora, hacéis un homenaje a los edificios y a los bloques de pisos. ¿De dónde surge este concepto?
Alaska. Las edificaciones paganas son construcciones artificiales que no tienen un fin religioso, donde lo más de lo más, lo encarna la ciudad de Benidorm.
Nacho. Nos pareció perfecto cerrar el EP con un tema de música disco, rollo setentero total, dedicada a uno de los centros de edificaciones paganas que más nos gusta. Así nació Satanismo, Arte abstracto y Benidorm.
—¿Por qué os fascina tanto Benidorm?
N. Hay mucha música, con imitadores de Lady Gaga, de Rihanna, restaurantes, mucho ambiente… Me encantaría vivir allí. Imagínate, bajar a la calle y… Benidorm, con esos rascacielos y torres infinitas. ¡Sería fantástico!
A. Yo por motivos de trabajo no puedo vivir allí, pero me encantaría. Creo que sería como la versión española de la ciudad de Las Vegas, un espacio donde los artistas pudiesen pasar allí semanas o meses y que el público fuera a disfrutar allí de sus espectáculos, evitando así las largas giras recorriendo nuestra geografía. Creo que sería un éxito, porque cuenta con la estructura necesaria para llevarlo a cabo.
—Y de estas edificaciones paganas surge «Mi burbuja vital», el primer single del EP.
A. ¡Claro! Es ese refugio personal que cada uno tiene para vivir y sobrevivir y poder ser feliz y disfrutar de la vida. Por ejemplo, durante la infancia, la burbuja vital es la pandilla de amigos y cuando somos adultos son nuestros intereses, aficiones, tu círculo más próximo, donde uno se siente bien.
—¿Cuál es vuestra burbuja vital?
N. Mi burbuja vital es mi casa, mi piso. Vivo en un bloque de pisos, no te creas que tengo una casa con jardín, en las afueras, apartado del mundanal ruido. Vivo en una casa de barrio, donde escucho a los vecinos y siento la vida.
A. Sí, mi burbuja también es mi casa y mi gente.
—«Mi burbuja vital» habla de «inventar otra realidad, disfrazar lo que no sé arreglar».
A. Cada uno crea su burbuja vital, pero no te la impongo. Yo no quiero cambiar tu mundo, quiero cambiar mi mundo, y tú con el tuyo, haz lo que quieras.
N. Fíjate, no me gusta que me impongan su mundo los demás. Cuando hay alguien que quiere que yo acepte el mundo como ellos, me rebelo inmediatamente. Y la burbuja vital es eso, es «alicatar por no desesperar», tú creas tu espacio, te metes ahí y no molestas a nadie.
—Entonces, ¿os sentís más cómodos en las megápolis repletas de rascacielos que entre montañas y árboles?
A. Sí. Ambos somos muy urbanitas. Es cierto que Nacho ha mejorado mucho [dice sonriendo]. Ahora cuando vamos al campo y ve una torre eléctrica, respira tranquilo, porque sabe que siguiéndola, llega hasta la ciudad y eso le relaja. Yo he descubierto el placer de cuidar mis plantas, de dar paseos y me sienta genial. Pero, la verdad es que, prefiero la ciudad.
N. Mi problema es el silencio de la naturaleza, me agobia, me estresa. El silencio puede conmigo, por eso no puedo vivir solo. Me entra mucha ansiedad. Es uno de mis temores. Tampoco me gusta viajar en avión.
—De la arquitectura vertical hemos pasado a hablar de la psicología más personal. ¿Qué os asusta?
N. Yo tengo miedo de mí mismo. De mi cabeza que no para.
A. Yo al contrario. A mí me dan miedo las amenazas externas. El que alguien me haga daño o el que le suceda algo malo a los míos.
—Otro de los temas que componen este EP, es «No me das pena», ¿qué historia se oculta tras este título tan sugerente?
N. Surge de la idea de una mujer que ha hecho algo mal y le pide a su pareja volver y le dicen: «No me das pena», que es una afirmación muy rotunda, para poner distancia y decir hasta aquí. En el amor, segundas partes nunca fueron buenas.
A. Mi madre dice que hay que dejar cuando se sufre menos por estar que por dejar. No sé, yo con los años me he vuelto muy resolutiva, muy práctica.
—Se nota que lleváis más de treinta años trabajando juntos, porque hay mucha complicidad entre vosotros. ¿Cierto?
N. Complicidad y también hay mucho respeto. Cuidamos mucho el modo de decirnos las cosas y sabemos cuándo toca callarse, algo fundamental en toda pareja, ya sea amorosa o profesional.
A. Además, hay momentos en que sobran las palabras. Una mirada y ya sabemos por dónde va el otro, parece que nos leemos el pensamiento. También tenemos los roles muy repartidos, a veces compone él, a veces yo, hay momentos en que él propone y otras soy yo la que sugiere. Seguimos disfrutando y pasándonoslo bien.
—¿Os acordáis del momento en que os conocisteis?
A. No te lo inventes Nacho. ¡Le encanta inventárselo!
N. Fue en el Rastro, vendiendo un disco. Yo era el tendero y ella era la clienta.
A. Quería un single de los Sweet. Lo tenía, pero quería entablar conversación y pregunté cuánto costaba. Carlos Berlanga fue superamable y me dijo: «Te lo regalo». Y Nacho me dijo: «Cuesta cinco pesetas».
—¡Y fíjate si ha llovido desde entonces. Toda una carrera repleta de giras!
A. Desde luego. Aunque para algunos siempre seremos unos fracasados.
—¿Qué es para vosotros el éxito?
N. El éxito es tener 64 años y estar aquí presentando con ilusión un nuevo trabajo con el que vamos a girar ya por nuestro país y después por México.
A. El éxito es seguir disfrutando con lo que hacemos. El día que dejemos de divertirnos, ese día diremos adiós.
—¿Y el fracaso?
N. Yo no hablo de fracasos, sino de tropiezos. De proyectos que no funcionan, de retos que no salen como uno esperaba. La vida es así.
—¿Siempre positivo?
N. Sí. Mi actitud es la del optimista empedernido, luego si se tuercen las cosas, pienso: «Bueno, pues ya saldrán otras».
A. ¡Uf! Yo al contrario. Me pongo siempre en lo peor. Me bombardeo continuamente. No lo puedo evitar.
—¿Qué os gusta hacer para desconectar de tantos viajes, conciertos y canciones?
A. Hablando de canciones. Ahora mismo, estoy aprendiéndome las letras de los temas nuevos y cada vez me cuesta más retenerlas. Voy con los cascos puestos todo el día, escuchando las letras para memorizarlas. Algunas se me atragantan y no hay forma.
—Os preguntaba acerca de cómo os gusta relajaros cuando os bajáis del escenario y llegáis a casa.
A. Yo desconecto cuidando de mis plantas y mi jardín, leyendo y viendo series.
N. Yo me voy a Francia, de donde es mi novio, y sigo con mis cursos para aprender de todo.