Tras el éxito de la banda de Zoé, la escritora y Jordi Labanda se unen en una nueva aventura literaria con la que quieren mandar un mensaje, «Súper Clea y el anillo mágico»
08 jun 2021 . Actualizado a las 09:09 h.Hace ya diez años que debutó como escritora infantil. Por casualidad, para evadirse de otros proyectos, comenzó a poner por escrito las aventuras de Zoé y de sus amigos, a las que Jordi Labanda puso rostro, y que una década después han enganchado a miles de adolescentes. Ahora, esta pareja de amigos, y profesional, lanza una nueva saga Súper Clea y el anillo mágico.
—¿Qué harías si tuvieras superpoderes?
—Acabaría de una vez por todas con la pandemia, creo que igual que la mayoría de la gente. Y así como más de superheroína, me encantaría poder volar.
—¿Para ir adónde?
—A todas partes, sin necesidad de transporte ni público, ni privado. Creo que la facultad de teletransportarse, que se ha utilizado mucho en las novelas y en las películas y series, es maravillosa. Poder ir de un sitio a otro, solo con un chasquido o con el pensamiento. De alguna manera, esto lo podemos hacer con los libros, nos teletransportamos, no de manera física, pero a veces es tan realista, que casi parece verdad.
—En «Súper Clea y el anillo mágico» habéis querido transmitir el mensaje de que todo el mundo puede conseguir lo que quiera.
—Sí, esto se ve en muchas ocasiones. Cuando no sabemos cómo vamos a reaccionar ante un hecho repentino, muchas veces se descubre que todos llevamos un superhéroe dentro. Cuántas personas anónimas, cuando se ven en circunstancias inesperadas hacen actos de extrema valentía. Esto en este tipo de ocasiones, pero en nuestra vida cotidiana también tenemos que buscar dentro, porque están ahí. Me acuerdo de una fábula que leí de un elefante que estaba atado a una estaca, y no se podía mover. A veces estamos atados a estacas, y con que les diéramos una patadita simplemente, tendríamos muchas capacidades que no sabemos que tenemos. Hay que buscarlas y cultivarlas.
—A estas edades, cuando ya empiezan a leer sus propios libros, ¿es importante hacerlos superatractivos para que se enganchen? En este caso entre la estética y la temática...
—Nosotros intentamos hacer siempre libros, que por supuesto están muy bien ilustrados por Jordi Labanda, en los que la historia te enganche, que la lectura se convierta en un acto placentero, divertido, entretenido, porque si no, no hay mensaje que valga por muchas intenciones que tengas. La lectura tiene que ser algo gozoso, que desees estar leyendo en vez de hacer otras cosas. Yo recuerdo cuando era pequeña, cuando empecé a disfrutar con los libros, que no había nada que me diera más satisfacción que leer. No era un cuestión de que fuera una niña que quisiera cultivarme o aprender cosas, simplemente me encantaba leer. En mi modesta contribución, lo que intento es que los niños se lo pasen muy bien.
—Y para ello recurrís a temas de actualidad, de su actualidad, ¿no?
—Porque los niños de hoy en día viven inmersos en el mismo mundo que los adultos para muchas cosas. Hacemos un guiño a los padres que leen junto a sus hijos, ya que tienes dos lecturas. A mí siempre me han gustado los títulos de Pixar, porque el niño está viendo una película y el padre o la madre otra. Donde el niño está viendo un personaje gracioso, el padre ve una caricatura de un personaje que le va a sonar por alguna razón, o situaciones que ha vivido... Hay muchos detalles que los niños se enterarán de que son guiños cuando crezcan.
—No eres la primera persona que dice que en la literatura infantil no importa quién haya escrito el texto.
—Yo lo dije desde hace mucho, como hay muchos «famosos» que publicamos libros parece que esto ayuda. Puede ayudar para que una editorial te haga caso, eso seguro, pero a partir de ahí da igual quien lo haya escrito. Los grandes fenómenos editoriales casi siempre han arrancado de boca-oreja, a los lectores les gusta, y al final, las editoriales acaban poniendo más dinero para la promoción, pero no al revés. En el caso de la literatura infantil, los niños no miran quién ha escrito el libro. Les divierte, se lo dicen a su amigo, les piden a sus padres que se lo compren, o si hay otro de esa colección... pero no vale de nada poner un nombre más o menos conocido.
—Hay mucho «feeling» personal y profesional con Jordi.
—Claro, yo soy de la generación Labanda total, y para mí su universo es un referente.
—¿Cómo se trabaja con un amigo? ¿Siempre hay buena sintonía?
—Yo hago unos textos y Jordi los ilustra. Hay colaboración en ambos casos, él me puede hacer una sugerencia y yo a él también. Primero, hay un profundo respeto por el trabajo del otro, jamás hemos tenido la más mínima disensión de «esto no me gusta»... todo lo contrario. Cuando Jordi envía las ilustraciones, es una fiesta. Veo en papel y tinta lo que yo me he imaginado.
—¿Te ha tentado escribir sobre moda?
—No, porque a mí la moda me interesa, pero menos de lo que la gente pueda pensar. Me parece un fenómeno superimportante, pero no soy una teórica de la moda, en absoluto. Me gusta tener una visión sociológica, y esto lo he hecho con artículos periodísticos durante mucho tiempo. Me divierte mucho más escribir ficción en la que la moda, a veces, tiene un papel, pero con una visión un poco crítica y siempre gamberra. Es un universo que conozco muy bien y del que me gusta reírme un poco, con cariño.
—¿Echas de menos la televisión?
—No, estoy muy a gusto haciendo lo que hago, tengo mi vida repleta de cosas, y cada etapa tiene su momento, eso no quiere decir que pueda surgir un proyecto que me apasione y en el que encaje. Pero ahora mismo, lo que hago me satisface totalmente.