La nueva entrega de la película no respeta la fórmula de ofrecer una propuesta destinada al público infantil y al adulto
10 ago 2021 . Actualizado a las 10:27 h.Si desde la irrupción de Pixar con Toy Story (1995), la animación de largometraje para pantalla grande evolucionó a inteligentes propuestas destinadas a niños y adultos, hijos y padres, con la intención de sentar a ambos en la butaca, sorprende que El bebé jefazo. Negocios de familia -cuyo original en el 2017 irrumpió con fuerza en la cartelera-, no haya sabido respetar la fórmula, de modo que para los adultos puede acabar resultando un coñazo. Porque esto ya lo vimos antes varias veces, si exceptuamos un par de detalles cómplices y, faltaría más, su factura visual, homologable como no podía ser menos.
Quizá en su versión original, las voces de Alec Baldwyn, Jeff Goldblum, Eva Longoria y alguno más mitiguen esa sensación, pero hasta en esa parcela les caen reproches desde el mercado norteamericano. Otra vez culpemos de todos los males al guion, que no acaba de definirse e incluso acaba embarullado.
Otra vez apadrina DreamWorks Animation con uno de sus currantes más solventes, Tom McGrath, responsable de la franquicia Madagascar con sus tres entregas desde el 2005, aparte de prestar su voz a Skipper en la serie de televisión Los pingüinos de Madagascar, entre el 2008 y el 2015. Domina el oficio, y si en El bebé jefazo adaptaba con frescura el libro homónimo de la autora infantil Marla Frazee, vertiendo una agradecida reflexión sobre la paternidad y sus cuitas, aquí se limita a un sutil tirón de orejas al sistema educativo en su menosprecio a la diferencia, cargando las tintas en recursos orientados a divertir a los críos, léanse persecuciones, golpes de efecto, en fin.
Podrá decirse, con razón, que los culpables somos quienes hemos elegido una opción equivocada, que en la pantalla de al lado seguramente había algo mejor para ver.
Los hermanos Templeton son ahora adultos y un nuevo bebé jefe irrumpe en sus vidas para proponerles un negocio familiar, pues muy bien, a por ello. Con todo, optar por un producto solo para los más pequeños es una opción válida e incluso rentable. Pero ocurre que tres años antes nos vendieron una moto con otra cilindrada. De ahí el chasco.