El Buena Vista Social Club resurge con material inédito

Javier Becerra
javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

BUENA VISTA SOCIAL CLUB EN EL CARNEGIE HALL DE NUEVA YORK
BUENA VISTA SOCIAL CLUB EN EL CARNEGIE HALL DE NUEVA YORK EBET ROBERTS

Reeditan el legendario álbum que reflotó la música tradicional cubana en los noventa

21 sep 2021 . Actualizado a las 09:32 h.

La Habana era una fiesta en los cuarenta. Y el Buena Vista Social Club, uno de sus centros neurálgicos. El son, el chachachá, el mambo y el bolero se expandían de la mano de una generación de músicos estrella que, con la llegada de la revolución castrista, se quedaron sin brillo. Al margen de todo. Relamiéndose en la nostalgia. Diluyéndose en el olvido. Hasta que en 1996 el americano Ry Cooder, el británico Nick Gold y el cubano Juan de Marcos González propiciaron un giro en la historia. Resucitaron de las tinieblas aquel espíritu y generaron uno de los fenómenos musicales más inesperados del fin del siglo XX.

Un disco con el título Buena Vista Social Club, en donde se interpretaban clásicos de la música cubana prerrevolucionaria. Una película documental de Wim Wenders, captando todo el proceso de grabación del álbum. Y la posterior gira internacional de aquella pléyade de artistas -septuagenarios y octogenarios, la mayoría- recibiendo la gloria que el destino les había retirado de sus narices. En esos vértices se dibujó el triángulo protagonizado por Compay Segundo, Ibrahim Ferrer, Omara Portuondo, Eliades Ochoa y Manuel Puntillita Licea, entre otros. Si canciones como Chan chan, El cuarto de Tula o Dos gardenias siguen sonando en las nuevas generaciones es gracias a ellos.

Ahora, con motivo del 25.º aniversario de aquella grabación en los legendarios Estudios Egrem, en La Habana, se reedita el álbum. Llega como un doble elepé con extras y un extenso libreto con fotos desconocidas y textos hechos para la ocasión. El lanzamiento permite no solo disfrutar de la experiencia que supuso el trabajo original -deslumbrando con la belleza al ralentí de esa música crujiente, espaciosa y artesana-, sino que la amplía con un segundo disco con cuatro temas inéditos, tomas alternativas de los temas publicados, ensayos e improvisaciones del estudio. En estos se incluyen comentarios de los músicos que dejan patente el ambiente de un momento bendecido por la magia, la inconsciencia y el placer de hacer música sin más.

Nadie sabía allí que aquello iba a derivar en ocho millones de copias vendidas, un premio Grammy y el resurgir de las carreras de unos músicos que penetraron por todos los rincones del mundo. La mayoría ya no pueden celebrar este aniversario. Eliades Ochoa tenía 50 años cuando se grabó el disco y, por ello, sus compañeros le llamaban «el niño del Buena Vista». En la nota promocional del lanzamiento valora la importancia del disco.

«Buena Vista Social Club reunió a grandes músicos de la época dorada de la música cubana y llevó con éxito nuestra música tradicional al resto del mundo -dice Ochoa-. Me permitió ser reconocido internacionalmente por los sones, guarachas y boleros que venía haciendo desde que era joven. También me acercó a músicos con gran experiencia que admiraba. En este aniversario, recordaremos con merecido orgullo a aquellas grandes leyendas. Celebraremos con alegría el legado de la música tradicional cubana».