La serie documental reúne al beatle con el productor Rick Rubin para mostrar los secretos de sus canciones
05 oct 2021 . Actualizado a las 10:03 h.Pese a lo teatral de la puesta en escena en blanco y negro (una gran mesa de mezclas en medio de un espacio que favorece los claroscuros) y la sensación de que no existe guion alguno, McCartney 3,2,1 funciona. En esta miniserie documental se dan cita dos grandes. Por un lado, el productor Rick Rubin (Beastie Boys, Red Hot Chili Peppers, Slayer, U2, Johnny Cash). Por otro, Paul McCartney, leyenda vida de la historia del pop (y, por cierto, muy bien conservado).
Ambos repasan conjuntamente el repertorio de The Beatles y de los diversos proyectos de McCartney en solitario. Subiendo y bajando pistas para mostrar la arquitectura de piezas que son modelos maestros de la historia del pop. Rubin, con ojos de fan devoto, deja el protagonismo a McCartney y este tiene la elegancia de repartir los minutos en admiraciones hacia el trabajo de John Lennon y George Harrison en The Beatles. El suceder de temas y de anécdotas conmoverá a cualquier interesa en la música. Incluso hay momentos en los que se puede leer el signo del asombro en el rostro de Mac que parece sorprender de que llegaron a hacer en los sesenta.
En un momento dado los dos se funden en su pasión, cuando el beatle cuenta el día que descubrió a Jimi Hendrix. O cuando relata cómo sintió la electricidad de The Kinks. Es el testimonio de un genio emocionándose con la música y contagiando a los demás.
McCARTNEY 3,2 1
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EE.UU. 2021
Director: Zachary Heinzerling