Javier Cercas: «Convertirse en imitador de sí mismo es lo peor para un escritor, su muerte»

CULTURA

El escritor Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962)
El escritor Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) Marta Pérez | efe

«Independencia» es la segunda entrega del ciclo que el autor cacereño inició con «Terra Alta», la novela con la que ganó el premio Planeta

10 mar 2021 . Actualizado a las 08:56 h.

Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) prosigue en Independencia (Tusquets) la serie que comenzó con Terra Alta, premio Planeta 2019, protagonizada por Melchor Marín, un mosso d’Esquadra de pasado muy turbio al que convierte en el héroe anónimo que abatió a cuatro terroristas yihadistas en Cambrils en el 2017. En esta ocasión investiga el chantaje a la alcaldesa de Barcelona mediante un vídeo sexual. La acción se desarrolla en el 2025 y es un relato demoledor de la élite político-económica barcelonesa.

-Con «Terra Alta» dio un giro a su obra, ha pasado de la autoficción y la novela de no ficción a la novela pura y dura. ¿Por qué?

-Esto se debe a que cuando terminé El monarca de las sombras, que tenía que ver con el pasado familiar, me dije ‘ya he escrito la novela que siempre había querido escribir’. Era la otra cara de Soldados de Salamina y el final de algo para mí. Tenía dos opciones. O continuar escribiendo ese tipo de novelas, que me habían ido muy bien, pero eso era hacer trampas, convertirme en un imitador de mí mismo, lo peor para un escritor. O intentar buscar otras cosas. Terra Alta es un intento de reinventarme como escritor, porque cuando un escritor repite la misma fórmula es su muerte. Ese cambio se vio favorecido también por lo que ocurrió en Cataluña. La gente creyó que lo había escrito para ganar el Planeta, pero era lo contario. Melchor me había conquistado por completo y decidí que iba a escribir cuatro novelas más.

-Pero asumía el riesgo de que sus lectores le dieran la espalda.

-Era un riesgo, pero un escritor que no arriesga no es un escritor, es un escribano. Como persona me considero razonablemente cobarde, pero como escritor no puedo serlo. Es como un torero cobarde, se ha equivocado de oficio.

-Sitúa la novela en el 2025, con el «procés» ya acabado. ¿Por qué eligió ese año?

-Me daba una gran libertad. Sobre el procés hay un malentendido, porque tal como se planteó en el 2012 se acabó en el 2017. Termina cuando topa con el Estado de derecho. Eso no quiere decir que el problema haya acabado, ni muchísimo menos, vivimos sus consecuencias y ni usted ni yo vamos a ver la solución del problema, por un motivo inapelable que enseña la historia, dividir una sociedad es muy fácil, pero volverla a unir es muy complicado.

-Melchor Marín es, en su novela, el héroe de Cambrils que abatió a los terroristas islamistas en agosto del 2017. De nuevo, un héroe aparece en su obra.

-No sé bien cómo explicarlo. Hay un aliento épico en mis novelas. Me alimenté de niño de novelas de aventuras y wésterns, y ha sido decisivo para mí. Y la épica habla de los héroes, hombres enfrentados a su destino. El heroísmo es una forma de excelencia moral y en mis libros se habla de diferentes tipos, algunos no lo parecen, como son los héroes de la traición de Anatomía de un instante, Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo, pero lo eran. También está el falso héroe de El impostor, Enric Marco. Hay un punto común en los héroes: la virtud es secreta o no es. En cuanto se vuelve pública deja de serlo. Así, muy pocos saben que Melchor es el héroe de Cambrils y cuando resuelve el caso de Terra Alta la gloria se la lleva su amigo.

-En la novela, Melchor se toma la justicia por su mano, da palizas y asesina, pero el lector se identifica con él. ¿No es peligroso?

-Totalmente peligroso, ¿quién ha dicho que la literatura no sea peligrosa? En una entrevista he dicho que, comparado conmigo, Pablo Hasél es un socialdemócrata de mierda. Pero Shakespeare era mucho más peligroso que yo. La literatura permite sacar lo que Bataille llamaba la parte maldita, la bestia que todos llevamos dentro. El verdadero Javier Cercas es el de mis libros, esa bestia.

-La novela es una reflexión sobre la justicia y la venganza.

-Esta es la pregunta esencial que plantea: ¿es legítima la venganza cuando la justicia no cumple su cometido? La respuesta de cualquier persona civilizada es no, por supuesto. Pero lo que hace la literatura es cuestionar nuestras certezas más arraigadas, sacarnos de nuestras casillas, colocarnos en situaciones peligrosas, empatizar con la gente más inesperada, con un tipo que mata a cinco personas. Y celebras que lo haga. De repente, te paras y te dices ¡pero Dios mío, qué estoy haciendo! Esa es la forma de conocimiento de la literatura, la catarsis. El Ricardo III de Shakespeare es el monstruo más grande de la historia de la literatura universal y tú estás con él. Los escritores nos alimentamos y trabajamos con lo malo, el dolor y la oscuridad.

«Este libro llama a la rebelión, quemar contenedores no sirve»

«Este es un libro que llama a la rebelión, quemar contenedores no sirve para nada, a las élites les hace cosquillas, lo que sirve es tomarse la democracia en serio y leer a Cervantes, y vas a ver tú lo que es la revolución», afirma. Cercas asegura que su posición pública contraria al secesionismo le ha valido acusaciones de «facha y cosas peores, y es pésimo para la venta de mis libros, pero yo no sé no hacerlo». Destaca que los independentistas han conquistado el lenguaje, «se han apropiado de las palabras que significan algo bueno, independencia, libertad, justicia, mientras dejan para sus adversarios las negativas, como opresión». En su opinión, «la primera tarea es recuperar el lenguaje, sin eso no se va a ninguna parte».

El autor señala que el título, Independencia, le gusta porque «significa muchas cosas» y tiene «un punto de provocación». Señala que si tuviera que resumir la novela lo haría así: «Es la historia de un tipo que se llama Ricky Ramírez, que busca la independencia económica de una manera equivocada». Su padre le dice: «Arrímate a los buenos, es decir, a los ricos y los poderosos, y es lo que hace». Pero «las élites lo usan para sus propósitos perversos y luego lo tratan como papel higiénico», lo que representa «una metáfora perfecta de lo que ha ocurrido en Cataluña». Y lo explica; «La élite estaba en problemas en el 2012 por la crisis y decide quitarse de encima la presión que están ejerciendo los indignados para permanecer en el poder y salir de la crisis lo mejor posible». ¿Cómo lo consigue? «Sacando la gente a la calle, reconduciendo esa indignación que había hacia el Gobierno central con la utopía de que íbamos a un lugar maravilloso donde todos seríamos felices y nos libraríamos de los españoles que nos roban, y la gente se lo tomó en serio. Pero, ahora, «las élites están asustadas porque queman contenedores». La conclusión es que «sacar la gente a la calle es muy fácil, devolverla a casa es muy complicado».

Uno de los personajes dice en la novela: «El catalán que no quiere la independencia no tiene corazón; el que la quiere no tiene cabeza». Para Cercas, «delata un cinismo absoluto y es la clave de todo, la sentimentalización de la política, que es la catástrofe, porque la democracia consiste en lo contrario, la racionalización de la política, sobre sentimientos no se puede discutir». No es algo solo de España. «Es un rasgo definitorio del nacional-populismo, lo de Cataluña tiene muchísimo que ver con el brexit y con Trump».